biodiversidad

COP 28: nuevo “plato de babas” y fracaso

COP 28: nuevo “plato de babas” y fracaso

Las cumbres sobre Cambio Climático, como la COP 27 del año 2022 realizada en Egipto siguen teniendo, según nuestro criterio, un enfoque equivocado. No dudamos de que muchos de los participantes tienen la mayor y mejor voluntad de lograr avances. Más, sin embargo, todo parece indicar que se trata de un asunto de paradigma.

Hay una confusión de objetivos, prioridades y expectativas.La Crisis Climática no ha terminado y más bien está empeorando. Los recursos deben ser invertidos en acciones preventivas globales.Las acciones que apremia tomar deben ser locales, pero con visión planetaria, es decir, de acción ubicua. La efectividad de las acciones debe llevar como resultado dar insumos a los gobiernos locales para que, junto con sus comunidades, puedan tomar acciones concretas en sus territorios jurisdiccionales. Mientras esto no se haga no podemos decir que estamos avanzando.

Los cambios que se necesitan en las negociaciones sobre el Cambio Climático

Los cambios que se necesitan en las negociaciones sobre el Cambio Climático

Las cumbres sobre Cambio Climático, como la COP 27 del año 2022 realizada en Egipto siguen teniendo, según nuestro criterio, un enfoque equivocado. No dudamos de que muchos de los participantes tienen la mayor y mejor voluntad de lograr avances. Más, sin embargo, todo parece indicar que se trata de un asunto de paradigma.

Hay una confusión de objetivos, prioridades y expectativas.La Crisis Climática no ha terminado y más bien está empeorando. Los recursos deben ser invertidos en acciones preventivas globales.Las acciones que apremia tomar deben ser locales, pero con visión planetaria, es decir, de acción ubicua. La efectividad de las acciones debe llevar como resultado dar insumos a los gobiernos locales para que, junto con sus comunidades, puedan tomar acciones concretas en sus territorios jurisdiccionales. Mientras esto no se haga no podemos decir que estamos avanzando.

El camino para salvar la Biodiversidad y detener la extinción masiva de especies

En esta tercera entrega de los artículos de SALVETERRA estaremos desarrollando el tema del estado biodiversidad en el planeta y la extinción masiva de especies en que nos encontramos sumergidos.

A pesar de ser una información que provoca preocupación, hay una luz de esperanza en la medida de que todavía es posible producir una reversión de la situación y mejorar las condiciones de restauración y recuperación de la vida en el planeta.
Estado de la biodiversidad: el informe Planeta Vivo es la publicación insignia del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), que se actualiza cada dos años. Se trata de un completo estudio de las tendencias de la biodiversidad mundial y la salud del planeta. El último es del año 2022.

El informe Planeta Vivo 2022 proporciona la evidencia científica para respaldar lo que la naturaleza ha estado demostrando repetidamente: la actividad humana insostenible está deteriorando rápidamente los sistemas naturales del planeta y que son lo que sustentan la vida en la Tierra.

Así, se revela una disminución promedio del 69 % en poblaciones de especies desde 1970 hasta ahora. La vida en el planeta Tierra está desapareciendo rápidamente, incluyendo la extinción de especies y una notable disminución de la biodiversidad.

La situación de los continentes, también se refleja en los océanos donde la población marina se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años a causa de la sobrepesca y la contaminación. Se trata de un asunto muy grave.

Es importante aclarar que la pérdida de biodiversidad en el planeta no es lo mismo que el Cambio Climático. Son dos temas diferentes, pero que pueden estar relacionados. Se trata de dos fuentes de crisis que tienen que ser atendidas de forma separada, aunque en algunos casos, pueden tener soluciones parciales comunes.

Causas de la pérdida de biodiversidad: el 75% de la superficie terrestre libre de hielo ha sido modificada por los seres humanos. Los últimos lugares vírgenes se concentran en apenas unos pocos países: Rusia, Canadá, Brasil y Australia.
Lugares que son vulnerables a efectos del Cambio Climático como las severas sequías y los incendios forestales que les pueden provocar graves daños irreversibles.

La principal causa de la pérdida de la biodiversidad es el cambio de uso del suelo. La deforestación de los bosques para instalar zonas de ganadería o de cultivo, o para desarrollo de nuevas zonas urbanas, son las principales fuentes de deterioro. Con el crecimiento de la población humana se incrementa la presión hacia los ecosistemas y con ello, su desequilibrio, fragmentación y desaparición.

