¿Cuál es nuestro plan energético?

En días pasados, nuestro país rompió el récord de producción de energía térmica a partir de hidrocarburos. Es un negativo antecedente que nos da indicio de una grave tendencia: el país se hace cada vez más dependiente de los hidrocarburos para la producción de energía. Es algo que nos debe llamar a la reflexión y a la acción. Ante todo, debe llevarnos a plantear la pregunta de si realmente tenemos un plan energético a largo plazo, debidamente consensuado.

Viendo la forma en que surgen ciertos planteamientos, la respuesta parece ser negativa. Mientras el ICE “pone todos los huevos en el mismo canasto” de la generación de energía hidroeléctrica, con proyectos como el Reventazón y el Diquís, el ministro del Ambiente, don René Castro, nos habla de desarrollar un plan basado en utilizar el gas natural y también de extraer energía geotérmica de los parques nacionales.

También se nos habla de un “plan de contingencia eléctrica”, que tiene como finalidad abrir aún más el mercado eléctrico a las empresas privadas y que, soslayadamente, incluye un mecanismo de debilitamiento del mismo ICE, como proveedor de energía.

El ministro René Castro nos habla de un viaje reciente para negociar con Catar volúmenes de gas, pero omite decirnos qué se ha hecho con Trinidad y Tobago, primer exportador de gas natural en la región.

Preguntas importantes. Ante este panorama, y esta sensación de improvisación, y dado que, por lo visto, no se tiene pensado realizar una proceso de discusión social abierto y participativo, por medio de una evaluación ambiental estratégica del plan energético nacional, no queda otra que plantear una serie de preguntas a las autoridades, a fin de saber cuál es el verdadero derrotero que orienta nuestro futuro energético.

La primera y obligada pregunta es el papel que juega el Sistema de Interconexión Eléctrica centroamericano (SIEPAC) en el diseño e implementación del “plan de energía”. ¿Se está pensando en generar energía solo para el consumo nacional o para hacer negocio y exportarlo al norte de Centroamérica? ¿Qué tanto influye esta posibilidad en la urgencia de construir y que entren operación ciertos megaproyectos hidroeléctricos, como el Reventazón y en particular el Diquís?

La segunda pregunta importante, una vez que se haya contestado la primera, a fin de contextualizar la urgencia de nuestro plan de energía, es esta: ¿Bajo qué condiciones se estaría abriendo la discusión de la generación geotérmica en los Parques Nacionales?

No se trata solo de que se cercene un territorio del parque y se sustituya por otro, o en su defecto, que se cambie y amplíen las funciones legales de los parques nacionales. Este asunto debe llevar a una discusión más amplia, como quién deberá hacer la extracción de energía (¿solo el ICE, o abrimos el portillo para las empresas privadas?), cuáles serían las condiciones ambientales de dicha eventual extracción y qué beneficios directos les produciría a nuestros debilitados parques nacionales. ¿Se ha evaluado seriamente lo que significaría abrir nuestros golpeados Parques Nacionales a la extracción geotérmica por parte de empresas privadas? Sin las respuestas a estas simples preguntas, es difícil ponerse a hablar en serio sobre esta delicada apertura.

La tercera pregunta tiene que ver con la apertura del mercado eléctrico a la generación privada. ¿Se cuenta con un adecuado, ordenado y bien planificado sistema para la definición de subcuencas y microcuencas para la producción hidroeléctrica privada, así como para el desarrollo de otras fuentes alternativas de energía como la eólica y la solar, o, en su defecto, se va a dejar que sea el “mercado” el que defina las condiciones?

Un ejemplo que tiene a los sancarleños muy preocupados: existen 43 proyectos de hidroeléctricas en la cuenca del río San Carlos en trámites de aprobación. ¿Es semejante disparate lo que quiere el Gobierno extender a todos los ríos con potencial hidroeléctrico del país? ¿Dónde están las reglas del juego para definir cuántas hidroeléctricas se pueden aprobar por cuenca? Si no existen estas reglas, estamos peligrosamente exponiendo nuestras cuencas y la sostenibilidad hídrica y ambiental del país.

