Nuestro planeta está cada vez más enfermo y nosotros podemos ayudar a salvarlo

Abril 22, 2023 4:43 am

El 22 de abril del 2023 corresponde con el Dia Mundial de la Tierra.  Es una fecha que debe invitarnos a reflexionar sobre el impacto del ser humano en la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Ese impacto de la humanidad en el planeta es local, ubico y global, además de acumulativo por más de 200 años. De allí que se haya convertido en un serio daño que ha llevado al deterioro de la Ecosfera terrestre y nos lleva a afirmar, sin lugar de dudas, que nuestro planeta Tierra está enfermo y en serio proceso de deterioro.

Por esa razón, tomar al día de la Tierra para repasar la situación y para tomar conciencia sobre lo que debemos hacer para ayudar a nuestro planeta, es una responsabilidad importante.

La Vida de nuestro planeta Tierra: se refiere a la compleja serie de interacciones que se dan entre los organismos que habitamos en la Ecosfera terrestre y su equilibrio. La Ecosfera terrestre corresponde con la interacción dinámica entre la biosfera, la atmósfera y la parte superior de la corteza terrestre. Es una delgada capa de vida y los elementos que sustentan esa vida, cuya parte principal tiene un promedio de 200 metros de grosor.

En los continentes la Ecosfera terrestre se observa cuando miramos el paisaje. Es muy variable según la latitud geográfica y el contexto de ocupación humana. Puede ser una zona montañosa de bosque muy denso, como por ejemplo cuando observamos las selvas densas del Parque Nacional Braulio Carrillo en Costa Rica. Puede ser una zona de potrero en una llanura, o una zona urbana o de desarrollo de actividad agrícola. En otras latitudes puede corresponder con zonas de desiertos, tundras o zonas cubiertas por nieve.

A este respecto debemos destacar que la vida en el planeta Tierra es una joya del Universo. Es única no solo en nuestro sistema solar sino mucho más allá en esta región de la galaxia donde nos encontramos. Esa es la conclusión a que se llega después de décadas de investigación sobre la vida en el Universo cercano (y no tan cercano) realizada por la NASA. Así conforme la NASA avanza en sus investigaciones, cada vez nos queda más claro el enorme valor que tiene la vida en la Ecosfera terrestre.

Y la vida en la Tierra no es cualquier cosa. Es el resultado de su evolución desde su aparición, hace 3.500 millones de años como mínimo. Tiene una compleja y casi milagrosa historia de evolución. Ha sido afectada por al menos seis grandes extinciones masivas de especies que en ocasiones han hecho desaparecer hasta el 90 % de las especies del planeta para luego recuperarse, por medio de nuevas especies, a lo largo de cientos de miles o varios millones de años.

El estado de salud de nuestro planeta Tierra: Los límites planetarios como los signos vitales de un ser vivo, nos indican la situación de salud de la vida de la Ecosfera Terrestre. Representan el resultado de un extenso estudio coordinado por el Profesor Johan Rockström del Instituto Potsdam en Alemania para la Investigación del Impacto Climático, con la participación de un extenso grupo de colaboradores.

Los datos científicos presentados son de una enorme relevancia para todos los seres humanos y, en general, para la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Se han identificado nueve límites planetarios.

El Antropoceno, se denomina a este periodo, el tiempo de poco más de dos siglos en que la humanidad ha generado efectos muy significativos en la Ecosfera terrestre, caracterizada en muchos casos por el desarrollo de un efecto exponencial: crecimiento de población humana y su consumo, quema de combustibles fósiles y aumento de CO2 en la atmósfera, extinción de especies y degradación de biomas, ecosistemas y suelos, entre otros recursos.

Temperatura: este factor es muy importante, tanto para la atmósfera como para los océanos. Está directamente vinculado a la Crisis Climática. Se ha establecido un límite inferior de 350 partes por millón (ppm) de CO2 para entrar en la zona de peligro. Ese límite lo alcanzamos en el año 1988. Ya estamos en 422 ppm. El límite para la zona de riesgo es de 450 ppm que, muy probablemente, se alcanzaría alrededor del 2030. A partir de ese límite, podríamos entrar en un punto de no retorno, respecto a los principales efectos del Cambio Climático.

Biomas: se trata de las grandes biozonas en que se divide la Ecosfera terrestre dado que tienen un clima común, así como flora y fauna. Uno de los biomas más importantes, son los bosques tropicales como el de la Amazonia. Allí, si la estación seca llegara a alcanzar una duración 4 meses, se cambiaría el bioma de bosque tropical por el de la sabana, lo cual sería un desastre para América del Sur. Ya se ha perdido el 20 % de los bosques tropicales de la Amazonía. En el mundo, se ha perdido el 40 % de todos los bosques. Se considera el límite inferior como el 25 %, por lo que ya estamos en la zona de peligro y acercándonos a la zona de riesgo.

Biodiversidad: un millón de los ocho millones de especies conocidas se encuentran en peligro de extinción. Nos encontramos dentro de un periodo de Gran Extinción Masiva de especies. La séptima. En los últimos 50 años acabamos con el 68 % de las poblaciones mundiales de especies silvestres. Los insectos, incluyendo las abejas y otros polinizadores están disminuyendo notablemente, con el agravante de que cerca del 60 % de los productos agrícolas que consumimos requieren de esos polinizadores. Está claro que ya nos encontramos en la zona de peligro.

Agua: el acceso al agua dulce y potable se considera un indicador muy importante. Los estudios muestran que, en la actualidad, cada ser humano consume al día 3 mil litros de agua, 2.500 de los cuales se usan para la producción de alimentos por medio de la agricultura. El estudio valoró todas las cuencas hidrográficas y el abastecimiento de las poblaciones humanas. Se considera que, aunque ya hay lugares del mundo con problemas de acceso al agua, todavía nos encontramos en una zona segura, pero en proceso de deterioro, en particular por el descenso de los reservorios y la contaminación de las aguas, principalmente las subterráneas.

