ambiente

El valor ambiental de una finca tropical

El sistema económico imperante desde hace mucho tiempo tiene un mecanismo para establecer el valor económico de una finca, ya sea urbana o en su defecto en una zona rural. Esa valoración económica se realiza según una serie de factores técnicos y es, lo que, en definitiva, señala el precio que tiene el terreno, así como los impuestos (por ejemplo: por bienes inmuebles) que el mismo debería pagar. A pesar de que se trata de una metodología práctica, la misma no considera para nada, varios factores ambientales que son determinativos y que, debidamente aplicados, pueden dar importantes sorpresas sobre el valor económico ambiental que puede tener una finca, en particular en una región tropical.

Territorio tropical: la región tropical de nuestro planeta, bajo las condiciones climáticas que han permanecido más o menos estables (salvo las últimas décadas debido a la acción de los seres humanos) durante el Holoceno (últimos 8 mil 200 años) se localiza entre el trópico de Cáncer en el hemisferio norte y el trópico de Capricornio en el hemisferio sur. Ambos están equidistantes del ecuador a 23°27´de latitud norte y sur, respectivamente.

Dentro de esta banda que rodea a la Tierra, se desarrolla el denominado clima tropical. Debido a que es una zona donde los rayos del sol llegan de forma más perpendicular y con más energía, se desarrolla un clima cálido y húmedo. Esto tiene efectos muy especiales en los territorios continentales de la zona tropical: formación de suelos, cuerpos y corrientes de agua superficial y acuíferos de aguas subterráneas, todo lo cual favorece su principal característica: los bosques tropicales que son el ecosistema más rico y biodiverso de todo el planeta y sin lugar a duda, de todo el sistema solar.

Valor económico de las fincas: son varios los factores que entran en juego para determinar el precio de una finca. Uno de ellos es el área o superficie que tiene. Por lo general hay una relación proporcional, a mayor extensión mayor precio, más, sin embargo, también hay que considerar los otros factores.

El hecho de que el frente de la finca de a una calle pública o derecho de paso también es un factor a considerar. De igual manera, la regularidad o geometría de la finca, es decir, la forma en superficie que tiene el terreno. Esto es particularmente importante en zonas urbanas.

Se adiciona también el tipo de vía que permite el acceso a la finca. La pendiente del terreno también es importante. Pendientes muy pronunciadas desfavorecen el valor de la finca.

En zonas urbanas o periurbanas la existencia de servicios como las aceras, cordón de caño y caños son importantes. De igual forma, la disponibilidad de cañería (acueducto), electricidad, telefonía (ahora más celular que alámbrico) e iluminación, también son relevantes, no solo en zonas urbanas o periurbanas.

La diferencia de altura (desnivel de la finca frente a la calle de acceso) o nivel es otro factor que se toma en cuenta. La hidrología, es decir, la existencia de corrientes de agua o fuentes de agua como pozos o nacientes también se considera de una gran importancia dado que implica que existe disponibilidad de agua.
Finalmente, el último de los factores corresponde con la capacidad de uso de la tierra desde el punto de vista edafológico. A mayor clase menor el favorecimiento para el valor de la finca.

La sumatoria de todos estos factores es lo que, en general, sirve para establecer el precio de una finca. Esta metodología es la que prevalece y la que sirve de base para el tema impositivo o en su defecto para las transacciones de compra y venta de fincas.

Expectativa inmobiliaria: en zonas urbanas o periurbanas y, en ocasiones, también en zonas rurales hay varios factores adicionales relacionados que se pueden sumar a la ecuación. Uno de ellos tiene que ver con el tema de la expectativa de desarrollo urbano futuro (corto o mediano plazo) que se puede dar en el área. Cabe destacar que por esta causa la información de lo que plantea una propuesta de plan regulador puede ser muy bienvenida o, todo lo contrario.

La expectativa de que en el futuro se va a dar una fuerte inversión en determinada zona, ya sea por el desarrollo de una obra vial y de infraestructura pública en general, o bien un proyecto de gran inversión económica como, por ejemplo, un complejo industrial, una gran proyecto urbano o comercial, también puede aumentar mucho el valor de una finca.

Existen otros elementos que entran en juego y que pueden ser importantes, como la vista del paisaje que se puede apreciar desde el terreno. La vista del mar o de un volcán, por ejemplo, pueden contribuir a que el precio de la finca se incremente.

Otros factores que pueden ser desvalorativos son, por ejemplo, la cercanía a un complejo industrial contaminante y ruidoso, a tajos o rellenos sanitarios mal manejados.