El informe señala que América Latina registra el mayor descenso regional de la abundancia de población media (94 %), mientras que, respecto a especies, las poblaciones de aguas dulce muestran un mayor descenso general a escala mundial (83 %).

Las seis principales amenazas a la biodiversidad corresponden con la agricultura, la sobreexplotación marina, tala de árboles, contaminación, especies invasoras y cambio climático.

Extinción de especies: el declive es una evidencia clara del daño que los seres humanos están causando en la naturaleza, afirmó Andrew Terry, director de conservación de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), que señala: “Si no cambia nada, estas poblaciones salvajes sin duda seguirán cayendo, empujando especies hacia la extinción y amenazando la integridad de ecosistemas de los que dependemos”.

Los científicos creen que la Tierra se dirige hacia un “evento de extinción masiva”, el sexto (o séptimo) en los últimos 500 millones de años. “Ahora tenemos pruebas abrumadoras de que estamos perdiendo especies a una velocidad alarmante”, le dijo a la BBC el profesor Alexandre Antonelli, director de ciencia en el jardín botánico de Londres, Kew Gardens.

La última vez que tuvimos una situación similar fue hace unos 66 millones de años, y fue causada por un asteroide que golpeó la Tierra, dijo, aunque esta vez, “los humanos son los únicos culpables”. Según las estimaciones, las tasas de extinción actuales son aproximadamente 1.000 veces más altas que antes de que aparecieran los humanos.

Desde 2001, Indonesia ha perdido millones de hectáreas de selva tropical prístina. Las pérdidas disminuyeron en 2018 alrededor de un 40% gracias a una legislación gubernamental más estricta y un período de lluvias que limitó los incendios forestales, sin embargo, las plantaciones de aceite de palma han erosionado gradualmente los hábitats restantes de las poblaciones de orangutanes en peligro de extinción.

Los organismos del suelo, muchas especies de plantas y los insectos, también están disminuyendo, lo que pone en riesgo la continuidad de muchos procesos de los que todos dependemos. La desaparición de organismos del suelo afecta los ciclos de nutrientes, lo que a su vez puede disminuir la producción vegetal y si algunos insectos se extinguen, muchas plantas perderían la capacidad de reproducirse.

El énfasis que hace el informe en estos otros conjuntos de seres vivos es uno de sus aspectos más importantes. Al depender de suelos saludables, irrigación, organismos polinizadores y control biológico de plagas, la producción mundial de alimentos puede colapsar en la medida que los ecosistemas dejen de ser resilientes a consecuencia de prácticas agropecuarias inadecuadas.

En la selva amazónica, en cada hectárea de bosque natural se presentan cerca de 450 especies de árboles y cerca de 14 mil árboles. Cuando los árboles están cerca de los ríos, una gran cantidad de peces obtienen su alimentación de lo que cae desde lo alto. Inclusive tiene relación con el suelo, donde habitan hongos, microorganismos y neófitos que morirían sin su presencia. La fauna asociada, que consume flores, frutos y hojas, también depende del árbol. En la naturaleza todo está conectado.

La opinión del autor de la fuente citada concluye: “El resultado de estos modelos es contundente y esperanzador. Es urgente asumir, a toda costa, la tarea colectiva de frenar y revertir la trayectoria descendente de estos indicadores durante los próximos diez años, de forma tal que, para finales del siglo, se encuentren en franca recuperación. Si queremos asegurar una segunda oportunidad sobre la Tierra para la especie humana, debemos iniciarla de inmediato”.

Urgencia de aplicar soluciones efectivas: como hemos mencionado antes, el deterioro sistemático de los ecosistemas y la biodiversidad se ha dado de forma acumulativa por más de dos siglos. Acumulativa y ubicua (en todo el planeta) de manera que no podemos esperar que sea por la adquisición de una política global que se logre una solución efectiva. Se requiere de la participación de todos y cada uno de los habitantes del planeta cumpliendo una resolución del consejo de seguridad de la ONU.

Como hemos señalado también, los bosques tropicales son los biomas más biodiversos y ricos en biodiversidad del planeta. De allí que el paso estratégico en la reversión de la pérdida de biodiversidad es la protección de lo que todavía queda y la restauración de nuevos bosques tropicales en todo el mundo. Estimamos que deben ser al menos 250 millones de hectáreas en América Latina, África y el sureste de Asia, principalmente.