Nutrientes: se vincula al uso de fertilizantes en los suelos y a su acarreo hacia los océanos. Se refleja principalmente por el incremento de nitrógeno y fósforo en los océanos, muchos de los cuales presentan “zonas muertas” con ausencia de organismos, debido la eutroficación (falta de oxígeno). Durante las últimas décadas, con el incremento de la población humana y la presión hacia la producción de alimentos, la contaminación de los mares ha crecido notablemente, habiendo pasado ya, el límite inferior, por lo que nos encontramos en una zona de peligro.

Acidificación de los océanos: en las últimas décadas los océanos del mundo se han hecho 26 % más ácidos. Esto, debido a la contaminación producida desde los continentes. Se trata de un asunto grave, pues muchos de los organismos marinos, desde el plancton hasta los corales, pasando por las conchas de bivalvos, gasterópodos y otras muchas especies tienen exoesqueletos carbonatados que son muy susceptibles a las aguas oceánicas ácidas. En el pasado, la acidificación de los océanos produjo grandes extinciones masivas de especies. Pese a eso, se considera que todavía nos encontramos en una zona segura, aunque el blanqueamiento de las grandes barreras coralinas del mundo nos parece indicar que estamos cerca de entrar en la zona de peligro.

Otros contaminantes: se trata de una serie de nuevas entidades producidas por los seres humanos que producen una fuerte contaminación de los océanos y también de los cuerpos de agua continentales, incluyendo el suelo y los acuíferos. Se incluyen los plásticos, los contaminantes persistentes y los metales pesados, entre otros. Los ríos que salen de las zonas urbanas, principalmente de América Latina, África y Asía, son los principales transportadores de estos contaminantes hacia los océanos. También la gran cantidad de barcos que transitan los mares del planeta, usan éstos como si fueran basureros. Los límites no están cuantificados, por lo que no está claro si estamos todavía en la zona segura o de peligro.

Aerosoles: son partículas, muy pequeñas, sólidas o líquidas suspendidas en un gas como el aire. Pueden ser de origen natural, como las cenizas volcánicas o el polvo del desierto o de tipo antrópico, como el producido por las quemas de vegetación y, principalmente, la quema de combustibles fósiles que aporta el 75 % de los aerosoles que contaminan la atmósfera. Producen un efecto de oscurecimiento y por tanto de enfriamiento de la atmósfera, pudiendo “tapar” hasta el 40 % del calentamiento global, lo cual, lejos de ser positivo, resulta altamente negativo pues evita conocer la situación real. Esta contaminación que afecta principalmente las grandes urbes del planeta es la responsable directa de la muerte de 7,5 millones de personas por año. De allí que, aunque no está cuantificado, para algunos científicos significa que estamos en una zona de peligro.

Ozono: se trata de una capa de la atmósfera superior que funciona como un filtro natural de los rayos ultravioletas que produce el sol. En los años 80 se abrió un agujero que se expandió mucho y alcanzó grandes zonas de la Antártida y del hemisferio sur. Es un muy buen ejemplo de cómo de si es posible revertir los límites con un esfuerzo colectivo de la humanidad. Se pasó de una zona de riesgo a una zona segura.

Estos son los nueve indicadores ambientales clave del planeta. Es posible que existan algunos adicionales, como por ejemplo la degradación de los suelos (desertificación) y la sobreexplotación pesquera de los océanos; no obstante, esos indicadores dan una mucho más clara imagen de la situación de desequilibrio de la Ecosfera terrestre que solamente considerar el tema del Cambio Climático como se hace frecuente y erróneamente.

Tendencia: el mayor problema que hay con los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre identificados por el Dr. Rockström y su equipo de colaboradores es que, exceptuando el caso del Ozono, muestran una tendencia de movimiento hacia las zonas de peligro o a las zonas de riesgo. Nos estamos acercando a los límites de no retorno. Esto, acentuado durante al menos los últimos 40 años, desde 1980, aproximadamente.

La situación es grave respecto a la seguridad de la población mundial. Es similar a la situación de la potencial caída de un gran meteorito (de nivel de extinción) en la Tierra. Se señala que, si esa fuera la causa de la crisis, se encenderían todas las alarmas y la humanidad se avocaría a poner todos sus esfuerzos por eliminar ese peligro. Sin embargo, en el caso del desequilibrio ecosférico la situación no se toma así, porque las consecuencias no se ven “tan pronto” y por eso, no se consideran “tan graves”; aunque si es verdaderamente grave y urgente.

Soluciones: coincidimos plenamente con Rockström cuando señala que el principio de solución a este grave problema en que se encuentra nuestra especie humana es un tema prioritario para ser discutido por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Se requiere de decisiones estratégicas que lleven a acciones de carácter vinculante y de alcance global. Decisiones rápidas, eficientes y efectivas.

El objetivo es muy claro, es el de ralentizar el movimiento hacia las zonas de riesgo y empezar a retroceder el avance del deterioro de los diferentes indicadores hacia las zonas seguras. Como se puede ver, no se trata solo del tema de la Crisis Climática sino también todos los otros límites planetarios que se encuentran alterados.

En primer lugar, se requiere una reducción del contenido de CO2 en la atmósfera. Por un lado, con una reducción exponencial de las emisiones por quemado de combustibles fósiles. Por otro, por medio de la captura de CO2 basado en el desarrollo de nuevos bosques, tal y como hemos planteado, referente al desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos bosques y suelos tropicales (en esta década) que, además, permitirán recuperar, al menos en parte, la biodiversidad. Esta es una tarea fundamental y vital que requiere ser implementada de manera urgente.

Otra solución comprende la disposición de la humanidad de cambiar nuestra alimentación hacia alimentos más naturales, preferentemente aquellos cuya producción sea regenerativa y, además, que no generen contaminación. Los suelos de producción regenerativa capturan hasta 30 veces más CO2 que los suelos convencionales. La agricultura y ganadería regenerativas, además de producir alimentos de mejor calidad ambiental, permiten capturar gases de efecto invernadero, particularmente en las zonas tropicales.