¿Se está completamente seguro de que apostar por la generación hidroeléctrica “a filo de agua” ante los embates del cambio climático, es una alternativa viable? ¿O es solo una forma de que algunos hagan negocio para que luego el Estado deba compensarles (ambientalmente) su inversión como medida contingente?

La experiencia, en ese sentido, de la anterior apertura del mercado eléctrico en la década de los años noventa del siglo pasado, no fue positiva. Se convirtió en el negocio para unos pocos y, ambientalmente, fue bastante negativa, dado que sin contar con un efectivo ordenamiento del territorio, los proyectos sobrecargaron ciertas cuencas y las desequilibraron sin pagar correctamente ese costo ambiental.

La pregunta es si vamos a repetir la historia sin haber aprendido nada de lo sucedido, con el agravante de que en este caso, los proyectos serían más y con la negativa perspectiva de que se quiere que estos generadores vendan directamente la energía a los grandes consumidores, dejando al ICE de lado. Es claro que, ante esto, requerimos discutir el asunto dentro de su correcta dimensión de previo a que se tomen decisiones estratégicas.

Y, finalmente, ¿cuál es nuestro plan en materia de biocombustibles? Es claro que un país como el nuestro, que consume un porcentaje muy alto de los combustibles que importa en el quemado del diésel, debería tener un plan para la producción de biodiésel que no compita con su producción agroalimentaria, pero que represente una verdadera y efectiva alternativa a los agricultores y que, de paso, permita rehabilitar y mejorar zonas de aptitud forestal alteradas por la ganadería de los años setentas del siglo pasado, o en su defecto, terrenos con suelos degradados. Este plan debe estar perfectamente ajustado a los otros componentes, a fin de que el desarrollo de una no debilite la ejecución de otras.

Buscando soluciones. A pesar de que todavía se pueden hacer más preguntas, la respuesta a las que aquí se plantean sería un principio para poder empezar en serio a trabajar en un plan de energía a mediano y largo plazo.

Es claro que estamos urgidos de un plan transparente y bien elaborado, en el que la sociedad costarricense, representada por los diferentes sectores, analice la situación actual, las alternativas, y sus alcances ambientales y sociales, y ordene un plan estratégico de corto, mediano y largo plazo que realmente sirva de norte para nuestro desarrollo energético.

Alejarse de este rumbo, y seguir por el camino de “encender las luces de emergencia” para tramitar ocurrencias de último momento que satisfagan el mercado pero que no se concatenen a un plan bien elaborado podría, a la larga, ser altamente contraproducente para el país, en particular porque el “tiempo perdido, hasta los santos lo lloran”.

¡Es necesario poner un freno a tanta improvisación y a tantas ocurrencias! Es hora de asumir, como sociedad, un papel más activo en este importante tema para el futuro de nuestro país.

No es el qué hacer,sino el cómo hacerlo

Como preludio antes de la puesta en escena final, en estos tiempos preelectorales, los costarricenses empezamos a enterarnos por diversos medios, cual lluvia de información, de las propuestas que hacen los políticos que quieren obtener el poder, según ellos, para “arreglar las cosas” de este, nuestro bastante golpeado país. Subrayo la palabra “golpeado” porque no se puede llegar a otra conclusión, después de leer y releer el reciente informe del Estado de la Nación.

Hay una realidad que es irrefutable, la pobreza sigue estancada, casi sin disminuir, el número de pobres ya supera el millón de habitantes. El porcentaje de familias pobres prácticamente no cambia desde los últimos 20 años, con un agravante que no dejan ver los porcentajes, y es que nunca en la historia de nuestro país habíamos tenido a tantas familias sumidas en la pobreza. Esto a pesar de que durante las últimas décadas esos políticos nos afirman, cada cuatro años, que la atención de la pobreza será su prioridad y que tienen la fórmula para iniciar su solución.