Factores ambientales: nuestra investigación en este tema nos ha llevado colegir que muchos factores ambientales importantes no son ni siquiera considerados como parte del establecimiento de un precio a una finca.

Uno de ellos debería ser, necesariamente, la condición de amenaza a la que es susceptible el terreno de la finca. Sobretodo si esa condición es de valor alto o muy alto (rango 1 o 2). Se puede tratar de sismicidad, potencial ruptura en superficie por falla geológica activa y superficial, deslizamiento, inundaciones y paso de flujos, licuefacción, subsidencias diferenciales, peligros volcánicos en caso de actividad de un volcán cercano y en zonas costeras: ascenso relativo del nivel del mar y tsunamis.

La existencia de una limitante de este tipo no imposibilita el desarrollo urbano de una finca, pero es un tema que requiere ser conocido para que lo que se vaya a construir tome en cuenta esas condiciones como parte del diseño o del tipo de seguro a tomar.

El uso actual del suelo que tiene la finca es un tema que puede tener relevancia, en particular si dichas actividades pudieron provocar problemas de contaminación acumulativo en el suelo del terreno. También es relevante conocer la historia reciente (varias décadas) de los cambios de uso del suelo que sucedieron en la finca. Esto puede ser relevante, incluso desde el punto de vista legal (por ejemplo: por deforestación total o parcial de la finca en tiempos recientes). Los sistemas de imágenes satelitales históricos o de fotografías aéreas oficiales pueden ser una muy útil fuente de información.

Existencia de bosque y biodiversidad: este factor ambiental, por lo general, se considera como un factor negativo que le quita valor al precio de la finca. En particular, si existe legislación nacional que protege los bosques y limita el cambio de uso.
En el caso de Costa Rica el pago de los servicios ambientales por protección del bosque o, en su defecto, regeneración o reforestación puede servir de estímulo, más sin embargo los montos todavía son relativamente bajos. El monto más alto que se paga por este servicio es de aproximadamente $365/ha (al tipo de cambio de agosto del 2022) durante cinco años para la reforestación con especies nativas. Por su parte, la protección del bosque existente paga el equivalente en colones de $55/ha.

Es muy probable que para que se tenga deseos de entrar en este sistema de pago por servicios ambientales el ingreso que aporta la finca no representa la principal fuente económica del propietario, quien, a su vez, debe tener suficiente amor por la naturaleza. En especial, si es tentado por otras alternativas que le pueden dar más rentabilidad a corto plazo.

Servicios ecosistémicos del bosque tropical: en una hectárea de bosque tropical, natural y maduro, existe más biodiversidad (miles de especies) por unidad de área que, en cualquier otro bioma del planeta, incluido los biomas marinos. Nos preguntamos: ¿qué valor tiene esto para toda la humanidad, en particular si consideramos que esa misma humanidad ha hecho que nos encontremos en medio de una gran extinción masiva de especies? Pero también los bosques son fuente de productos muy importantes para la industria farmacéutica (algunos ni siquiera se han terminado de descubrir). ¿Qué valor tiene esto?

Por otro lado, los bosques tropicales son una fábrica de oxígeno para el aire de nuestro planeta y contribuyen enormemente en el ciclo hidrológico y en la existencia de fuentes de agua: ¿qué valor tiene esto también?
Y si a lo anterior sumamos que los bosques y los suelos que los sostienen sirven como una de las formas más eficientes para capturar dióxido de carbono. Cientos de toneladas por hectárea. ¿Qué valor tiene esto?
Verdadero valor económico ambiental: como podemos ver, una finca tropical, con bosque o sin bosque, pero susceptible de que en la misma se desarrolle bosque tiene un valor comercial mucho mayor que el que los métodos convencionales le establecen.

Aunque el interés por el ambiente y el cuidado y protección de la naturaleza y de sus ecosistemas se ha incrementado mucho, la verdad es que es muy reciente (cuando mucho los últimos 30 años). Esto choca con nuestras criterios, principios y metodologías económicas para valorar las cosas. Algo que requiere ser mejorado con la mayor premura.

Es necesario e indispensable que modifiquemos la forma de valorar nuestros territorios tropicales y que le demos una perspectiva global, planetaria. Costa Rica como país de avanzada en estos temas, tiene la oportunidad de convertirse en un líder en el mundo, no solo con el ejemplo, sino con el desarrollo de metodologías avanzadas que le puede brindar al resto del mundo.