Enfoque local: desde nuestro punto de vista, seguimos señalando que, debido a que el desequilibrio a la Ecosfera terrestre se ha generado de forma puntual, acumulativa y ubicua; la meta de equilibrarla nuevamente debe partir de acciones locales, multiplicativas y globales basada en ordenamiento y planificación estratégica del territorio. En este sentido, la participación activa de los gobiernos locales del mundo y de sus comunidades es vital y sustancial. Sin esta acción local proactiva no será posible alcanzar el objetivo. En este sentido, todos y cada uno de nosotros puede jugar un papel muy importante como ciudadanos activos de un municipio.

Las políticas de orden global son importantes, como por ejemplo el trabajo que se ha realizado y se realiza en el tema de la descarbonización de la economía. También en el desarrollo de mayor cantidad de áreas de conservación en los océanos. Todo eso es importante, pero no es suficiente. Los daños que se han producido en la Ecosfera terrestre han sido puntuales y locales, pero ubicuos y acumulativos por más de 200 años. Por eso, sino no actuamos también de forma local, sería imposible corregir la grave situación actual.

Por último, resulta terriblemente paradójico que, teniendo a nuestro planeta en un estado de salud tan malo, los seres humanos estemos sin poner atención a esos problemas y peor aún, que estemos haciendo enormes inversiones en gastos militares y guerras. Es algo absolutamente incomprensible y vergonzoso. Es como si nuestro planeta fuera un barco dañado con el agua entrando y hundiéndose, y los habitantes del mismo, en vez de ponerse a repararlo y evitar que se hunda, nos pusiéramos a pelar unos con otros y gastáramos el tiempo y los recursos en algo sin sentido. Con el agravante de que, no podemos saltar del barco e irnos a otro sitio.  Pese a eso, lo que luchamos por mejorar nuestro planeta seguiremos adelante.

 

Transición ecológica y climática hacia una Ecosfera terrestre equilibrada

Mayo 2, 2023 4:19 am

muy importante: la transición ecológica y climática. Corresponde con el lapso de tiempo que llevará realizar las correcciones necesarias para ralentizar el Cambio Climático y empezar a equilibrar la Ecosfera terrestre de toda la serie de indicadores ambientales que están alterados.

Cual paciente de hospital, es importante atender a nuestro planeta con los mejores cuidados para estabilizarlo y llevarlo a su curación. No es una mejoraría que se puede dar de la noche a la mañana, pero que, si se realiza con la debida estrategia y de forma multiplicativa, acumulativa, simultánea y ubicua, es posible de alcanzar en un tiempo más bien corto, al menos, para el inicio de la estabilización.

Es una noticia positiva que nuestros jóvenes y niños deben conocer a profundidad. Es decir, que si hay solución, que si hay cura para este nuestro enfermo planeta, desgarrado por las guerras y la contaminación que ha provocado la humanidad y cuyos daños más severos se han dado apenas en los últimos 40 años, convirtiéndonos a muchos de nosotros en testigos directos de toda una catástrofe ambiental.

Situación de emisiones: esta es una tarea estratégica en el camino hacia la descarbonización de la economía y para lograr que el país y todas sus actividades sean carbono neutral y, en todo lo posible, carbono negativo, es decir que la actividad y sus alcances más bien sean capturadoras de carbono y de gases de efecto negativo.

En el caso de un país como Costa Rica algunos podrían afirmar que con el hecho de que alrededor del 98 % de la energía que se genera proviene de fuentes renovables (hidroeléctrica, geotérmica, eólica y solar, principalmente) ya se cumple esa tarea. Sin embargo, se tiene un alto consumo de hidrocarburos.

A modo de referencia, en el 2003 se consumían 12 millones de barriles de derivados del petróleo, mientras que en el 2019 ese consumo se incrementó a 22 millones de barriles, mostrando un incremento de un 83 %.  Esto equivale a la emisión de cerca de 5.2 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera por año.

Esta tendencia de aumento de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero que se produce, se mantiene en incremento dado que el aumento de la cantidad de vehículos que queman hidrocarburos se sigue dando de forma muy sostenida (cerca de 44 mil unidades en el 2022, donde los vehículos eléctricos representan apenas un 6 % del total, aunque con tendencia en aumento). Con la entrada en circulación de los nuevos vehículos e incluso los eléctricos, no se sustituye el mismo número de vehículos de parque automotor.

Los otros vehículos usados que son “sustituidos” por vehículos nuevos, en su gran mayoría siguen circulando, dado que, generalmente se venden a terceros. Con ello se incrementa un gran problema que tiene la Gran Área Metropolitana (GAM) y otras áreas metropolitanas de ciudades intermedias como es la seria arterioesclerosis vial que ya se encuentra en un estado severamente crónico. Algo que contribuye de forma notable a que se contamine y deteriore el aire de las zonas urbanas, con las consecuentes consecuencias en la salud (por alergias y enfermedades en las vías respiratorias) para los habitantes de las mismas.

Otras actividades que producen emisiones: pero no solo el parque automotor es el responsable de emisiones de gases de efecto invernadero. Existen otras muchas fuentes de emisiones que incrementan la cantidad de emisiones de CO2 a la atmósfera. Las mismas se pueden citar de forma general, pues en el país no contamos, todavía, con un Registro Nacional de Huella de Carbono.

Así, por ejemplo, los barcos que arriban a los puertos nacionales o bien, los aviones que usan nuestros aeropuertos son fuentes generadoras de CO2.  La actividad agrícola convencional, aparte de ser fuente de contaminación por el uso de agroquímicos y plaguicidas, también genera emisiones de CO2 por el arado del suelo y las quemas (controladas y no controladas) que se producen, dizque, para facilitar la actividad agrícola.

Para muchos resulta muy molesto y hasta desesperante ver las enormes quemas que se producen en las plantaciones de caña, con el pretexto de facilitar su producción, algo que, además de contaminar seriamente el aire, también produce condiciones de trabajo extremas y peligrosas para los trabajadores que realizan la zafra de la caña. Situación que en este momento se encuentra en manos de la Sala Constitucional esperando que sea resuelta a favor del ambiente.

La actividad turística, la industria y el comercio, salvo algunas excepciones tienen una huella de carbono significativa en la medida que producen emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. También las oficinas administrativas, el transporte público y en nuestro país, hasta el tren.

Las zonas urbanas de los diferentes cantones del país también producen emisiones de CO2 y de allí que los municipios también tengan una importante responsabilidad en la terea de disminuir emisiones (huella de carbono) y cambiar hacia una situación de carbono negativo.