Y lo peor de todo es que con ese pretexto, prácticamente nos han dicho que hay que “hacer un sacrificio”, en particular en el campo ambiental, debido a que se ocupa “desarrollo” para abrir empleos y así vencer la pobreza. Pero sin contestarnos por qué cantones que reciben una gran inversión extranjera (Guanacaste, por ejemplo) siguen con índices de desigualdad y pobreza; o por qué cantones donde se expande la piña por doquier seguimos con pobreza y más pobreza.

Con esa dizque justificación en la mano, se han tomado unilateralmente decisiones estratégicas que finalmente se las han impuesto a la sociedad como la eventual solución.

Así, mientras los índices ambientales siguen decayendo, y nuestra huella ecológica sigue incrementándose, bajo el pretexto de progreso y desarrollo, los índices de desarrollo humano siguen bajos y cayendo, lo que lleva solo a una conclusión: ese progreso y desarrollo parece haberse concentrado solamente en una parte de la sociedad, en un pequeño sector privilegiado, que está cómodo con que esa situación siga y permanezca por la mayor cantidad de tiempo posible.

Error. Dentro de este marco, que se activa cada cuatro años, surgen ahora propuestas para “arreglar las cosas”. Propuestas que dicen ser la gran solución para llevar al país hacia el desarrollo. Pero que tienen todas, sin importar la orientación política, el mismo común denominador: y es que la propuesta de solución ya viene “cocinada”, viene elaborada, según dicen, solo para implementarla.

Y este es precisamente el mismo error que se ha repetido numerosas veces en el pasado y que, lejos de resolverse, parece que cada vez se incrementa más.

El problema no está en el qué se debe hacer para progresar y desarrollar el país, la clave está en el cómo, y ese cómo no puede ser impuesto por el mismo sector que se ve privilegiado de la situación que impera. Esta es, posiblemente, la principal razón de que la situación a la larga no mejore.

La solución, para un país como el nuestro, en donde el Ejército se abolió hace más de 60 años para invertir en educación y salud, que tiene una buena parte de la sociedad preparada, está en la apertura a la participación de esa sociedad en la búsqueda e implementación activa de soluciones a sus grandes problemas nacionales.

No se trata de una participación difusa, como las que están de moda, a modo de encuesta, en la que se le pide a la gente que dé ideas para que luego alguien, o un grupo, las resuma en una propuesta. Es una participación más activa y concreta.

Participación. Se requiere una participación social representativa de los diferentes sectores de la sociedad, inclusiva, con los sectores productivos, ambientales, sociales, académicos, discutiendo alternativas de solución y generando propuestas concretas que sirvan de base para la toma de decisiones estratégicas.

No es un tema nuevo, como lo hemos dicho antes, ya en los países desarrollados se implementa desde hace décadas. La Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), entendida como la introducción de la dimensión ambiental (y social) en la planificación estratégica, es un muy buen ejemplo de ello.

En un país como el nuestro, donde se dejó de hacer planificación de mediano y largo plazo hace mucho tiempo, comenzar por este paso es fundamental para direccionar correctamente su desarrollo.

La sociedad costarricense ha avanzado y se encuentra preparada para participar de forma directa y activa en el diseño de las soluciones a sus problemas nacionales.

El hecho de que durante los últimos años se hayan incrementado de forma muy significativa las protestas sociales, así como el protagonismo de las universidades públicas en apoyar las reivindicaciones sociales, es una clara evidencia de ello.

La sociedad clama y reclama por participar. Los universitarios (y el país en general) no entienden que las decisiones políticas se tomen sin ningún criterio técnico, o con una tecnicidad de dudosa procedencia incapaz de resistir a un debate público: la tónica de nuestras autoridades en estos últimos años ha sido el de rehuir sistemáticamente el debate, y esto sí es indignante.

