La disminución de emisiones no es suficiente para enfrentar el cambio climático y la crisis de la Ecosfera terrestre

En el marco de la COP 26 sobre Cambio Climático nuevamente se hace necesario levantar la voz sobre el rumbo equivocado que tiene la discusión global sobre el tema. Aunque la evidencia científica nos muestra una realidad clara y seria, en general, seguimos en la línea de considerar la lucha contra el Cambio Climático como una gestión que requiere tiempo (hasta finales del siglo) y que se fundamenta en una compleja y larga negociación para lograr metas de reducción de emisiones para las otras décadas. Estamos muy equivocados, si creemos que esa es la tarea principal.

Y como hemos señalado ya, no se trata de que desistamos de negociar para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente, CO2, con metas cada vez más exigentes y en menores plazos; empero, no podemos apostar solo por eso.

Metas de descarbonización: desde que se aprobó el Acuerdo de París en el 2015 lo señalamos. Las metas de descarbonización de la economía del planeta tienen plazos muy largos, de muchas décadas, hasta el final del siglo XXI. Algo que, como ex geólogo petrolero llama mucho la atención, pues parecen “coincidir” con los plazos para que las reservas mundiales de hidrocarburos (petróleo y gas natural) se agoten.

Es claro que descarbonizar una economía que tiene como base principal de su matriz energética la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) no es para nada fácil. Sobre todo, porque esa economía sigue siendo altamente competitiva, totalmente impregnada de estrategias comerciales entre los diferentes bloques y, además, altamente depredadora del ambiente y los recursos naturales.

Las negociaciones pueden seguir haciéndose y los compromisos parciales se van a seguir logrando. Las redes sociales y los medios de prensa nos comunicarán de vez en cuando, con cierta grandilocuencia, que cierto país rico asumió un gran compromiso de reducción de emisiones. Nos alegremos de la noticia y nos sentiremos satisfechos. Más, sin embargo, debemos reconocer que, respecto al tamaño del problema que enfrentamos, esas noticias son solo paliativos dentro de una tendencia negativa por la que vamos pasando sin notar que el tiempo del que disponemos es cada vez más corto.

Verdadero problema: y es que no es cierto, para nada, que tengamos todo el resto del siglo para lograr objetivos reales en la lucha contra el Cambio Climático. Eso es cierto, en la medida en que, con el tema del Cambio Climático, solo estamos viendo parte del problema y no la totalidad de este.
El verdadero problema es la crisis de vida que tiene la Ecosfera terrestre y del cual, el Cambio Climático es solo uno de los grandes problemas y, por “asuntos humanos”, el más conspicuo y, por tanto, al que se le da más divulgación.

En escritos previos hemos señalado los otros graves problemas que afectan la Ecosfera terrestre y que combinados nos llevan a concluir que se trata de una Crisis que requiere ser atendida de forma urgente.

Urge salvar los océanos: en primer lugar, se encuentran los océanos del mundo. La vida marina está en peligro.

La sobreexplotación pesquera, la contaminación con plásticos y microplásticos y con otras sustancias tiene a los océanos del mundo en una seria crisis de vida. Los océanos representan la fuente de alimento para más de la mitad de la población mundial y los estudios realizados por la ONU señalan que para dentro de pocas décadas ya no serán capaces de ser fuente de alimentos. Urge frenar la sobrepesca y la contaminación del mar.

Como si fuera poco, los océanos juegan un papel muy importancia en la captación del CO₂ que se emiten por la quema de combustibles fósiles. Sin la reducción que aportan los océanos, nuestra crisis climática sería muy crítica, incluso en estos momentos. Sin embargo, ese papel de los océanos como sumideros del CO₂ parece estar cambiando, precisamente por su degradación. La afectación de las grandes barreras de coral parece ser un indicador de este deterioro del océano como filtro y equilibrio de la contaminación atmosférica. Así, no considerar la variable de los océanos en la ecuación de la lucha contra el Cambio Climático, podría ser un grave error que ya estamos cometiendo.

Como vemos, a la lucha contra el Cambio Climático, se hace indispensable empezar a realizar acciones concretas para recuperar la calidad ambiental de los océanos. Ignorar esto y concentrarnos únicamente en reducir emisiones, como si no hubiera conexión entre los océanos y la atmósfera, no podría costar muy caro.
Dentro de este contexto, el aumento de las áreas protegidas marinas representa un esfuerzo positivo, más, sin embargo, hacerlo, no debe servir de mampara para que se siga dando sobrepesca y daños a las especies, como al tiburón.