Otras actividades que producen emisiones son los rellenos sanitarios, incluso aquellos tecnológicamente bien manejados, los condominios, las urbanizaciones, las actividades mineras y empresas que brindan diferentes tipos de servicios.

Ante los argumentos que algunos pueden esbozar en el sentido de que, dado que Costa Rica es un país pequeño y que, comparativamente, respecto a otros países más grandes, las emisiones resultan “insignificantes”, por lo que, entonces, no debería hacerse nada; el argumento no es valedero. Esto, en razón que de que debemos considerar no solo las emisiones netas, sino más bien la perspectiva del efecto acumulativo de esas emisiones y, además, respecto a la responsabilidad ética y moral del país, de mostrar que la lucha contra al Cambio Climático se realiza de forma integral.

No es suficiente que digamos que producimos energía eléctrica renovable y que el área de nuestros bosques se ha “incrementado”. También debemos corregir los problemas muy serios de contaminación que nos afecta.

Transición ecológica y climática – acciones estratégicas: la transición que nos lleve a alcanzar una condición de mayor equilibrio ambiental requiere de una serie de acciones estratégicas.  En primer lugar, se requiere de una Estrategia Nacional sobre el Cambio Climático y el Equilibrio Ecológico, así como un Plan Nacional con acciones de corto, mediano y largo plazo. Plan que, también, requiere ser desarrollado a nivel local por parte de los municipios.

Esta Estrategia Nacional sobre Cambio Climático y el mismo Plan Nacional de Acción Climática deberían ser generados a partir de un proceso de Evaluación Ambiental Estratégica, por medio de un proceso participativo, transparente e informado. No es correcto que sea generado desde una sola fuente institucional.

Se hace indispensable contar con un Registro Nacional de Huella de Carbono y con un sistema nacional de compensación de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero para el desarrollo de sumideros de carbono que, a su vez, estén ajustados con el desarrollo de nuevos ecosistemas y suelos tropicales, por restauración de terrenos degradados o protección de los ya existentes. Se hace indispensable que sea un sistema ágil, eficiente y efectivo, con muy poca burocracia y basado en un proceso fundamentalmente automatizado.

También, es indispensable instaurar un proceso de transición hacia la producción agrícola y agropecuaria regenerativa, es decir, que promueva la recuperación y restauración de suelos, de sumideros de carbono, sin arado y sin uso de agroquímicos y plaguicidas.

No se trata de sustituir de la noche a la mañana la producción agrícola y agropecuaria convencional.

De lo que se trata es que, por medio de un correcta y efectiva gestión del territorio (ordenamiento ambiental y de planificación) se definan nuevos territorios para esta actividad, y que se estimule su desarrollo tal y como está sucediendo con algunos proyectos piloto que se ya se ejecutan en varios cantones del país por parte de Costa Rica Regenerativa. Al respecto las municipalidades por medio de sus planes de ordenamiento territorial y sus disposiciones locales, así como el Ministerio de Agricultura y Ganadería tienen una tarea estratégica muy importante a corto plazo.

La factura petrolera que tiene el país debe y tiene que ser reducida gradualmente. El paso hacia vehículos eléctricos es un avance, pero se requiere que sea mucho más acelerado. Sobre esto, el bajar los costos de estos vehículos y mejorar la infraestructura necesaria para su operación es un asunto que requiere impulso más sólido.

El parque automotor debe evolucionar hacia un parque eléctrico en el menor plazo posible. Dentro de este marco, resulta importante el uso de combustibles alternativos y sostenibles, como los biocombustibles producidos en el país, así como otras alternativas tecnológicas económicamente asequibles.

Existen otra serie de medidas que se pueden discutir y tomar para ser desarrolladas gradualmente, pero en lo posible de forma acelerada. En este sentido juega un papel clave la Dirección de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente y Energía; Dirección que requiere ser reforzada para que asuma un papel fundamental en el proceso de transición. También es vital una Ley Marco sobre Cambio Climático para el país.

Todos los países del mundo deben avanzar hacia el proceso de transición y ajustar sus políticas de desarrollo dentro de este marco. Costa Rica, pese a que tiene un territorio y una población relativamente pequeños, tiene la posibilidad de convertirse en un país líder y ejemplo en el mundo sobre este importante tema que atañe a todo el planeta.

El autor es geólogo ambiental, Doctor en Ciencias Naturales, especialista en evaluación ambiental, ordenamiento y planificación territorial, gestión preventiva del riesgo e hidrogeología ambiental. Es ex catedrático universitario en Sedimentología y Geología ambiental. Es el creador del sistema SALVETERRA®. También es consultor ambiental en gestión ambiental integral: www.allan-astorga.com; con más de 25 años de experiencia nacional e internacional.

a.astorga.g@gmail.com

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La extracción de hidrocarburos puede financiar la lucha contra el Cambio Climático

Abril 2, 2023 9:59 pm

En esta octava entrega de los documentos de SALVETERRA planteamos un tema práctico muy importante: de dónde debe provenir el financiamiento de la recuperación de ecosistemas y suelos tropicales. Como veremos en este artículo, es claro y lógico que debe provenir de la actividad extractiva y comercial de los hidrocarburos y otros combustibles fósiles como el carbón mineral. Un tema de trascendental importancia para cambiar el rumbo de la lucha contra la Crisis Climática.

Quemado de hidrocarburos y emisiones: es la principal causa de la crisis climática actual (responsable de poco más del 80 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el CO2).

De acuerdo con la Agencia de Protección del Ambiental de los Estados Unidos de América (EPA, por sus siglas en inglés) el coeficiente promedio de dióxido de carbono (CO2) de gases licuados de petróleo es de 235.7 kilogramos de CO2 por barril de petróleo de 42 galones.

El quemado del petróleo y sus derivados además de emitir dióxido de carbono produce otros gases tales como el metano, el óxido nitroso, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles distintos del Metano y dióxido de azufre. Casi todos son gases que producen efecto invernadero y por tanto, Cambio Climático.