Las fincas tropicales, con o sin bosque, pero con potencial para tenerlo o para ser dedicadas a actividades productivas que permitan combatir el cambio climático y otros problemas ambientales de la Ecosfera terrestre, tienen una enorme valor ambiental y también económico. Es por ello por lo que se hace indispensable trabajar, tanto a nivel nacional como internacional, en la forma de darles el verdadero valor que tienen. Sin este paso, no será posible combatir de forma sistemática contra los problemas de desequilibrio y mala salud ambiental que tiene nuestra Ecosfera terrestre.

Nuestra prioridad debe ser convencer al mundo desarrollado del enorme valor que tienen los territorios tropicales en la búsqueda de soluciones para nuestro mundo. Es indispensable que se haga inversión y se pague el verdadero costo de los bosques, suelos y la biodiversidad de los territorios tropicales.

Insumos útiles para nuestra decisión electoral

Un buen e importante número de compatriotas estamos preocupados por quién debería ser el líder de la nueva administración de gobierno 2022 – 2026. Para muchos de nosotros hay algo claro: no podemos darnos el lujo de votar por un “nuevo experimento” para ver qué pasa. Sería muy difícil que nuestro país pudiera soportar más letargo e indecisión en la toma de decisiones estratégicas con una verdadera visión de desarrollo sustentable y progreso humano.

Es claro que no soy politólogo o político, todo lo contrario, soy un ciudadano y científico muy preocupado por la grave crisis de la Ecosfera terrestre planetaria y que, como muchos, hace lo mejor que puede por defender y proteger la naturaleza y el ambiente, sin perder la perspectiva de que se debe realizar dentro de un marco equilibrado de sustentabilidad con el progreso humano.
Dentro de este contexto, y como parte de mis razonamientos en la búsqueda de cuál sería nuestra mejor alternativa a elegir como presidente, se me ha ocurrido recordar y contar mi experiencia como secretario general de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA) de hace 25 años.

Asumí como secretario general de la SETENA, no por un favor o elección político-administrativa, simplemente fue por ser un técnico que, para ese entonces, tenía 4 años de experiencia en evaluación de impacto ambiental (EIA) y que había sido el presidente de la Comisión de EIA anterior a la SETENA. Tomé el cargo, en enero de 1997, siendo muy joven para la responsabilidad que implicaba y, además, prácticamente el mismo día que se publicaba el primer reglamento de EIA que se promulgaba en el marco de la ley orgánica del ambiente del año 1995.

Durante el año 1997 se dieron una serie de circunstancias importantes cuyo contexto, en el momento, no comprendí bien, pero que tendrían transcendencia para el futuro del país y su modelo de desarrollo.

Tramitomanía y planificación territorial: la primera de esas circunstancias tenía que ver con un tema del que hemos escrito previamente y que tiene con ver con la tramitomanía y el exceso de trámites. La salida del reglamento de EIA en enero del 1997 inició una discusión que aún no termina. Como hemos señalado, ya para ese momento, el inventario de requisitos a cumplir para el desarrollo de una empresa grande, era de aproximadamente 180. Algo que, hoy 25 años después, es de más de 300 y que lleva una cantidad de tiempo al menos tres veces mayor que lo que se necesitaba en el año 1997. Durante ese mismo periodo la cantidad de instituciones públicas prácticamente se duplicó, lo cual explica, el crecimiento de requisitos y el importante crecimiento en la cantidad de funcionarios públicos. Cuando asumí la SETENA la cantidad de funcionarios no llegaba a 15, hoy tiene cerca de 100. Esto, pese a que la cantidad de trámites de EIA por año no ha cambiado mucho.

Es claro que el exceso de trámites es sumamente grave y es un mal que carcome las entrañas del país, que auspicia el cáncer de la corrupción y que lo tiene totalmente frenado en todo lo que tiene que ver con el impulso al desarrollo e inversión de proyectos sustentables. Por eso, desde el mismo mes de enero de 1997 se empezó a discutir el tema de la “desregulación” o la mejora regulatoria para impulsar la inversión y el desarrollo. Desde la SETENA, durante ese mismo año, pude desarrollar la primera fase de lo que fue el Índice de Fragilidad Ambiental (IFA) y el ordenamiento del sistema de procedimientos cuyo manual se publicó en la Gaceta en noviembre de 1997. El cambio de gobierno en 1998 no nos dio tiempo de continuar con nuestro planteamiento de integrar el ordenamiento y la planificación territorial como base para agilizar todo el sistema de trámites. Algo que, hasta ahora, no ha sido posible retomarlo, pues la casi totalidad de las administraciones ulteriores o no lo comprendieron o no tuvieron el mínimo interés en trabajar en esa dirección.

