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La extracción de hidrocarburos puede financiar la lucha contra el Cambio Climático

Abril 2, 2023 9:59 pm

En esta octava entrega de los documentos de SALVETERRA planteamos un tema práctico muy importante: de dónde debe provenir el financiamiento de la recuperación de ecosistemas y suelos tropicales. Como veremos en este artículo, es claro y lógico que debe provenir de la actividad extractiva y comercial de los hidrocarburos y otros combustibles fósiles como el carbón mineral. Un tema de trascendental importancia para cambiar el rumbo de la lucha contra la Crisis Climática.

Quemado de hidrocarburos y emisiones: es la principal causa de la crisis climática actual (responsable de poco más del 80 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el CO2).

De acuerdo con la Agencia de Protección del Ambiental de los Estados Unidos de América (EPA, por sus siglas en inglés) el coeficiente promedio de dióxido de carbono (CO2) de gases licuados de petróleo es de 235.7 kilogramos de CO2 por barril de petróleo de 42 galones.

El quemado del petróleo y sus derivados además de emitir dióxido de carbono produce otros gases tales como el metano, el óxido nitroso, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles distintos del Metano y dióxido de azufre. Casi todos son gases que producen efecto invernadero y por tanto, Cambio Climático.

La humanidad empezó a quemar hidrocarburos (petróleo, principalmente) desde finales del siglo XIX. Sin embargo, por la cantidad de población existente en ese momento, no fue hasta la década de la segunda guerra mundial cuando los efectos de ese quemado se volvieron significativos desde el punto de vista del equilibrio ambiental de la Ecosfera terrestre.

Desde el final de la segunda guerra mundial en 1945 hasta ahora, se ha quemado el 85 % del total de los hidrocarburos consumidos. Desde 1990 se ha quemado la mayor parte (52.74 %).
Esta situación de origen absolutamente humano es lo que ha generado una anomalía en el contenido de CO2 en la atmósfera y que ha provocado la situación de aumento rápido de la temperatura de la atmósfera y, consecuentemente, la Crisis Climática en que nos encontramos y que sigue en incremento.

En el mundo se producen y consumen cerca de 100 millones de barriles de petróleo al día. La gran mayoría de todo ese petróleo se quema para el transporte terrestre, aéreo y marítimo.
Por ejemplo, un vehículo de gasolina produce, en promedio, 8 toneladas al año de CO2 por quemado de ese combustible.

Dióxido de carbono en la atmósfera: cada 24 horas se producen en el mundo, en promedio, cien millones toneladas de CO2. Esto, como producto del quemado de los hidrocarburos (principalmente del petróleo).

A modo de referencia, en el 2021 la emisión total de CO2 por quemado de hidrocarburos fue de 36.300 millones de toneladas. Para la fecha en que se escribe este artículo (30.03.2023), los datos de estadísticas mundiales señalan que la cantidad de emisiones que se han producido solo en lo que llevamos de este año es de casi 9 mil millones de toneladas.

Los estudios científicos recientes, señalan que en los últimos 800.000 años, la concentración de CO2 en la atmósfera fluctuó entre las 170 y 330 partes por millón (niveles muy aceptables para la sostenibilidad del planeta), pero desde los últimos 170 años, y de forma enormemente acelerada en las tres últimas décadas, se ha disparado hasta unos valores que alcanzan en la actualidad 421 partes por millón. Esta es la principal causa del Crisis Climática que estamos viviendo.

Ralentización del Cambio Climático: la solución ideal para frenar los efectos del Cambio Climático sería la de dejar de quemar hidrocarburos, es decir, descarbonizar la economía por completo. Sin embargo, esto no es posible. El Acuerdo de París del 2015 establece un plan de descarbonización que abarca casi todo el siglo XXI.

El plan es que, gradualmente, el quemado de los hidrocarburos disminuya, y con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el CO2. Este plan se hizo tratando de mantener un equilibrio entre el quemado de hidrocarburos y el aumento de la temperatura de la atmósfera respecto a la referencia al año 1.800 DC, algo que, desafortunadamente, no está funcionando, pues la tasa de aumento de la temperatura atmosférica sigue creciendo, haciendo que las proyecciones que se tenían para el 2050, ahora sean las del 2030.
Lo anterior, resulta muy preocupante, en la medida de que, en este momento, las reservas mundiales de hidrocarburos alcanzan hasta el 2065, como mínimo. Lo cual quiere decir que la ralentización de Cambio Climático se tiene que dar mientras se sigue en el proceso del quemado de hidrocarburos.