La humanidad empezó a quemar hidrocarburos (petróleo, principalmente) desde finales del siglo XIX. Sin embargo, por la cantidad de población existente en ese momento, no fue hasta la década de la segunda guerra mundial cuando los efectos de ese quemado se volvieron significativos desde el punto de vista del equilibrio ambiental de la Ecosfera terrestre.

Desde el final de la segunda guerra mundial en 1945 hasta ahora, se ha quemado el 85 % del total de los hidrocarburos consumidos. Desde 1990 se ha quemado la mayor parte (52.74 %).
Esta situación de origen absolutamente humano es lo que ha generado una anomalía en el contenido de CO2 en la atmósfera y que ha provocado la situación de aumento rápido de la temperatura de la atmósfera y, consecuentemente, la Crisis Climática en que nos encontramos y que sigue en incremento.

En el mundo se producen y consumen cerca de 100 millones de barriles de petróleo al día. La gran mayoría de todo ese petróleo se quema para el transporte terrestre, aéreo y marítimo.
Por ejemplo, un vehículo de gasolina produce, en promedio, 8 toneladas al año de CO2 por quemado de ese combustible.

Dióxido de carbono en la atmósfera: cada 24 horas se producen en el mundo, en promedio, cien millones toneladas de CO2. Esto, como producto del quemado de los hidrocarburos (principalmente del petróleo).

A modo de referencia, en el 2021 la emisión total de CO2 por quemado de hidrocarburos fue de 36.300 millones de toneladas. Para la fecha en que se escribe este artículo (30.03.2023), los datos de estadísticas mundiales señalan que la cantidad de emisiones que se han producido solo en lo que llevamos de este año es de casi 9 mil millones de toneladas.

Los estudios científicos recientes, señalan que en los últimos 800.000 años, la concentración de CO2 en la atmósfera fluctuó entre las 170 y 330 partes por millón (niveles muy aceptables para la sostenibilidad del planeta), pero desde los últimos 170 años, y de forma enormemente acelerada en las tres últimas décadas, se ha disparado hasta unos valores que alcanzan en la actualidad 421 partes por millón. Esta es la principal causa del Crisis Climática que estamos viviendo.

Ralentización del Cambio Climático: la solución ideal para frenar los efectos del Cambio Climático sería la de dejar de quemar hidrocarburos, es decir, descarbonizar la economía por completo. Sin embargo, esto no es posible. El Acuerdo de París del 2015 establece un plan de descarbonización que abarca casi todo el siglo XXI.

El plan es que, gradualmente, el quemado de los hidrocarburos disminuya, y con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el CO2. Este plan se hizo tratando de mantener un equilibrio entre el quemado de hidrocarburos y el aumento de la temperatura de la atmósfera respecto a la referencia al año 1.800 DC, algo que, desafortunadamente, no está funcionando, pues la tasa de aumento de la temperatura atmosférica sigue creciendo, haciendo que las proyecciones que se tenían para el 2050, ahora sean las del 2030.
Lo anterior, resulta muy preocupante, en la medida de que, en este momento, las reservas mundiales de hidrocarburos alcanzan hasta el 2065, como mínimo. Lo cual quiere decir que la ralentización de Cambio Climático se tiene que dar mientras se sigue en el proceso del quemado de hidrocarburos.

Por esta razón, es importante buscar soluciones complementarias a esta estrategia de disminución gradual del quemado de hidrocarburos para el transporte y otros usos como la producción de energía. No solo para disminuir la tasa de producción de CO2 a la atmósfera, sino más bien, para reducir su contenido global.

A este respecto resulta importante repasar algunas cifras: un árbol almacena unos 167 Kg de CO2 por año o una tonelada de CO2 al año, para 6 árboles maduros. A su vez, ese mismo árbol absorbe, en promedio, por fotosíntesis, 20 Kg de CO2 al año. Así, se requieren 22 árboles para suplir la demanda de oxígeno de una persona al día. Una hectárea de bosque produce oxígeno al día para 43 personas.

Los suelos tropicales, en promedio, pueden almacenar hasta 400 toneladas de CO2 por hectárea. En promedio, cerca de 125 toneladas de carbono, aunque en algunos casos de suelos tropicales con mucha materia orgánica se puede llegar hasta 400 toneladas por hectárea.

Una hectárea de bosque primario tropical puede almacenar cerca de 200 toneladas de carbono por hectárea. Esto quiere decir que una hectárea de bosque tropical primario en buen estado y en desarrollo, junto con su suelo, puede almacenar, en promedio, cerca de 400 toneladas de Carbono que equivaldría a cerca de 1.400 toneladas de CO2. Esta misma hectárea de bosque produce cerca de 1.000 toneladas de oxígeno al año.

Una situación similar ocurre con los suelos que se dedican a la producción regenerativa, tanto agricultura como ganadería. Sin arado, sin agroquímicos tóxicos, la producción alimentaria puede servir también como herramienta para el secuestro de CO2 de la atmósfera. Un suelo de producción regenerativa secuestra hasta 30 veces más carbono, durante un año, que un suelo de agricultura convencional.

Financiamiento de ecosistemas (bosques y suelos) tropicales: como hemos señalado reiteradamente, las zonas tropicales son las más biodiversas del planeta y, por tanto, con el mayor potencial para regenerar los ecosistemas. A su vez, son las zonas con mayor potencial para secuestrar el CO2 de la atmósfera y por tanto ralentizar la Crisis Climática.

Hemos explicado también (ver: www.allan-astorga.com) que para tener un efecto significativo en esa ralentización y en la recuperación de la biodiversidad y del equilibrio de la Ecosfera terrestre, se necesita restaurar 250 millones de hectáreas de ecosistemas tropicales, principalmente bosques, humedales y sus suelos ricos en materia orgánica. Esto, además de frenar la deforestación que actualmente se da en los ecosistemas naturales, principalmente los tropicales. A esta superficie se sumaría el suelo en producción regenerativa (agricultura y ganadería).

Y bueno, el problema es que eso tiene un costo. Según nuestros estudios sería de alrededor de 800 mil millones de dólares americanos anuales.