Crucitas y la sanción a la actividad minera de exploración: tal vez para pocos es conocido que, en el año 1997, la SETENA procedió a sancionar la actividad de exploración minera metálica que realizaba la empresa minera canadiense en Crucitas. Esto, como consecuencia de que la unidad de control y seguimiento ambiental de dicha Secretaría Técnica había detectado una serie de incumplimientos a los compromisos ambientales adquiridos en el estudio de impacto ambiental de la fase exploratoria.

La ley orgánica del ambiente establece que la SETENA en una entidad de desconcentración máxima, es decir, que tiene autonomía técnica en la toma de decisiones. Y eso fue lo que se hizo con este caso de Crucitas. Puedo dar fe de que la decisión que se tomó fue propia de la SETENA, sin consultas ni solicitud de autorizaciones ante otras autoridades del Poder Ejecutivo. Todo lo contrario, una vez que se tomó la decisión, se contó con todo el apoyo de las autoridades del gobierno.

Algunos podrían decir que es lo normal, no obstante, visto en perspectiva y conociendo la ulterior historia de la SETENA, es un punto importante de señalar y de recalcar. Se debe recordar que ya, para ese entonces, se conocía que Crucitas estaba visualizado como el proyecto de explotación minera a cielo abierto más grande de Centroamérica. Lo especial en este caso era que la administración de gobierno mostró un gran respeto por la posición técnica y ambiental de la SETENA y nunca interfirió a favor de la actividad minera metálica. Algo que vale la pena anotar.

Intel y la propuesta de modelo de desarrollo para el país: de forma contemporánea y circunstancial, mientras la SETENA gestionaba una sanción a la minería metálica de Crucitas, también tramitaba la evaluación de impacto ambiental de Intel en Costa Rica. Cabe señalar que ese trámite ambiental de Intel no fue sencillo ni simple. Se presentaron muchas oposiciones y dudas, en particular en el cantón de Belén, donde finalmente se instaló la planta.

Debido al desconocimiento técnico de lo que se iba a hacer, se interpretaba que se trataba de una industria peligrosa y contaminante que iba a dañar las nacientes de agua cercanas. Se decía que en la producción de los componentes electrónicos se manejaban muchas sustancias peligrosas y que se iban a producir emisiones, vertidos y residuos muy tóxicos. Fue un proceso de EIA con participación social que desembocó en la creación de una Comisión Mixta de control y seguimiento de la actividad industrial de Intel en Costa Rica. La primera que funcionó con total éxito y que permitió a la comunidad reconocer qué era lo que hacía Intel.

En este punto, también vale la pena anotar que siempre hubo un gran respeto de parte de las autoridades del poder ejecutivo respecto a la autonomía técnica de la SETENA. Nunca se dio presión de ningún tipo y siempre se respetaron los procedimientos que se establecieron.

El proceso no fue fácil, pero al final, la SETENA otorgó la Viabilidad Ambiental al proyecto de Intel en Costa Rica. Algo que simbolizó un hito para el país, no solo por el proyecto que implicaba una inversión aproximada de $ 500 millones y la apertura de poco más de dos mil empleos directos, sino porque significaba introducir al país en el camino de la industria de la alta tecnología. Algo que, con los años, significó un muy importante avance y crecimiento para Costa Rica.

Estos dos temas, el de Crucitas e Intel, tienen un significado histórico especial, pues sin saberlo, marcaban un derrotero muy significativo para nuestro país. Formamos parte de esa historia sin tener claro ese significado. E insisto en anotar algo que para mi fue muy importante, el hecho de que la administración de gobierno de ese entonces siempre respetó la posición técnica de la SETENA y, además, tuvo una gran visión al impulsar el camino del país hacia la alta tecnología y no hacia la actividad minera metálica. De alguna forma, desde 1997 el país tomó un rumbo hacia el desarrollo sustentable y fijó un derrotero que todavía perdura y que, ahora más que nunca, urge retomar.

Visión ambiental actual: otro elemento que resulta de gran relevancia para el autor es el hecho de que quien llegue a Casa Presidencial este año, tiene que cumplir un requisito indispensable en materia ambiental: tener clara, muy clara, la situación ambiental global y no solo la de Costa Rica. Hemos escrito mucho al respecto (ver:www.allan-astorga.com) en especial sobre la crisis de la Ecosfera Terrestre y sobre la grave coyuntura en que nos encontramos a escala planetaria.