Nuestra sociedad ya no es un ente pasivo, que espera a que surja un líder que le dé soluciones. Eso es parte del pasado. Nuestra sociedad organizada es la que debe definir el rumbo y establecer las acciones concretas que nos encaminen al desarrollo.

Los líderes políticos que entiendan esto y que se conviertan en facilitadores auténticos de este proceso, serán los que verdaderamente tendrán derecho a dirigir la administración pública.

Ojalá que ya estemos a las puertas de este cambio. Las generaciones futuras no entenderían, ni perdonarían, que les hayamos heredado un país hecho añicos. Hoy, más que nunca, nuestro país urge y merece un cambio en ese sentido.

Crucitas: “y sigue Petra con calentura”

Aunque el tema de la mina de oro en Crucitas para la gran mayoría de los costarricenses pareciera ser un recuerdo ya superado o una página a la que ya se le dio la vuelta, resulta que no es así. Desde hace un año está pendiente que la Sala Constitucional le dé trámite a una acción de inconstitucionalidad interpuesta por la empresa minera.

La Sala IV mantiene un extraño silencio y posiblemente nunca en la historia se haya tardado tanto para darle tramite a un recurso, lo cual ya en sí es altamente preocupante. La falta de acuerdo entre los 7 integrantes podría explicar esta preocupante espera que cumplió en estos días más de 1 año.

Otra explicación podría ser que en todo este tiempo no se haya logrado reunir los 4 votos por parte de un sector decidido a reabrir la discusión y que espera cambios en la composición de la Sala IV para este caso.

El tema del magistrado Cruz, desafortunadamente, no parece escapar a esta situación. Su presencia en la Sala IV constituye para algunos, en este como en otros temas, una “piedra en el zapato”. Llama la atención que este mismo magistrado fue recusado por parte de la empresa minera, tal como informaron los medios de prensa.

Los abogados de la parte demandante en el caso Crucitas han señalado por diversos medios, que, desde el punto de vista teórico, las consecuencias de que la Sala IV acoja la acción y le de lugar, serían pocas respecto a la resolución del juicio que se llevó a cabo ante el Tribunal Contencioso Administrativo (TCA).

No obstante, considerando lo que ha significado para la institucionalidad de nuestro país este proyecto minero, y cuya investigación en la Fiscalía todavía está en proceso (pese a cumplirse el 24 de noviembre 2 años del histórico fallo del TCA), es conveniente que nos mantengamos alertas.

Acoger alguno de los argumentos presentados por la empresa minera daría pie a una confusión legal, que algunos sectores podrían usar nuevamente para denunciar la “inseguridad jurídica”, esta vez con mayores argumentos que las enclenques manifestaciones usadas al darse a conocer el fallo del 24 de noviembre del 2010; pero, sobre todo, provocaría una evidente cacofonía entre jurisdicciones, de gran utilidad de cara a un eventual arbitraje internacional.

Fueron 4 años de luchas legales y confrontación de argumentos respecto al desarrollo o no de la mina de oro en Crucitas, con encuestas indicando que cerca del 90% de la sociedad costarricense está en contra y con el hecho de que en el 2010 se reactivó la moratoria minera y se aprobó una ley que declaró a Costa Rica un país libre de la minería de oro a cielo abierto. No obstante, el silencio de la Sala parece hacer caso omiso de todo ello y mantiene en vilo a un gran sector de la sociedad costarricense.

Para casi todos es conocido que el ambiente social que hay en el país, desafortunadamente, no es el más tranquilo y pacífico. Hay una seria polarización, y en particular, una fuerte desconfianza en las decisiones de las autoridades, que lejos de estar disminuyendo, parece que más bien, se exacerba cada vez más.

Argumentos contundentes. Durante el juicio contencioso se expusieron una importante serie de argumentos ambientales y técnicos con alcance legal que demostraron que durante el proceso permisológico del proyecto minero, se cometieron errores muy importantes.