Se trata de una tarea que requiere revertir el uso del suelo, de zonas de agricultura y pastos hacia bosques tropicales. Esto, dentro de un esquema de ordenamiento y planificación territorial que zonifique el territorio para que, a pesar de esa transformación todavía siga habiendo campos de cultivo y ganadería para alimentar a la población humana. Se trata de poner orden donde durante siglos ha permanecido el desorden. Es nuestro único camino.

En SALVETERRA® hemos desarrollado la metodología para promover ordenamiento y planificación territorial sistemático que permita recuperar la biodiversidad y luchar contra el cambio climático, mientras se establecen zonas de producción agroalimentaria regenerativa y de desarrollo urbano sustentable para garantizar el progreso humano. La tarea no es sencilla, pero es posible. Se requiere aplicar con la participación de todos los ciudadanos y gobiernos locales del mundo en el menor plazo posible.

Nuestros estudios de más de 20 años nos muestran que si es posible. Lo que ocupamos es empezar a implementar las acciones correctivas ya, sin postergaciones. Soluciones que requieren de una visión global, pero de acciones locales y sistemáticas. Un verdadero cambio de paradigma.

El deterioro de la biodiversidad, al igual que el cambio climático, no respeta fronteras. De igual forma las medidas correctivas deben ser homogéneas y estandarizadas. Por eso es tan importante que todos cobremos conciencia de la importancia de actuar con visión planetaria y superar la miope visión local.
(allan@salveterra.life)

aastorga.g@gmail.com

Límites planetarios y progreso humano

Recientemente, en Netflix se ha puesto a disposición del público un documental muy importante: “Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta”. El documental resume los principales resultados obtenidos por el profesor sueco Johan Rockström, director adjunto del Instituto Potsdam en Alemania para la Investigación del Impacto Climático, así como de un extenso grupo de colaboradores. Los datos científicos presentados son de una enorme relevancia para todos los seres humanos y, en general, para la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. De allí que, tratando de mantener los datos aportados de la manera más pura, procuramos hacer una síntesis de los resultados y un análisis de los mismos desde nuestra perspectiva. Esto, con un objetivo meramente educativo, divulgativo y formativo.

Holoceno: se trata de un periodo geológico que se inició hace aproximadamente 10 mil años antes del presente. Es un periodo interglaciar que se inició desde el final de la última gran glaciación que tardó aproximadamente 8 mil años. Tiene una característica especial, pues fue un periodo establece, con variaciones de temperatura de más – menos un grado Celsius. Esto permitió el desarrollo de la agricultura en todo el planeta y con ello, el desarrollo de las diferentes civilizaciones. Durante todo este tiempo la humanidad floreció y se desarrolló, siempre con una población cuyo efecto ambiental neto en la Ecosfera terrestre fue de baja significancia. Hay concordancia científica de que el Holoceno finaliza cerca del año 1.800 DC, cuando comienza el Antropoceno.

Antropoceno: se denomina a este periodo, el tiempo de poco más de dos siglos en que la humanidad ha generado efectos muy significativos en la Ecosfera terrestre, caracterizada en muchos casos por el desarrollo de un efecto exponencial: crecimiento de población humana y su consumo, quema de combustibles fósiles y aumento de CO2 en la atmósfera, extinción de especies y degradación de biomas, ecosistemas y suelos, entre otros recursos.

Los estudios de Rockström y sus colaboradores han identificado nueve límites planetarios que permiten medir el grado de afectación que ha producido la humanidad en la Naturaleza hasta llevarla a un estado crítico. Como parte de esos indicadores de impacto, se han establecido tres zonas: segura (verde), de peligro (naranja) y de riesgo (roja). El estudio trató de fundamentar la cuantificación de los límites críticos (inferior y superior) en esos indicadores, aunque en algunos no fue posible todavía.