Por esta razón, es importante buscar soluciones complementarias a esta estrategia de disminución gradual del quemado de hidrocarburos para el transporte y otros usos como la producción de energía. No solo para disminuir la tasa de producción de CO2 a la atmósfera, sino más bien, para reducir su contenido global.

A este respecto resulta importante repasar algunas cifras: un árbol almacena unos 167 Kg de CO2 por año o una tonelada de CO2 al año, para 6 árboles maduros. A su vez, ese mismo árbol absorbe, en promedio, por fotosíntesis, 20 Kg de CO2 al año. Así, se requieren 22 árboles para suplir la demanda de oxígeno de una persona al día. Una hectárea de bosque produce oxígeno al día para 43 personas.

Los suelos tropicales, en promedio, pueden almacenar hasta 400 toneladas de CO2 por hectárea. En promedio, cerca de 125 toneladas de carbono, aunque en algunos casos de suelos tropicales con mucha materia orgánica se puede llegar hasta 400 toneladas por hectárea.

Una hectárea de bosque primario tropical puede almacenar cerca de 200 toneladas de carbono por hectárea. Esto quiere decir que una hectárea de bosque tropical primario en buen estado y en desarrollo, junto con su suelo, puede almacenar, en promedio, cerca de 400 toneladas de Carbono que equivaldría a cerca de 1.400 toneladas de CO2. Esta misma hectárea de bosque produce cerca de 1.000 toneladas de oxígeno al año.

Una situación similar ocurre con los suelos que se dedican a la producción regenerativa, tanto agricultura como ganadería. Sin arado, sin agroquímicos tóxicos, la producción alimentaria puede servir también como herramienta para el secuestro de CO2 de la atmósfera. Un suelo de producción regenerativa secuestra hasta 30 veces más carbono, durante un año, que un suelo de agricultura convencional.

Financiamiento de ecosistemas (bosques y suelos) tropicales: como hemos señalado reiteradamente, las zonas tropicales son las más biodiversas del planeta y, por tanto, con el mayor potencial para regenerar los ecosistemas. A su vez, son las zonas con mayor potencial para secuestrar el CO2 de la atmósfera y por tanto ralentizar la Crisis Climática.

Hemos explicado también (ver: www.allan-astorga.com) que para tener un efecto significativo en esa ralentización y en la recuperación de la biodiversidad y del equilibrio de la Ecosfera terrestre, se necesita restaurar 250 millones de hectáreas de ecosistemas tropicales, principalmente bosques, humedales y sus suelos ricos en materia orgánica. Esto, además de frenar la deforestación que actualmente se da en los ecosistemas naturales, principalmente los tropicales. A esta superficie se sumaría el suelo en producción regenerativa (agricultura y ganadería).

Y bueno, el problema es que eso tiene un costo. Según nuestros estudios sería de alrededor de 800 mil millones de dólares americanos anuales.

Estos recursos deben salir de alguna parte y por eso, planteamos que una alternativa para ello es que provenga de los hidrocarburos que son extraídos y comercializados anualmente. Los números gruesos indican que el monto que tendría que establecerse para cada barril de petróleo (sin contabilizar el gas natural o el carbón mineral), sería de entre US$ 15 a US$ 20.

Este monto se debería sumar al costo de extracción de un barril de petróleo. Para algunos puede que signifique mucho, empero se debe tomar en cuenta que además de con el mismo se compensan las emisiones producidas por su quemado, además se mitiga el efecto del quemado de petróleo que se ha dado en el mundo por 170 años antes del presente.

Con estos recursos sería posible la creación de un superfondo con el que se podría financiar la protección de los ecosistemas tropicales existentes y la regeneración de nuevos ecosistemas tropicales que además de recuperar la biodiversidad sirvan para ralentizar la Crisis Climática al servir de sumideros de carbono. Así como también impulsar la producción regenerativa.