Estos recursos deben salir de alguna parte y por eso, planteamos que una alternativa para ello es que provenga de los hidrocarburos que son extraídos y comercializados anualmente. Los números gruesos indican que el monto que tendría que establecerse para cada barril de petróleo (sin contabilizar el gas natural o el carbón mineral), sería de entre US$ 15 a US$ 20.

Este monto se debería sumar al costo de extracción de un barril de petróleo. Para algunos puede que signifique mucho, empero se debe tomar en cuenta que además de con el mismo se compensan las emisiones producidas por su quemado, además se mitiga el efecto del quemado de petróleo que se ha dado en el mundo por 170 años antes del presente.

Con estos recursos sería posible la creación de un superfondo con el que se podría financiar la protección de los ecosistemas tropicales existentes y la regeneración de nuevos ecosistemas tropicales que además de recuperar la biodiversidad sirvan para ralentizar la Crisis Climática al servir de sumideros de carbono. Así como también impulsar la producción regenerativa.

Tal y como hemos indicado, los territorios seleccionados para esa regeneración de ecosistemas y para la producción regenerativa deben ser identificados por medio de un eficiente y efectivo Ordenamiento del territorio que, junto con una correcta Planificación Estratégica, haga posible dar un impulso sustancial al desarrollo y progreso humanos sustentables.

Todo esto es materialmente posible y realizable. Es muy probable que, además, existan otras alternativas, pero lo que aquí señalamos tiene la ventaja de que resuelve de forma integral una serie de problemas que tiene nuestra civilización humana desde hace mucho y que no obstruye, (todo lo contrario) el necesario desarrollo sustentable que requiere nuestra economía.

Terminamos recalcando que todavía hay algo de tiempo, pero que cada vez es menos. De allí la enorme importancia de acelerar el proceso de discusión y toma de decisiones. Por eso es que se recomienda que la propuesta que aquí se plantea sea objeto de discusión en la próxima COP del 2023.

a.astorga.g@gmail.com

¿Por qué la recuperación de los ecosistemas tropicales es vital en la lucha contra el Cambio Climático?

Marzo 26, 2023 4:38 am

En esta séptima entrega de los documentos de SALVETERRA desarrollamos un tema de gran relevancia: la importancia de la recuperación de los ecosistemas tropicales como elemento vital y fundamental en la lucha contra el Cambio Climático y la recuperación del equilibrio de la Ecosfera terrestre.

Ecosistemas tropicales:
la zona tropical de nuestro planeta se localiza entre los 15°-25° grados norte y sur del ecuador. Por las temperaturas cálidas y las lluvias, presenta las mejores condiciones para el desarrollo de diversos ecosistemas tropicales ricos en biodiversidad. Por si solos, estos ecosistemas contienen más biodiversidad que todos los otros ecosistemas del planeta juntos. Es claro entonces su enorme importancia para la recuperación y protección de la vida del planeta Tierra.

Pero esa relevancia no solo se vincula a la biodiversidad. Hay otros servicios ecosistémicos de gran importancia. Uno de ellos tiene que ver con la enorme capacidad de almacenar dióxido de carbono y la producción de oxígeno por fotosíntesis. Los árboles y las plantas, en general, acumulan carbono de forma temporal, pero al morir, ese carbono puede pasar al suelo donde conforma un importante sumidero que almacena el dióxido de carbono de forma permanente. Una hectárea de suelo tropical puede almacenar, en pocos años, hasta 400 toneladas de carbono.

La gran ventaja de estas zonas es que por la característica climática que tiene, la regeneración de los suelos y ecosistemas es muy acelerado. Se puede pasar de un charral a un bosque secundario en recuperación en plazos cortos (5 años en promedio).

Así, los ecosistemas tropicales son como una gigantesca fábrica de vida y biodiversidad que, además, funcionan como un sumidero de carbono cuyo desarrollo permitiría ralentizar los efectos del Cambio Climático, mientras se frena la masiva extinción de especies que afecta a nuestro planeta.

Situación actual: a lo largo del Antropoceno (desde al año 1.800 DC) y, en particular, durante las últimas cuatro décadas, los ecosistemas tropicales han desaparecido por cambios de uso del suelo, deforestación e incendios forestales (intencionales y naturales). Su área ha disminuido a la mitad y lo que queda, se está degradando rápidamente, con una significativa pérdida de biodiversidad y de su capacidad para almacenar dióxido de carbono. De paso, los suelos ricos en materia orgánica se degradan y erosionan, liberando el CO2 a la atmósfera, así como otros gases de efecto invernadero.

Gran parte de este deterioro ambiental tiene explicación por la ausencia de ordenamiento y planificación territorial, es decir, por una totalmente inadecuada gestión del territorio. A esto se suma el aumento de la población y, sobretodo, el incremento del consumo que produce una enorme presión sobre los recursos naturales de los países tropicales.

Y no nos referimos a la presión que produce los requerimientos de autoconsumo de esos países tropicales que, por lo general, son países pobres con una población muy alta (que vive con presupuestos de muy pocos dólares por día) y en crecimiento (salvo algunas pocas excepciones como Costa Rica), sino más bien a la presión que ejerce el consumo de los países ricos que requieren de productos agrícolas y ganaderos para satisfacer sus voraces necesidades que da su situación de confort.

Piña, banano, sorgo, frutas tropicales, café y otros cultivos, así como carne de res de primera calidad, son algunas de las actividades agrícolas y agropecuarias cuyo desarrollo productivo exige el uso de grandes extensiones de territorio que, debido a la falta de planificación territorial, sacrifican ecosistemas tropicales para implantarse en los territorios de los países pobres tropicales.

Así, conforme aumenta la degradación de los ecosistemas y los suelos de los países tropicales, aumenta también la pobreza. Hay una relación proporcional. También la desertificación se asocia a estos problemas, como la contaminación y degradación de los suelos, el aire y las fuentes de agua y los acuíferos de aguas subterráneas.

Conforme se degrada el ambiente de los países tropicales, se incrementan los problemas sociales y con ello, una cadena de impactos sociales de los cuales la migración hacia los países ricos (principalmente del hemisferio norte) se incrementa.

Es claro que, para cambiar esta grave tendencia de deterioro ambiental y social, se requieren aplicar acciones concretas cuya base piramidal lo constituye la efectiva y eficiente gestión del territorio de los países tropicales.