El grado de detalle técnico, de los argumentos ambientales y legales analizados y discutidos en el marco del juicio contencioso e incluso en la apelación, son mucho mayores que lo que fue posible analizar en el contexto del recurso de amparo realizado ante la Sala IV. Incluso se adicionaron nuevos argumentos que no fueron objeto de análisis por dicha Sala.

El que la Sala Constitucional abra un espacio al tema de la mina, aunque en la práctica no necesariamente represente la posibilidad de una reapertura del trámite de la mina en Crucitas, si podría generar consecuencias muy importantes en el tema de una eventual demanda de la empresa para que le indemnicen, y cuenta para ello con desafortunadas declaraciones del vicepresidente Alfio Piva dadas a conocer el 27 de julio del 2010 en medios de prensa.

Como se ve, lo que está en juego en la Sala Constitucional no es un asunto simple.

Es algo que puede generar serias consecuencias para el país. Todo esto debería ser sopesado cuidadosamente por la Sala Constitucional.

Para el que todavía pueda tener alguna duda sobre el grado de detalle y alcances de lo que se discutió en el juicio de Crucitas, ante el Tribunal Contencioso Administrativo, puede revisarlo leyendo la sentencia que dictó este tribunal.

Y si todavía no le basta, puede leer los más de mil folios que presentó la empresa como parte de la apelación, así como la Resolución de la Sala Primera que terminó ratificando en todos sus extremos y con voto unánime, todo lo determinado por el Tribunal Contencioso.

Tratar de obviar todo ello y de aventurarse a un malabarismo jurídico podría tener implicaciones muy significativas para el futuro de nuestro país.

El PH Diquís: la carreta delante de los bueyes

El mega-Proyecto Hidroeléctrico Diquis (PHD) es el proyecto de generación hidroeléctrica más grande y ambicioso de Centroamérica. Pretende construir una gran presa en el río Grande de Térraba y un enorme embalse, con el que se podrán generar más de 640 Mw de energía. El proyecto pretende ser desarrollado por el ICE, a un costo que ya supera los $ 2.000 millones. En torno a este PH ha surgido un debate, que poco a poco se está convirtiendo en una problemática. Problemática que tiene que ver con una serie de yerros cometidos a la hora de tomar decisiones estratégicas, y que llevan a concluir que, nuevamente, las autoridades han hecho lo que parece convertirse en la regla en estos últimos años: poner la carreta por delante de los bueyes.

Aclaro al lector que no se está cuestionando aquí al ICE y su exitoso modelo de desarrollo energético impulsado hasta ahora. Pero eso no implica que haya hecho todo bien, y que por eso, no se le puedan señalar errores en el desarrollo de un proyecto como el PHD. En esto, es de esperar que el ICE esté a la altura de la imagen que tiene en la sociedad costarricense, y que, en vez de evadir el debate y los cuestionamientos, se abra a la discusión racional y tenga la apertura para escuchar otras opiniones aunque sean divergentes.

Se dan dos justificaciones principales para el desarrollo del PHD. La primera es que, al contar con un gran embalse, podrá generar energía durante el verano, con lo cual podrá disminuir el quemado de hidrocarburos de la generación térmica. La segunda es que se requiere para suplir las necesidades que tiene el país de energía, en virtud de su crecimiento. Existe, para algunos una tercera, como que permitirá al ICE exportar energía hacia el norte de Centroamérica, en virtud de la existencia de una línea de transmisión transistmica (Siepac) promovida y financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que, casualmente, finan- ciaría también el PHD.

Yerros. La lista de errores estratégicos es bastante larga. Señalamos aquí, algunos de los principales. En primer lugar, el PHD obtuvo, vía decreto ejecutivo en el 2008, una Declaratoria de Conveniencia Nacional, sin que se hubiera realizado ningún estudio técnico de costo beneficio ambiental y social. Algo que ya se ha señalado como una ilegalidad, pues se decide dar un impulso político y económico al PHD sin saber, realmente, si el mismo es ambiental y socialmente viable.