Tal y como hemos indicado, los territorios seleccionados para esa regeneración de ecosistemas y para la producción regenerativa deben ser identificados por medio de un eficiente y efectivo Ordenamiento del territorio que, junto con una correcta Planificación Estratégica, haga posible dar un impulso sustancial al desarrollo y progreso humanos sustentables.

Todo esto es materialmente posible y realizable. Es muy probable que, además, existan otras alternativas, pero lo que aquí señalamos tiene la ventaja de que resuelve de forma integral una serie de problemas que tiene nuestra civilización humana desde hace mucho y que no obstruye, (todo lo contrario) el necesario desarrollo sustentable que requiere nuestra economía.

Terminamos recalcando que todavía hay algo de tiempo, pero que cada vez es menos. De allí la enorme importancia de acelerar el proceso de discusión y toma de decisiones. Por eso es que se recomienda que la propuesta que aquí se plantea sea objeto de discusión en la próxima COP del 2023.

a.astorga.g@gmail.com

¿Por qué la recuperación de los ecosistemas tropicales es vital en la lucha contra el Cambio Climático?

Marzo 26, 2023 4:38 am

En esta séptima entrega de los documentos de SALVETERRA desarrollamos un tema de gran relevancia: la importancia de la recuperación de los ecosistemas tropicales como elemento vital y fundamental en la lucha contra el Cambio Climático y la recuperación del equilibrio de la Ecosfera terrestre.

Ecosistemas tropicales:
la zona tropical de nuestro planeta se localiza entre los 15°-25° grados norte y sur del ecuador. Por las temperaturas cálidas y las lluvias, presenta las mejores condiciones para el desarrollo de diversos ecosistemas tropicales ricos en biodiversidad. Por si solos, estos ecosistemas contienen más biodiversidad que todos los otros ecosistemas del planeta juntos. Es claro entonces su enorme importancia para la recuperación y protección de la vida del planeta Tierra.

Pero esa relevancia no solo se vincula a la biodiversidad. Hay otros servicios ecosistémicos de gran importancia. Uno de ellos tiene que ver con la enorme capacidad de almacenar dióxido de carbono y la producción de oxígeno por fotosíntesis. Los árboles y las plantas, en general, acumulan carbono de forma temporal, pero al morir, ese carbono puede pasar al suelo donde conforma un importante sumidero que almacena el dióxido de carbono de forma permanente. Una hectárea de suelo tropical puede almacenar, en pocos años, hasta 400 toneladas de carbono.

La gran ventaja de estas zonas es que por la característica climática que tiene, la regeneración de los suelos y ecosistemas es muy acelerado. Se puede pasar de un charral a un bosque secundario en recuperación en plazos cortos (5 años en promedio).

Así, los ecosistemas tropicales son como una gigantesca fábrica de vida y biodiversidad que, además, funcionan como un sumidero de carbono cuyo desarrollo permitiría ralentizar los efectos del Cambio Climático, mientras se frena la masiva extinción de especies que afecta a nuestro planeta.

Situación actual: a lo largo del Antropoceno (desde al año 1.800 DC) y, en particular, durante las últimas cuatro décadas, los ecosistemas tropicales han desaparecido por cambios de uso del suelo, deforestación e incendios forestales (intencionales y naturales). Su área ha disminuido a la mitad y lo que queda, se está degradando rápidamente, con una significativa pérdida de biodiversidad y de su capacidad para almacenar dióxido de carbono. De paso, los suelos ricos en materia orgánica se degradan y erosionan, liberando el CO2 a la atmósfera, así como otros gases de efecto invernadero.

Gran parte de este deterioro ambiental tiene explicación por la ausencia de ordenamiento y planificación territorial, es decir, por una totalmente inadecuada gestión del territorio. A esto se suma el aumento de la población y, sobretodo, el incremento del consumo que produce una enorme presión sobre los recursos naturales de los países tropicales.

Y no nos referimos a la presión que produce los requerimientos de autoconsumo de esos países tropicales que, por lo general, son países pobres con una población muy alta (que vive con presupuestos de muy pocos dólares por día) y en crecimiento (salvo algunas pocas excepciones como Costa Rica), sino más bien a la presión que ejerce el consumo de los países ricos que requieren de productos agrícolas y ganaderos para satisfacer sus voraces necesidades que da su situación de confort.