El cambio que se necesita: un cambio estratégico y fundamental del cual ya hemos escrito previamente, es la valoración y pago real, ambiental y con visión planetaria que debe tener un espacio geográfico que presenta un ecosistema natural.

No nos referimos al valor económico por hectárea o metros cuadrados que define la economía convencional a un terreno de este tipo. Por lo general, entre otros muchos factores de absoluta visión antropocéntrica y de uso inmobiliario (como los accesos y los servicios), estos terrenos son castigados y valorados como si estuvieran dañados por contener un ecosistema natural.
Incluso, cuando los mismos son objeto del pago de un servicio ambiental, el monto que se paga por hectárea es muy bajo (cerca de $ 70 – $ 75 dólares por hectárea por año en el caso de Costa Rica).

Bajo este esquema económico, es claro que los propietarios privados de terrenos que tienen ecosistemas naturales, salvo algunas excepciones, siempre van a estar tentados por los desarrolladores inmobiliarios que proponen fraccionamientos forestales, o bien por quienes extraen madera ilegal y especies de flora y fauna para que ceda y permita “aprovechar” las riquezas de esos terrenos cuyo verdadero tesoro son los ecosistemas que los conforman.

Se trata de una tentación económica a las que relativamente pocos propietarios no ceden. Se presenta en todo tipo de terrenos y en todos los países tropicales generando un grave efecto ambiental acumulativo que contribuye de forma notable con el deterioro de la Ecosfera terrestre.

La solución entonces, es darle el verdadero valor que tienen esos terrenos para confrontar la Crisis Climática, salvar la vida del planeta y restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre. También se deben incluir aquellos terrenos ya impactados y que tienen potencial para la regeneración y restauración de ecosistemas, cuya identificación debe provenir de la zonificación ambiental derivada del ordenamiento y la planificación del territorio.

Así, como hemos señalado (ver: http://www.allan-astorga.com/allan-astorga/2023/1/12/cop-27-urge-cambiar-la-estrategia-en-la-lucha-contra-el-cambio-climtico?rq=cop) la doble estrategia de tratar de descarbonizar la economía, combinada con la recuperación, protección y regeneración de suelos y ecosistemas tropicales multiplicaría las posibilidades de tener éxito. Para lograr esto, es indispensable la creación de cuentas ecológicas que financien la recuperación de ecosistemas. Sin ese financiamiento que debería provenir, principalmente, de la explotación de los combustibles fósiles, lograr el objetivo ser hará mucho más lento o muy difícil.

Ventajas múltiples: invertir en la recuperación, protección y regeneración de ecosistemas es la más importante inversión que debe hacer la humanidad en estos momentos. Lejos de seguir gastando ingentes cantidades de recursos económicos en armamento, ejércitos y guerras, la prioridad debe ser completamente otra.

Las ventajas son enormes, desde ralentizar los efectos de la Crisis Climática, hasta frenar la extinción masiva de especies en la que ya nos encontramos. Pero también hay otras ventajas sociales, dado que la inversión en ecosistemas tropicales permitirá impulsar a los países tropicales pobres hacia el progreso y el desarrollo económico. La creación de empleo, el desarrollo económico promovido por el uso sostenible de los recursos y la correcta y eficiente gestión del territorio producirán enormes avances en estos países, haciendo que la migración disminuya o desaparezca por completo; además de la mejoría en la calidad de vida.

La coyuntura es ahora. No hay tiempo para más postergaciones. De allí la importancia en seguir insistiendo en el tema.

Este artículo fue elaborado por el especialista Allan Astorga, de la ONG Salvaterra

a.astorga.g@gmail.com

La importancia de los ecosistemas de humedal y la estrategia de su recuperación

Marzo 19, 2023 4:38 am


En esta sexta entrega de los documentos de SALVETERRA® analizaremos el tema de los ecosistemas de humedal, en particular su gran importancia ecológica y la estrategia a seguir para su recuperación. Un asunto clave en la lucha contra el Cambio Climático y la recuperación del equilibrio de la Ecosfera terrestre.

Al respecto, no solo es suficiente hacer un recuento de todos los beneficios ecológicos que nos dan los humedales. Tenemos que ser realistas para ubicarnos de forma objetiva. No para lamentarnos, sino para tomar acciones concretas y efectivas para su recuperación y fortalecimiento.

El agua es el elemento clave de los humedales: existen diversas variantes de humedales, tanto de agua dulce como salada. En ambientes continentales pueden variar desde cuerpos de agua, como ríos, lagunas, pantanos o suampos, hasta terrenos boscosos con suelos inundados o saturados en agua durante largos periodos de tiempo.

El agua puede provenir del mar, de los ríos, las lluvias o de los mantos de aguas subterráneas. Los humedales se distinguen también por las características particulares de sus suelos y por la presencia de plantas y animales adaptados a las condiciones de inundación o de alternancia de períodos de anegamiento y sequía. De esta manera, los humedales no son necesariamente transiciones entre los sistemas acuáticos y terrestres, sino que poseen características estructurales y funcionales propias, que los diferencian de unos y otros.

Pero es importante comprender que no todo terreno afectado por estancamiento de aguas superficiales, en particular si el mismo se debe al desarrollo de inadecuados drenajes, es un humedal. Este aspecto puede a llevar a que las autoridades cometan muchas injusticias.

Situación global: en la actualidad los humedales cubren, aproximadamente, 12,1 millones de kilómetros cuadrados. El informe de Ramsar denominado Perspectiva Mundial sobre los Humedales, del año 2018, señala que los humedales han disminuido en un 35 % desde el año 1970. De acuerdo con un informe de la Naciones Unidas del año 2018, los humedales desaparecen tres veces más rápido que los bosques, los cuales tienen tasas de pérdida anual del orden de las 60 mil hectáreas.

Los humedales incluyen algunos de los ecosistemas con mayor densidad de CO2 de nuestro planeta, como las marismas saladas, las praderas marinas y los manglares. Las turberas, que representan sólo el 3 % de la superficie terrestre del mundo, almacenan el doble de CO2 que todos los bosques del planeta, y desempeñan un papel fundamental para lograr los compromisos mundiales para el cambio climático, el desarrollo sostenible y la biodiversidad.