Temperatura: este factor es muy importante, tanto para la atmósfera como para los océanos. Desde el año 1.800 se ha incrementado, en promedio, 1,2° Celsius, de allí que se hable de un calentamiento global y de un cambio climático que se pone de manifiesto de muchas formas que ya casi todos conocemos: huracanes, tormentas, más lluvias, inundaciones y deslaves o, en su defecto, sequías extremas y grandes incendios. Los casquetes polares de agua dulce, particularmente de Groenlandia y la Antártica son claves para la estabilidad de la temperatura. Sin embargo, el aumento de temperatura está llevando, desde hace varias décadas a la fusión de sus hielos. Algo que, también, produce un ascenso relativo del nivel del mar. Se ha establecido un limite inferior de 350 partes por millón (ppm) de CO2 para entrar en la zona de peligro. Ese límite lo alcanzamos en el año 1988. En mayo del 2021 alcanzamos la cifra de 417 ppm. El límite para la zona de riesgo es de 450 ppm que, muy probablemente, se alcanzaría alrededor del 2030. A partir de ese límite, podríamos entrar en un punto de no retorno, respecto a los principales efectos del Cambio Climático. Algo que debería preocuparnos desde ahora.

Biomas: se trata de las grandes biozonas en que se divide la Ecosfera terrestre dado que tienen un clima común, así como flora y fauna. Uno de los biomas más importantes, son los bosques tropicales como el de la Amazonia. Los efectos del cambio climático han hecho que la estación seca en la Amazonia se incremente 6 días por década. Si la estación seca llegara a alcanzar una duración 4 meses, se cambiaría el bioma de bosque tropical por el de la sabana. Ya se ha perdido el 20 % de los bosques tropicales de la Amazonía. En el mundo, se ha perdido el 40 % de todos los bosques. Se considera el límite inferior como el 25 %, por lo que ya estamos en la zona de peligro y acercándonos a la zona de riesgo.

Biodiversidad: un millón de los ocho millones de especies conocidas se encuentran en peligro de extinción. Nos encontramos dentro de un periodo de Gran Extinción Masiva de especies. En los últimos 50 años acabamos con el 68 % de las poblaciones mundiales de especies silvestres. Los insectos, incluyendo las abejas y otros polinizadores están disminuyendo notablemente, con el agravante de que cerca del 60 % de los productos agrícolas que consumimos requieren de esos polinizadores. No es sencillo poner un límite debido a la cantidad de especies involucradas y sus características. No obstante, está claro que ya nos encontramos en la zona de peligro.

Agua: el acceso al agua dulce y potable se considera un indicador muy importante. Los estudios muestran que, en la actualidad, cada ser humano consume al día 3 mil litros de agua, 2.500 de los cuales se usan para la producción de alimentos por medio de la agricultura. El estudio valoró todas las cuencas hidrográficas y el abastecimiento de las poblaciones humanas. Se considera que, aunque ya hay lugares del mundo con problemas de acceso al agua, todavía nos encontramos en una zona segura.

Nutrientes: se vincula al uso de fertilizantes en los suelos y a su acarreo hacia los océanos. Se refleja principalmente por el incremento de nitrógeno y fósforo en los océanos, muchos de los cuales presentan “zonas muertas” con ausencia de organismos, debido la eutroficación (falta de oxígeno). Durante las últimas décadas, con el incremento de la población humana y la presión hacia la producción de alimentos, la contaminación de los mares se ha incrementado notablemente, habiendo pasado ya, el límite inferior, por lo que nos encontramos en una zona de peligro.

Acidificación de los océanos: en las últimas décadas los océanos del mundo se han hecho 26 % más ácidos. Esto, debido a la contaminación producida desde los continentes. Se trata de un asunto grave, pues muchos de los organismos marinos, desde el plancton hasta los corales, pasando por las conchas de bivalvos, gasterópodos y otras muchas especies tienen exoesqueletos carbonatados que son muy susceptibles a las aguas oceánicas ácidas. En el pasado, la acidificación de los océanos produjo grandes extinciones masivas de especies. Pese a eso, se considera que todavía nos encontramos en una zona segura, aunque el blanqueamiento de las grandes barreras coralinas del mundo nos parece indicar que estamos cerca de entrar en la zona de peligro.

Otros contaminantes: se trata de una serie de nuevas entidades producidas por los seres humanos que producen una fuerte contaminación de los océanos y también de los cuerpos de agua continentales, incluyendo el suelo y los acuíferos. Se incluyen los plásticos, los contaminantes persistentes y los metales pesados, entre otros. Los límites no están cuantificados, por lo que no está claro si estamos todavía en la zona segura o de peligro.