Piña, banano, sorgo, frutas tropicales, café y otros cultivos, así como carne de res de primera calidad, son algunas de las actividades agrícolas y agropecuarias cuyo desarrollo productivo exige el uso de grandes extensiones de territorio que, debido a la falta de planificación territorial, sacrifican ecosistemas tropicales para implantarse en los territorios de los países pobres tropicales.

Así, conforme aumenta la degradación de los ecosistemas y los suelos de los países tropicales, aumenta también la pobreza. Hay una relación proporcional. También la desertificación se asocia a estos problemas, como la contaminación y degradación de los suelos, el aire y las fuentes de agua y los acuíferos de aguas subterráneas.

Conforme se degrada el ambiente de los países tropicales, se incrementan los problemas sociales y con ello, una cadena de impactos sociales de los cuales la migración hacia los países ricos (principalmente del hemisferio norte) se incrementa.

Es claro que, para cambiar esta grave tendencia de deterioro ambiental y social, se requieren aplicar acciones concretas cuya base piramidal lo constituye la efectiva y eficiente gestión del territorio de los países tropicales.

El cambio que se necesita: un cambio estratégico y fundamental del cual ya hemos escrito previamente, es la valoración y pago real, ambiental y con visión planetaria que debe tener un espacio geográfico que presenta un ecosistema natural.

No nos referimos al valor económico por hectárea o metros cuadrados que define la economía convencional a un terreno de este tipo. Por lo general, entre otros muchos factores de absoluta visión antropocéntrica y de uso inmobiliario (como los accesos y los servicios), estos terrenos son castigados y valorados como si estuvieran dañados por contener un ecosistema natural.
Incluso, cuando los mismos son objeto del pago de un servicio ambiental, el monto que se paga por hectárea es muy bajo (cerca de $ 70 – $ 75 dólares por hectárea por año en el caso de Costa Rica).

Bajo este esquema económico, es claro que los propietarios privados de terrenos que tienen ecosistemas naturales, salvo algunas excepciones, siempre van a estar tentados por los desarrolladores inmobiliarios que proponen fraccionamientos forestales, o bien por quienes extraen madera ilegal y especies de flora y fauna para que ceda y permita “aprovechar” las riquezas de esos terrenos cuyo verdadero tesoro son los ecosistemas que los conforman.

Se trata de una tentación económica a las que relativamente pocos propietarios no ceden. Se presenta en todo tipo de terrenos y en todos los países tropicales generando un grave efecto ambiental acumulativo que contribuye de forma notable con el deterioro de la Ecosfera terrestre.

La solución entonces, es darle el verdadero valor que tienen esos terrenos para confrontar la Crisis Climática, salvar la vida del planeta y restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre. También se deben incluir aquellos terrenos ya impactados y que tienen potencial para la regeneración y restauración de ecosistemas, cuya identificación debe provenir de la zonificación ambiental derivada del ordenamiento y la planificación del territorio.

Así, como hemos señalado (ver: http://www.allan-astorga.com/allan-astorga/2023/1/12/cop-27-urge-cambiar-la-estrategia-en-la-lucha-contra-el-cambio-climtico?rq=cop) la doble estrategia de tratar de descarbonizar la economía, combinada con la recuperación, protección y regeneración de suelos y ecosistemas tropicales multiplicaría las posibilidades de tener éxito. Para lograr esto, es indispensable la creación de cuentas ecológicas que financien la recuperación de ecosistemas. Sin ese financiamiento que debería provenir, principalmente, de la explotación de los combustibles fósiles, lograr el objetivo ser hará mucho más lento o muy difícil.

Ventajas múltiples: invertir en la recuperación, protección y regeneración de ecosistemas es la más importante inversión que debe hacer la humanidad en estos momentos. Lejos de seguir gastando ingentes cantidades de recursos económicos en armamento, ejércitos y guerras, la prioridad debe ser completamente otra.

Las ventajas son enormes, desde ralentizar los efectos de la Crisis Climática, hasta frenar la extinción masiva de especies en la que ya nos encontramos. Pero también hay otras ventajas sociales, dado que la inversión en ecosistemas tropicales permitirá impulsar a los países tropicales pobres hacia el progreso y el desarrollo económico. La creación de empleo, el desarrollo económico promovido por el uso sostenible de los recursos y la correcta y eficiente gestión del territorio producirán enormes avances en estos países, haciendo que la migración disminuya o desaparezca por completo; además de la mejoría en la calidad de vida.