Extinción masiva de especies: otro de los grandes problemas que caracteriza la Crisis de la vida de la Ecosfera terrestre tiene que ver con la acelerada extinción de especies. La vida se extingue con rapidez. Durante los últimos 40 años hemos perdido casi el 60 % de toda la biodiversidad. Con el agravante de que ese proceso se acelera cada día más. Nos estamos quedando solos, pues estamos aniquilando el resto de las especies. Aunque para algunos, con una visión egoístamente antropogénica, puede que esa circunstancia no sea importante. Pero, en realidad, si lo es. Los estudios científicos nos muestran que, con ecosistemas sanos, biodiversos y equilibrados, tendremos una mejor salud ambiental y por tanto menor posibilidad del desarrollo de pandemias originadas por ecosistemas en desequilibrio y degradados. Es claro que, en este tema lo hemos descuidado creyendo que la recuperación de los ecosistemas se logra como un subproducto de la lucha contra el Cambio Climático. En eso, también estamos muy equivocados.

La ralentización de la extinción de la biodiversidad de la Ecosfera terrestre solo podrá ser lograda, revirtiendo la degradación y destrucción de los ecosistemas. Para eso, además de proteger y salvaguardar los bosques tropicales ya existentes, necesitamos ampliarlos, en al menos, 250 millones de hectáreas. Ello, no solo para salvar la biodiversidad de la Ecosfera terrestre, sino también para ralentizar de forma efectiva, los efectos del Cambio Climático, por medio de la captura de carbono en madera y suelos.

Otros serios problemas: también hemos mencionado antes, como problemas adicionales de la degradación de la Ecosfera terrestre, la rápida degradación de los suelos de cultivo y la pérdida de acuíferos de agua dulce, ya sea por sequías asociadas al cambio climático o por contaminación. En los próximos años se va a seguir agravando el tema de la producción de alimentos agrícolas o la producción agropecuaria, tanto por deterioro de suelos, como por problemas de acceso al agua fresca. Además, la producción de carne para consumo sigue siendo una grave fuente de emisiones y una situación sumamente dramática e inhumana por los procesos que se siguen.

Aunque existen otros problemas adicionales, es claro comprender que atender únicamente el tema del Cambio Climático con una agenda de varias décadas es un gran error. Se requieren acciones concretas, directas y efectivas desde ahora. Y, como hemos señalado, se requieren implementar a una escala detallada, local, pero simultáneamente en todo el planeta. Tanto en continentes como océanos.

Principal error histórico: además del quemado de los hidrocarburos que, acumulativamente, han provocado el Cambio Climático, el otro gran error cometido, tiene que ver con los graves cambios que se han dado y, se siguen dando, en el uso del suelo. La sustitución de los bosques, selvas, humedales y paramos por zonas urbanas, cultivos y campos de explotación minera y petrolera, sin un correcto y efectivo ordenamiento y planificación territorial es la principal fuente del deterioro de la Ecosfera terrestre, junto con la sobreexplotación y contaminación de los océanos. Todo esto, intensificado durante los últimos 40 años, como producto de un exponencial crecimiento poblacional y, en particular del consumo, en los países más ricos.

Como hemos señalado, este severo daño producido todavía puede ser mitigado para que, en medio de la recuperación de grandes áreas de la Ecosfera terrestre, todavía podamos seguir sosteniendo las actividades productivas humanas y su progreso. Eso es posible, solamente si utilizamos un sistema inteligente y avanzado de Información Ambiental para el uso de la Ecosfera terrestre que realmente de sustentabilidad y recuperación ambiental. Es una tarea crucial y de urgencia primaria. Es algo que debimos empezar a hacer hace tiempo y cada día que pasa, significa un día más en que nos alejamos de empezar a realizar acciones concretas. Lujo que no deberíamos darnos.

Medidas: esas acciones concretas no va a ser posible lograrlas sin que los tomadores de decisiones de los países que conforman la ONU y, en particular, su Consejo de Seguridad, no convengan en su implementación. De nada sirven las alarmas mundiales si detrás de ellas no vienen las acciones concretas. Solo así, será posible iniciar el proceso de reversión de daños en la lucha por la recuperación del equilibrio ambiental de la Ecosfera terrestre.
Como vemos, seguir negociando cuotas de reducción de emisiones, no es para nada suficiente. Hasta cierto punto, más bien puede resultar contraproducente, pues impide que se reconozca el verdadero problema que es mucho más grande. Algo que resulta muy grave, pues la mayoría de la gente confía que en el marco de esas negociaciones y su lento progreso, está el avance de la lucha contra el Cambio Climático y de todos los otros problemas ambientales del planeta. Algo muy lejano de la realidad.

Es indispensable que todos cobremos conciencia del verdadero problema y presionemos a nuestras autoridades por asumir verdaderas acciones efectivas. Todos tenemos una tarea muy importante que hacer. Se trata de nuestra principal misión espacial: salvar la vida del planeta Tierra, incluyendo la vida humana.