Se toma así una decisión política arbitraria, que tiene un efecto técnico muy significativo: la construcción de un embalse en un sistema fluvial en cuya desembocadura se desarrolla el delta más grande del nuestro litoral pacífico, el humedal Térraba Sierpe. Un humedal RAMSAR de 36.000 hectáreas cuya subsistencia depende del aporte equilibrado de sedimento que le da el río, y sin el cual estaría condenado a un rápido deterioro ambiental. ¿Valdrá la pena sacrificar el humedal por el PH Diquís?

Se apuesta a la construcción de un gran embalse cuyo llenado va a depender de que se dé la suficiente precipitación lluviosa en la cuenca. Precipitación cuyo pronóstico es bastante reservado debido a la situación de vulnerabilidad de la zona al cambio climático. Es un factor bastante impredecible, pero esencial para el PHD. Sin lluvia no se podrá llenar el embalse y sin suficiente agua en el embalse, en particular durante la época seca, no se podrá generar suficiente electricidad. ¿Será el PH Diquís sostenible en el tiempo?

Cerca de un tercio del territorio que cubre el embalse se circunscribe en territorios indígenas. Estas poblaciones fueron irrespetadas por el ICE que ingresó a realizar obras y estudios para el PH Diquís en su territorio. Somos posiblemente el único país del mundo en el que un relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos de los pueblos indígenas se siente obligado a venir dos veces en menos de un año a recordar a nuestras autoridades que hay una obligación de consulta a estas poblaciones. Como resultado, se le ha solicitado al ICE la realización de una consulta cuyo resultado es de pronóstico reservado. Algunos grupos indígenas reclaman que deben ser socios del proyecto y otros se oponen. Pocos lo favorecen sin exigir nada a cambio. Todavía hace falta que se conozca más el alcance ambiental y social del PH Diquís. ¿Beneficia realmente el PH Diquís a las comunidades indígenas y no indígenas de la zona sur?

El PH Diquís es un megaproyecto estratégico que se plantea como un impulso al desarrollo socioeconómico de la zona sur del país. Zona donde también se plantea un Aeropuerto Internacional en Osa, como se hizo con Guanacaste hace unos años. El Daniel Oduber es sin lugar a dudas muy práctico para los turistas que nos visitan, pero las poblaciones de Guanacaste siguen sumisas en la pobreza y los Índices de Desarrollo Humano lo confirman año tras año.

Tanto para el aeropuerto en Osa como para el PH Diquís, se evidencia la ausencia de una evaluación ambiental estratégica (EAE) que permita a las comunidades de la zona sur discutir, de manera informada, abierta y transparente, las alternativas y las condiciones para ese “desarrollo”.

Nuevamente se impone a las comunidades las “soluciones”, sin que ellas participen efectivamente en las decisiones estratégicas. ¿Cuál es la opinión de las comunidades del sur, respecto al modelo de desarrollo de su región?

Con el P.H Diquís, el ICE ha desbordado sus responsabilidad y se ha asumido un peligroso y contraproducente papel de “juez y parte”. El ICE es diseñador del proyecto, elabora los estudios de línea base ambiental y social, así como el Estudio de Impacto Ambiental, y además, toma parte de la decisión sobre la viabilidad ambiental en la Setena, donde tiene un representante en su Comisión Plenaria, y además será el constructor del proyecto. El ICE “repica y da la misa”, algo que no es conveniente porque hace que se pierda imparcialidad y visión crítica. ¿Es de confiar la visión de los mismos funcionarios del ICE sobre la evaluación ambiental del PH Diquís?

Peligrosa apuesta. Con lo sucedido en el PH Pirrís, los altos costos del PH Reventazón y la arriesgada propuesta del PH Diquís, el ICE está apostando casi todo el futuro energético del país al desarrollo hidroeléctrico. Con ello, está poniendo “todos los huevos en el mismo canasto”, ¡algo que ante el cambio climático puede resultar sumamente peligroso!