La coyuntura es ahora. No hay tiempo para más postergaciones. De allí la importancia en seguir insistiendo en el tema.

Este artículo fue elaborado por el especialista Allan Astorga, de la ONG Salvaterra

a.astorga.g@gmail.com

El camino para salvar la Biodiversidad y detener la extinción masiva de especies

En esta tercera entrega de los artículos de SALVETERRA estaremos desarrollando el tema del estado biodiversidad en el planeta y la extinción masiva de especies en que nos encontramos sumergidos.

A pesar de ser una información que provoca preocupación, hay una luz de esperanza en la medida de que todavía es posible producir una reversión de la situación y mejorar las condiciones de restauración y recuperación de la vida en el planeta.
Estado de la biodiversidad: el informe Planeta Vivo es la publicación insignia del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), que se actualiza cada dos años. Se trata de un completo estudio de las tendencias de la biodiversidad mundial y la salud del planeta. El último es del año 2022.

El informe Planeta Vivo 2022 proporciona la evidencia científica para respaldar lo que la naturaleza ha estado demostrando repetidamente: la actividad humana insostenible está deteriorando rápidamente los sistemas naturales del planeta y que son lo que sustentan la vida en la Tierra.

Así, se revela una disminución promedio del 69 % en poblaciones de especies desde 1970 hasta ahora. La vida en el planeta Tierra está desapareciendo rápidamente, incluyendo la extinción de especies y una notable disminución de la biodiversidad.

La situación de los continentes, también se refleja en los océanos donde la población marina se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años a causa de la sobrepesca y la contaminación. Se trata de un asunto muy grave.

Es importante aclarar que la pérdida de biodiversidad en el planeta no es lo mismo que el Cambio Climático. Son dos temas diferentes, pero que pueden estar relacionados. Se trata de dos fuentes de crisis que tienen que ser atendidas de forma separada, aunque en algunos casos, pueden tener soluciones parciales comunes.

Causas de la pérdida de biodiversidad: el 75% de la superficie terrestre libre de hielo ha sido modificada por los seres humanos. Los últimos lugares vírgenes se concentran en apenas unos pocos países: Rusia, Canadá, Brasil y Australia.
Lugares que son vulnerables a efectos del Cambio Climático como las severas sequías y los incendios forestales que les pueden provocar graves daños irreversibles.

La principal causa de la pérdida de la biodiversidad es el cambio de uso del suelo. La deforestación de los bosques para instalar zonas de ganadería o de cultivo, o para desarrollo de nuevas zonas urbanas, son las principales fuentes de deterioro. Con el crecimiento de la población humana se incrementa la presión hacia los ecosistemas y con ello, su desequilibrio, fragmentación y desaparición.

El informe señala que América Latina registra el mayor descenso regional de la abundancia de población media (94 %), mientras que, respecto a especies, las poblaciones de aguas dulce muestran un mayor descenso general a escala mundial (83 %).

Las seis principales amenazas a la biodiversidad corresponden con la agricultura, la sobreexplotación marina, tala de árboles, contaminación, especies invasoras y cambio climático.

Extinción de especies: el declive es una evidencia clara del daño que los seres humanos están causando en la naturaleza, afirmó Andrew Terry, director de conservación de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), que señala: “Si no cambia nada, estas poblaciones salvajes sin duda seguirán cayendo, empujando especies hacia la extinción y amenazando la integridad de ecosistemas de los que dependemos”.

Los científicos creen que la Tierra se dirige hacia un “evento de extinción masiva”, el sexto (o séptimo) en los últimos 500 millones de años. “Ahora tenemos pruebas abrumadoras de que estamos perdiendo especies a una velocidad alarmante”, le dijo a la BBC el profesor Alexandre Antonelli, director de ciencia en el jardín botánico de Londres, Kew Gardens.

La última vez que tuvimos una situación similar fue hace unos 66 millones de años, y fue causada por un asteroide que golpeó la Tierra, dijo, aunque esta vez, “los humanos son los únicos culpables”. Según las estimaciones, las tasas de extinción actuales son aproximadamente 1.000 veces más altas que antes de que aparecieran los humanos.