Aerosoles: son partículas, muy pequeñas, sólidas o líquidas suspendidas en un gas como el aire. Pueden ser de origen natural, como las cenizas volcánicas o el polvo del desierto o de tipo antrópico, como el producido por las quemas de vegetación y, principalmente, la quema de combustibles fósiles que aporta el 75 % de los aerosoles que contaminan la atmósfera. Producen un efecto de oscurecimiento y por tanto de enfriamiento de la atmósfera, pudiendo “tapar” hasta el 40 % del calentamiento global, lo cual, lejos de ser positivo, resulta altamente negativo pues evita conocer la situación real. Esta contaminación que afecta principalmente las grandes urbes del planeta es la responsable directa de la muerte de 7,5 millones de personas por año. De allí que, aunque no está cuantificado, para algunos científicos significa que estamos en una zona de peligro.

Ozono: se trata de una capa de la atmósfera superior que funciona como un filtro natural de los rayos ultravioletas que produce el sol. En los años 80 se abrió un agujero que se expandió mucho y alcanzó grandes zonas de la Antártica y del hemisferio sur. Es un muy buen ejemplo de cómo de si es posible revertir los límites con un esfuerzo colectivo de la humanidad. Se pasó de una zona de riesgo a una zona segura.

Estos son los nueve indicadores ambientales clave del planeta. Es posible que existan algunos adicionales, como por ejemplo la degradación de los suelos (desertificación) y la sobreexplotación pesquera de los océanos; no obstante, esos indicadores dan una mucho más clara imagen de la situación de desequilibrio de la Ecosfera terrestre que solamente considerar el tema del Cambio Climático como se hace frecuente y erróneamente.

Tendencia: las evidencias del desequilibrio de la Ecosfera terrestre se evidencian cada vez con mayor frecuencia: desastres climáticos, catastróficos incendios forestales, extensas sequías, extinción de especies, reducción de ecosistemas, blanqueo de corales y muerte de arrecifes coralinos, entre otros.

El mayor problema que hay con los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre identificados por el Dr. Rockström y su equipo de colaboradores es que, exceptuando el caso del Ozono, muestran una tendencia de movimiento hacia las zonas de peligro o a las zonas de riesgo. Nos estamos acercando a los límites de no retorno. Esto, acentuado durante al menos los últimos 40 años, desde 1980, aproximadamente.

La tendencia que se tiene requiere de un cambio rápido. Tanto es así, que el Profesor Rockström la compara con una situación grave de seguridad mundial, similar a la situación de la potencial caída de un gran meteorito (de nivel de extinción) en la Tierra. Señala que si esa fuera la causa de la crisis, se encenderían todas las alarmas y la humanidad se avocaría a poner todos sus esfuerzos por eliminar ese peligro. Sin embargo, en el caso del desequilibrio ecosférico la situación no se toma así, porque las consecuencias no se ven “tan pronto” y por eso, no se consideran “tan graves”; aunque si es verdaderamente grave y urgente.

Soluciones: coincidimos plenamente con Rockström cuando señala que el principio de solución a este grave problema en que se encuentra nuestra especie humana es un tema prioritario para ser discutido por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Se requiere de decisiones estratégicas que lleven a acciones de carácter vinculante y de alcance global. Decisiones rápidas, eficientes y efectivas.

En primer lugar, se requiere una reducción del contenido de CO2 en la atmósfera. Por un lado, con una reducción exponencial de las emisiones por quemado de combustibles fósiles. Por otro, por medio de la captura de CO2 basado en el desarrollo de nuevos bosques, tal y como hemos planteado (ver: www.allan-astorga.com), referente al desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos bosques y suelos tropicales (en esta década) que, además, permitirán recuperar, al menos en parte, la biodiversidad. Esta es una tarea fundamental y vital que requiere ser implementada de manera urgente. Cada día cuenta.

Otra solución comprende la disposición de la humanidad de cambiar nuestra alimentación hacia alimentos más naturales, preferentemente aquellos cuya producción sea regenerativa y, además, que no generen contaminación.

Desde nuestro punto de vista, seguimos señalando que, debido a que el desequilibrio a la Ecosfera terrestre se ha generado de forma puntual, acumulativa y ubicua; la meta de equilibrarla nuevamente debe partir de acciones locales, multiplicativas y globales basada en ordenamiento y planificación estratégica del territorio. Los estudios realizados por más de 20 años nos muestran que este es el correcto camino debido a que permite desarrollar progreso humano sustentable, basado cada vez más en una economía circular y sostenible, junto con la reducción de los límites planetarios, la restauración del sistema en zonas seguras y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Solo tenemos una oportunidad y debemos aprovecharla lo antes posible.