La decisión final, sobre el PH Diquís, y sobre el modelo de desarrollo energético del país debe ser tomada por la sociedad en el marco de una evaluación ambiental estratégica y no solo basada en criterios técnicos o económicos, que solo ven una parte limitada de la ecuación a tomar en cuenta.

Seguir por ese camino, haciendo oídos sordos a las numerosas sugerencias de abrir espacio técnico de discusión, podría resultar altamente contraproducente para el ICE y para todos los costarricenses.

Futurología de la GAM

Ante la tendencia del caótico y desplanificado “desarrollo” urbano que ha tenido la GAM durante las últimas tres décadas, en razón de lo no actuado respecto a la aberrante propuesta del INVU sobre el Potgam, y ante la posición tan pasiva de los ciudadanos y en particular de los profesionales que conocen del tema, pero que en su posición de confort, prefieren no exponerse; resulta que es posible extrapolar lo que sería el futuro del GAM en al menos las próximas dos décadas. Ante tal panorama, hacer futurología de la GAM no resulta tan difícil. Así como se han perdido los últimos meses, con la oportunidad de crear una instancia participativa y de discusión abierta y resolutiva sobre el Prugam y el Potgam y generar un reglamento de Plan GAM 2012, más balanceado, en el futuro cercano parece que la tendencia seguirá y nos llegará el mes de diciembre sin nada resuelto.

De acuerdo a la Contraloría General, el reglamento del nuevo Plan GAM debería estar publicado para el 17 de diciembre del 2012. Si fuese así, en ausencia de verdadera voluntad política lo único que sería publicable sería el reglamento del Potgam, con todos y los defectos señalados en diversos foros y por diversas personalidades.

Ante ese eventual oficialización del Potgam, no quedaría otra alternativa que plantearle un recurso legal, debido a la numerosa serie de inconsistencias técnicas, ambientales e incluso legales que conlleva. Durante el periodo que pase entre el momento en que se oficialice y el momento en que una instancia judicial lo suspenda, es probable que algunos “vivillos” logren obtener los permisos para desarrollar sus proyectos de construcción en áreas de protección. Permisos obtenidos de “buena fe”, según la Sala IV.

Con la suspensión del reglamento del Potgam, se volvería a la situación actual, es decir, a la aplicación del debilitado Plan GAM de 1982 y en particular a la aplicación del antiambiental “Reglamento nacional para el control nacional de fraccionamientos y urbanizaciones”, reglamento que, desde el punto de vista ambiental, tiene un sinnúmero de portillos que prácticamente permiten hacer cualquier tipo de construcción en cualquier parte, incluso en los sitios de muy alto riesgo a las amenazas naturales.

Lo que sigue no es difícil de proyectarse. Es muy probable que una nueva administración de gobierno señale que, como han pasado tantos años en la discusión, lo mejor sería hacer un nuevo Plan GAM, empezando desde cero. Esto implicaría nuevos recursos y más años de estudios técnicos. Es probable que hasta se maniobre para que dichos estudios no sean “tan estrictos” en la parte ambiental, como los del Prugam. Así, la justificación de lo ya hecho y la planificación de lo restante, tendría “mejor sustento”.

Caos futuro. En la realidad, el ciudadano de a pie, que poco comprende de esta telaraña de acciones complicadas y de sentido específico, será testigo de cómo la falta de voluntad política y de inteligencia social de nuestras autoridades se traducen en una serie de problemas de tamaño siempre creciente:

a) Las áreas fuera del anillo de contención actual, en particular hacia las zonas de montaña al norte y al sur, seguirán siendo urbanizadas. Se seguirá la historia de: “antes estos eran cafetales y arboledas y ahora son urbanizaciones”, que nuestros padres nos contaron a nosotros, y nuestros hijos a sus hijos.