Desde 2001, Indonesia ha perdido millones de hectáreas de selva tropical prístina. Las pérdidas disminuyeron en 2018 alrededor de un 40% gracias a una legislación gubernamental más estricta y un período de lluvias que limitó los incendios forestales, sin embargo, las plantaciones de aceite de palma han erosionado gradualmente los hábitats restantes de las poblaciones de orangutanes en peligro de extinción.

Los organismos del suelo, muchas especies de plantas y los insectos, también están disminuyendo, lo que pone en riesgo la continuidad de muchos procesos de los que todos dependemos. La desaparición de organismos del suelo afecta los ciclos de nutrientes, lo que a su vez puede disminuir la producción vegetal y si algunos insectos se extinguen, muchas plantas perderían la capacidad de reproducirse.

El énfasis que hace el informe en estos otros conjuntos de seres vivos es uno de sus aspectos más importantes. Al depender de suelos saludables, irrigación, organismos polinizadores y control biológico de plagas, la producción mundial de alimentos puede colapsar en la medida que los ecosistemas dejen de ser resilientes a consecuencia de prácticas agropecuarias inadecuadas.

En la selva amazónica, en cada hectárea de bosque natural se presentan cerca de 450 especies de árboles y cerca de 14 mil árboles. Cuando los árboles están cerca de los ríos, una gran cantidad de peces obtienen su alimentación de lo que cae desde lo alto. Inclusive tiene relación con el suelo, donde habitan hongos, microorganismos y neófitos que morirían sin su presencia. La fauna asociada, que consume flores, frutos y hojas, también depende del árbol. En la naturaleza todo está conectado.

La opinión del autor de la fuente citada concluye: “El resultado de estos modelos es contundente y esperanzador. Es urgente asumir, a toda costa, la tarea colectiva de frenar y revertir la trayectoria descendente de estos indicadores durante los próximos diez años, de forma tal que, para finales del siglo, se encuentren en franca recuperación. Si queremos asegurar una segunda oportunidad sobre la Tierra para la especie humana, debemos iniciarla de inmediato”.

Urgencia de aplicar soluciones efectivas: como hemos mencionado antes, el deterioro sistemático de los ecosistemas y la biodiversidad se ha dado de forma acumulativa por más de dos siglos. Acumulativa y ubicua (en todo el planeta) de manera que no podemos esperar que sea por la adquisición de una política global que se logre una solución efectiva. Se requiere de la participación de todos y cada uno de los habitantes del planeta cumpliendo una resolución del consejo de seguridad de la ONU.

Como hemos señalado también, los bosques tropicales son los biomas más biodiversos y ricos en biodiversidad del planeta. De allí que el paso estratégico en la reversión de la pérdida de biodiversidad es la protección de lo que todavía queda y la restauración de nuevos bosques tropicales en todo el mundo. Estimamos que deben ser al menos 250 millones de hectáreas en América Latina, África y el sureste de Asia, principalmente.

Se trata de una tarea que requiere revertir el uso del suelo, de zonas de agricultura y pastos hacia bosques tropicales. Esto, dentro de un esquema de ordenamiento y planificación territorial que zonifique el territorio para que, a pesar de esa transformación todavía siga habiendo campos de cultivo y ganadería para alimentar a la población humana. Se trata de poner orden donde durante siglos ha permanecido el desorden. Es nuestro único camino.

En SALVETERRA® hemos desarrollado la metodología para promover ordenamiento y planificación territorial sistemático que permita recuperar la biodiversidad y luchar contra el cambio climático, mientras se establecen zonas de producción agroalimentaria regenerativa y de desarrollo urbano sustentable para garantizar el progreso humano. La tarea no es sencilla, pero es posible. Se requiere aplicar con la participación de todos los ciudadanos y gobiernos locales del mundo en el menor plazo posible.

Nuestros estudios de más de 20 años nos muestran que si es posible. Lo que ocupamos es empezar a implementar las acciones correctivas ya, sin postergaciones. Soluciones que requieren de una visión global, pero de acciones locales y sistemáticas. Un verdadero cambio de paradigma.