Por esta razón, la recuperación, restauración y protección de los ecosistemas de humedal es una tarea estratégica en materia de la lucha contra el Cambio Climático.

Los humedales también contribuyen a reducir el riesgo de desastres, ya que mitigan las inundaciones y protegen las costas.

A pesar de su papel esencial en la regulación del clima mundial, los humedales siguen estando infravalorados por los responsables de políticas y de la toma de decisiones en los planes nacionales, particularmente de ordenamiento territorial.

La pérdida o degradación de los humedales tiene efectos negativos en la naturaleza y las personas. Las principales presiones sobre los humedales se relacionan con cambios en el uso del suelo (urbanización, construcción de infraestructura como carreteras, deforestación, rellenos, etc.), alteraciones en la dinámica del agua (por extracción, intercepción, desvíos, etc.), extracciones (pesca, maderas, pasturas, etc.), contaminación (agrícola, industrial y doméstica), introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático.

Humedales en Costa Rica: en nuestro país hay avances y retrocesos en materia de protección de los humedales.

Con la promulgación de la Ley Orgánica del Ambiente (1995) los humedales adquirieron la categoría de áreas silvestres protegidas.  Pese a eso, al no disponerse de una cartografía oficial que identificara todos los humedales del país, fueron los humedales que estaban inscritos en el Convenio Ramsar o bien que estaban explícitamente definidos, los que tenían mayor protección.

En el año 2010, con la promulgación de algunos ajustes a la Ley de Vida Silvestre la situación de los humedales empeoró. Se introdujo un artículo que señala que hay pena de cárcel a quien dañe un humedal si no cuenta con la autorización por parte del Sistema Nacional de Areas de Protección (SINAC). De esta manera se abrió la puerta para afectar los humedales vía un permiso que otorga esta entidad, siempre que se cuente con viabilidad ambiental.

Sobre la base de este artículo se promulgó un decreto ejecutivo que regulaba el desarrollo de infraestructura vial en zonas de humedal. Parte de los argumentos esbozados por el MOPT – CONAVI de ese momento, era que construir una carretera por zonas de humedal era más cómodo, debido a que no había que hacer expropiaciones.

El autor participó en una acción de inconstitucionalidad contra ese decreto ejecutivo que, finalmente, la Sala Constitucional, declaró sin lugar, con lo cual se consolidó la situación de desorden en el tema de la protección de los humedales en el país.

Como parte de las discusiones que se dieron alrededor de esa acción de inconstitucionalidad, llamó mucho la atención la posición de la Procuraduría General de la República que afirmó que había dos “tipos” de humedales desde el punto de vista jurídico: los de propiedad privada y los de propiedad pública, como si esa situación implicara que unos son más susceptibles de ser impactados o dañados que otros.

Recientemente, en el año 2018, el SINAC elaboró el primer mapa de humedales de Costa Rica. Este instrumento representa un gran avance, dado que incluye todas las categorías de humedales del país a una escala suficientemente satisfactoria para gestionar su protección.

Pérdida de bosques húmedos del Humedal Caribe: por medio del estudio comparado de imágenes satelitales de diversos años, el autor ha podido identificar la desaparición de cientos de hectáreas de bosques del Humedal Caribe.  Esto llevó a la realización de una denuncia ante el Ministerio Público (ver el siguiente enlace).

La tendencia de desaparición de los bosques de humedal se ha acelerado desde el año 2014 con el inicio de construcción de la Terminal de APM en Moín. Se observó un patrón con un proceso de deforestación del bosque de humedal, el drenaje de las aguas y un proceso de disecación para el desarrollo de nuevas construcciones. El asunto es seria pues sucede a lo largo de Humedal Caribe desde Tortuguero hasta Cahuita, como mínimo.

Se trata de una situación muy grave y es posible que, en otras áreas del país, también se pueda estar dando.

Búsqueda de soluciones: son varias las acciones concretas que se deben implementar urgentemente para detener el daño a los humedales del país. Las principales son las siguientes:

  1. Fortalecer al SINAC y la Dirección de Humedales para que puedan ejercer un mayor control de la situación de humedales en el país. Esto lleva por una revisión detallada del decreto ejecutivo que establece la metodología para definir zonas de humedal y que a criterio del autor tiene serias limitaciones técnicas.

  2. Fortalecer a la unidad ambiental del Organismo de Investigación Judicial que realiza investigaciones y levantamiento de prueba sobre daño ambiental a humedales.

  3. Equipar a la Fiscalía Ambiental del Ministerio Público para que pueda disponer de fuentes de información satelital sobre los cambios de uso del suelo en zonas de bosques de humedal y en bosques en general en el país, donde se está dando una fuerte presión por el cambio de uso del suelo, como en el caso de Humedal Caribe.

  4. Sustituir o modificar el decreto ejecutivo que permite el desarrollo de construcciones en zonas de humedal por un instrumento jurídico más moderno y que fije reglas técnicas más claras sobre la protección de humedales y el desarrollo de un sistema de compensación ambiental para los casos especiales en que sea necesario el desarrollo de obras estratégicas. También debe integrar lineamientos concretos para la recuperación de humedales dañados ilegalmente o bien, como parte de la lucha contra el Cambio Climático con el desarrollo de sumideros de carbono.

  5. Impulsar el desarrollo de planes de ordenamiento territorial en todo el país, dentro de los cuales se delimiten y fijen las zonas de humedal a fin de que sean protegidos de forma más sólida con la participación de los gobiernos locales. De igual forma, estos planes deben establecer, donde se presenten las condiciones, las zonas de restauración de ecosistemas de humedal.

Con el desarrollo de estas acciones concretas sería posible cambiar el rumbo al proceso de deterioro que está afectando a los humedales del país.

Como hemos dicho antes, Costa Rica tiene el potencial de convertirse en un país líder en el mundo que, con el ejemplo, puede mostrar el correcto camino hacia la protección del ambiente, incluyendo los importantes sistemas de humedal tropicales.

 

a.astorga.g@gmail.com