b) El verde de los no muchos árboles que todavía se presentan en esas zonas y que representan “islas” entre calles urbanizadas, se irá perdiendo, poco a poco. Los árboles caerán al crujido de sus maderas y darán paso al tractor y luego a las construcciones.

c) La maraña urbana, que el INVU designa como los “cuadrantes urbanos” se irán expandiendo por la antigua zona de protección de 1982, cual invisible monstruo que devora recursos naturales.

d) Las nacientes y los manantiales de las zonas de protección se irán perdiendo, poco a poco, encerradas entre tanta construcción. Al final, con la impermeabilización de los terrenos, se secarán y las áreas de recarga de los acuíferos del Valle Central, irán disminuyendo, así como disminuirán las fuentes de agua, de la misma manera en que los problemas de abastecimiento de agua a las comunidades se irán agravando año con año.

e) Los problemas de desplazamiento entre diversos puntos de la GAM, prevalecerán y se incrementarán. Cada vez más automóviles modernos, incluso eléctricos de alta tecnología, y cada vez menos espacio vial para movilizarse se traducen en más presas. Los colapsos del sistema vial se harán cada vez más frecuentes y comunes. También se incrementarán los problemas que de esto se deriva, traducidos en un costo económico que hoy alcanza la no despreciable suma de mil millones de colones por día, cortesía del INVU.

f) Surgirán, con más frecuencia, problemas como el de la platina en el puente del Virilla, del “hueco” frente a “Los Arcos” o del puente de “Los incurables”. El tren del siglo XIX, en pleno siglo XXI, seguirá atravesando como un fósil “viviente” nuestras calles, moviéndose lenta y pesadamente; será un atractivo turístico importante porque simbolizará con claridad un rasgo de nuestra idiosincrasia, es decir, cómo actúan nuestros gobernantes de turno.

g) Los desastres provocados por el desarrollo de construcciones en zonas de alto riesgo seguirán dándose cada vez con más frecuencia. Las inundaciones y los deslizamientos serán los más comunes. Dios nos libre, de un evento sísmico, somero y de significativa magnitud (por encima de M 6) cerca del Valle Central. Eso sería muy dramático para las cantidad de familias que vivieran en ese momento en construcciones localizadas en sitios de alto riesgo, por más nuevas que dichas construcciones fueran.

La huella ecológica negativa de la GAM se incrementará y no decrecerá. La ilusión de llegar a ser un país carbononeutral, se verá como el recuerdo de unos ilusos. La mancha urbana seguirá expandiéndose sobre las zonas de ladera, al mismo ritmo que se expandirán los bolsillos de esos desarrolladores de construcción que con el fin de obtener ganancias rápidas se olvidarán de lo más importante: cumplir con su tarea correctamente y con verdadera conciencia y responsabilidad social y ambiental.

La metrópoli de la GAM será una de las ciudades más caóticas, desplanificadas y contaminadoras de América Latina. Es posible que hasta lleguemos a alcanzar el merecido reconocimiento de ser un ejemplo en el mundo, de lo que no se debe hacer en desarrollo urbano: una antimetrópoli urbana del siglo XXI.

La tecnología no podrá revertir el cúmulo de errores cometidos, y se requerirá mucho tiempo para corregirlos. Y tal vez, cuando alguien en el futuro señale nuevamente la importancia de revertir lo andado y empezar a corregir el caos hecho, se le diga nuevamente que es un “alarmista” ambiental y se ignore como ya se había hecho en el pasado.

La falta de decisión de unos con autoridad, o el direccionamiento de esas decisiones hacia rumbos erróneos, condenará el futuro de la ciudad a seguir en su desorden urbano, la contaminación y al final, a su propio suicidio ambiental.

Sin embargo, la ventaja que existe con el futuro es que todavía no sucede, y, por eso, es nuestra responsabilidad enderezar el rumbo del futuro de la GAM. Debemos salir de nuestro letargo y presionar por que se tomen las decisiones acertadas. Este es el momento.