El deterioro de la biodiversidad, al igual que el cambio climático, no respeta fronteras. De igual forma las medidas correctivas deben ser homogéneas y estandarizadas. Por eso es tan importante que todos cobremos conciencia de la importancia de actuar con visión planetaria y superar la miope visión local.
(allan@salveterra.life)

aastorga.g@gmail.com

Planificación urbana y la des-planificación ambiental del territorio en Costa Rica

Uno de los mayores problemas ambientales que afecta a Costa Rica y a otros muchos países es la ausencia de una correcta y efectiva planificación estratégica, incluyendo como parte de esta, el ordenamiento y la planificación territorial.

Hemos señalado en nuestros escritos previos (ver: www.allan-astorga.com) que esta es la herramienta fundamental para combatir el Cambio Climático y el deterioro de la Ecosfera terrestre. Además, es vital para la sobrevivencia humana y para garantizar el progreso de su economía con una verdadera sustentabilidad ambiental.

Planificación urbana: este tema, por su parte, es un asunto completamente diferente. Aunque originalmente se planteó de una forma disímil, se convirtió en una forma humanamente egoísta y avariciosa de ordenar y planificar el territorio con fines depredadores por parte de la actividad inmobiliaria y constructiva. Es decir, un desarrollo sin sustentabilidad ambiental real.

En Costa Rica se hace planificación urbana desde hace más de medio siglo. Los resultados están a la vista.

Situación del país: en la Gran Área Metropolitana (GAM) se han urbanizado y se siguen urbanizando las laderas de las montañas del sur y de norte del Valle Central. Esto, a pesar de que se trata de zonas de graves riesgos geológicos (terremotos, laderas inestables, fallas geológicas activas) y susceptibles a graves efectos del Cambio Climático (deslizamientos, inundaciones y flujos sedimentarios).

Cuando se advirtió eso, hace más de 10 años, con los estudios del PRUGAM (Plan regional urbano de la GAM), la presión de los sectores inmobiliarios y de construcción llevó a que el INVU no aprobara el PRUGAM a pesar de que había obtenido la aprobación ambiental por parte de la SETENA.

Se generó así un gran daño a la población de la GAM. Todo para que los intereses del sector inmobiliario y de la construcción se mantuvieran con sus objetivos de siempre.

La misma situación ocurre en todo el país. Incluyendo las llamadas ciudades intermedias como San Isidro de Pérez Zeledón, Ciudad Quesada, Turrialba, Limón, Guápiles, Gran Puntarenas y Liberia. Y también en los centros urbanos más pequeños la situación es muy similar.

Solo en la GAM, para el año 2008, identificamos más de 1.000 zonas críticas de construcciones en condiciones de alto y muy alto riesgo. Lugares como La Trinidad de Moravia, la urbanización Valladolid en Desamparados y la misma Quebrada Lajas de Escazú, donde un deslizamiento y el desarrollo de un flujo provocó la muerte de 24 personas incluyendo a cuatro niños.

Algo que pudo haberse evitado si los intereses económicos no fueran la única prioridad de la planificación urbana.

Condición de riesgo: la situación de peligro ante desastres de las construcciones en la GAM se ha agravado aún más en la última década. Ya para el 2008 nuestros estudios señalaban que cerca del 25 – 30 % de todas las edificaciones se encontraban en esas condiciones de alto y muy alto riesgo. Algo que ha subido en al menos un 10 % más en últimos 14 años.

Las construcciones se han seguido desarrollando en sitios no aptos. Con la enorme gravedad de hacer que las personas adquieran costosas y eternas (y heredables) hipotecas para adquirir una casa cuya seguridad es muy dudosa y que, en el caso de un evento de desastre que la afecte, haciéndola inhabitable, tendrán que seguir pagando a los bancos.

Bancos que ya le han cancelado a los inmobiliarios y los constructores quienes no se considerarán, salvo en raras excepciones, responsables de los daños y las consecuencias de esos desastres. Una clara muestra de los verdaderos intereses de esos sectores.


Interés económico predominante: intereses que ahora, nuevamente, van a hacer retroceder al país más de 25 años, restaurando por completo la planificación urbana de alto interés económico y enterrando el avance que había dado el país en materia de ordenamiento ambiental del territorio.
A tal grado de extremo cinismo ha llegado la posición de quienes defienden esos retrógrados intereses económicos de los sectores inmobiliarios y de construcción que lograron engañar a los magistrados de la Sala Constitucional. Les dijeron la mentira de que no había planes reguladores debido a la existencia de la metodología para introducir de la variable ambiental en los planes reguladores, vigente desde el 2006.

Algo absolutamente falso, pues mientras que la SETENA otorgó más de 45 viabilidades ambientales desde el 2006 a sendos planes de ordenamiento territorial, el INVU solo logró aprobar 7 planes reguladores, cuatro de ellos generados por el PRUGAM para los cantones de Paraíso, Oreamuno, El Guarco y Cartago. La evidencia es contundente.

Desde que se publicó el Decreto Ejecutivo 32967 – MINAE y, especialmente, desde que se otorgó la viabilidad ambiental al PRUGAM, hemos dado una desigual lucha contra esos intereses económicos por mantener en vigencia el Ordenamiento Ambiental y la Planificación Territorial. Sin embargo, ahora parece que los sectores inmobiliarios y de construcción han ganado.

Un nuevo decreto ejecutivo será publicado para instaurar una metodología que sustituya la de los índices de Fragilidad Ambiental (IFA). Y aunque, en dicha metodología, se hable del tema ambiental y del Cambio Climático, la verdad es que se está restaurando, nuevamente, la simple planificación urbana para satisfacer los intereses de los inmobiliarios y los constructores. A este respecto llama mucho la atención el papel que ha jugado el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos (MIVAH) y no así, del Ministerio de Ambiente y Energía. Algo que nos debería llamar la atención de por dónde va el interés con esta metodología sustitutiva.

Tutela constitucional de protección del ambiente: la metodología sustitutiva es tan permisiva que, si los cráteres de los volcanes no fueran parques nacionales, posiblemente serían urbanizados.

La situación señalada deja en un lugar muy incómodo a los gobiernos locales y sus comunidades, sobre todo aquellos que tienen mayor conciencia por la protección del ambiente y los recursos naturales. Ahora, como sustituto de los reglamentos urbanos del INVU y que siguen la línea del “desarrollo urbano” a mansalva, tendrán planes reguladores al gusto de los intereses de los sectores inmobiliarios y de la construcción. Es decir, prácticamente se quedan sin alternativa, salvo que, por autonomía municipal, fijen sus propios lineamientos según lo permite la Ley de Planificación Urbana.

Los planes reguladores serán prácticamente impuestos, según una metodología de integración de la variable ambiental que, a todas luces, desprotege el ambiente y favorece un desarrollo urbano basado en la especulación inmobiliaria y el desarrollo indiscriminado de construcciones donde “exista más plusvalía” y, no necesariamente, menor fragilidad ambiental.

Sobre este asunto, el autor escribió, en noviembre del 2021, a todas las municipalidades del país para llamar la atención sobre lo que estaba sucediendo y explicando la gravedad que implica el cambiar la metodología de integración de la variable ambiental en los planes reguladores. Al respecto, es de gran importancia que los ciudadanos y sus gobiernos locales reflexionen sobre el futuro de su cantón o distrito y equiparen el derecho de la naturaleza al de las comunidades. No hacerlo representa sacrificar el futuro de su hogar común.

Decepcionante paradoja: llama poderosamente la atención que una administración de gobierno que se ha ufanado de ser protectora del ambiente venga ahora, precisamente, al final de su gestión ha lograr una acción tan decepcionante y desafortunada. Algo por lo cual será recordada para siempre, incluso por las generaciones futuras.

Y resulta paradójica en la medida de que, como hemos señalado insistentemente, la forma de salvar y ayudar a la vida de la Ecosfera terrestre y a luchar, de forma seria, contra el Cambio Climático, es el Ordenamiento y la Planificación Ambiental del Territorio. Sin este proceso, debidamente bien realizado, no se va a lograr ralentizar o revertir el desastre que se aproxima.

Oportunidad de modernización total: pese a eso, y en medio del desastre, se abre una oportunidad de cambiar ese grosero error y cambiar todo el sistema imperante, para, no solo, reestablecer el Ordenamiento y la Planificación Ambiental del Territorio de forma correcta, sino, también, para agilizar e impulsar el desarrollo socioeconómico sustentable de nuestro país. Se trata de un tema de gran visión y de inteligencia, características que, desafortunadamente, las autoridades que pronto se van, parecen tener una seria limitación.