Es vital que el nuevo presidente de Costa Rica, de un país líder en el mundo en materia de protección del ambiente y de la búsqueda de la sustentabilidad, no solo conozca de la situación, sino que juegue un papel mucho más importante en la propuesta de soluciones concretas a la crisis ambiental global. Soluciones que, por añadidura, acarrearán al país grandes beneficios, no solo en materia de turismo sino, también, en otros ámbitos económicos y de progreso humano. Nuestro país tiene mucho que aportar en este tema, empero se hace necesario contar con un líder de verdadera visión global y no un administrador que solo quiera apagar incendios.

Decisión estratégica: en los próximos días los costarricenses debemos tomar una decisión muy importante. Debemos escoger entre un abultado número de candidatos al nuevo presidente del país en medio de, posiblemente, la peor coyuntura ambiental y socioeconómica que ha pasado, no solo el país, sino el mundo entero.

Como hemos dicho, no podemos ni debemos experimentar. Requerimos de un líder con experiencia, conocimiento, visión y con la humildad suficiente para reconocer sus limitaciones y apoyarse en un equipo sólido que permita que podamos salir del enorme atolladero en que nos encontramos y que podamos progresar hacia un desarrollo verdaderamente sustentable.

Cada uno de nosotros debe meditar muy bien su voto. En mi caso, he decidido aportar el presente insumo como un elemento a tomar en cuenta y considerarlo como parte de ese proceso reflexivo. Nuestro país merece un futuro de real progreso humano y ambiental

Cuidar y respetar el ambiente, no es suficiente

Una gran mayoría de los seres humanos tenemos una preocupación creciente por la Naturaleza, el ambiente y el Cambio Climático. Por eso, se han acuñado una serie de términos comunes: “debemos cuidar la naturaleza”, “proteger el ambiente”, “sostenibilidad ambiental”, “producción ecológica y respetuosa del ambiente “, y otras muchas más.

Expertos en el uso de estos términos, son los políticos, particularmente en época de elecciones. Lo hacen para que la campaña muestre preocupación por el tema y para que se vea que este tema que preocupa, sobre todo a las generaciones más jóvenes, les sirva para atraerlos como votantes.

También lo utilizan las autoridades, los comunicadores, los educadores, los empresarios y hasta los religiosos. Todos hablan con “cuidar y proteger el ambiente” como si, con mencionarlo, la situación ya estuviera bien atendida y dejara de ser un problema prioritario.

Pero el solo hecho de que usen esos términos es una clara señal de que no se conoce a profundidad la situación real de la Crisis Ecosférica en que nos encontramos. Es una evidencia de que se cree que el asunto se limita al Cambio Climático y que se va arreglar en algún momento de este siglo y que todo va a estar igual o mejor que antes. Que, con solo no usar bolsas plásticas, ni pajillas, ahorrar agua y energía, y separar la basura, ya casi todo está arreglado.

Nada más lejos de la realidad. Necesitamos, todos, poner los pies sobre la tierra y ubicarnos en la gravedad del problema ambiental en que estamos inmersos, pues eso es determinante para poder, de verdad, hacer algo efectivo y revertir la seria situación en la que estamos.

Problemas humanos: son muchos y prácticamente ocupan todo nuestro tiempo. Además, de los personales, escuchamos sobre los temas de desempleo, crisis fiscal, Pandemia y temas de salud en general, asuntos laborales, de economía, de política, de religión, de sucesos de todo tipo, incluyendo los armados, así como todo tipo de dramas humanos y una larga lista adicional que parecen dominar todo nuestro tiempo y nuestra vida, hasta la saturación.

Ante estos bastos y a veces complejos problemas y, casi siempre, negativa y desesperanzadora información, nos sentimos agobiados y fatigados.

Todos, de una u otra manera, hemos sido afectados por la Anhedonia (desasosiego que resulta del estrés prolongado e imprevisible y que nos roba la capacidad de encontrar satisfacción en lo que hacemos). Siendo así, los problemas de tipo ambiental, aunque nos puedan parecer importantes, los vemos como lejanos y no necesariamente prioritarios. Como algo importante, pero que puede esperar.

Problemas planetarios: son toda una gama extensa de problemas que tiene nuestra Ecosfera terrestre y la vida total que allí habita. Se trata de un sistema de vida, continental y marina que se encuentra en una clara y evidente condición de desequilibrio. En medio de un proceso de extinción de especies de todo tipo que cada día se acelera más. Recientemente, se ha informado que las áreas prístinas, vírgenes o inalteradas por el ser humano, apenas representan el 3 % del total de la Ecosfera terrestre. Un número 10 veces menor de lo que se creía. Un dato, verdaderamente preocupante.

Toda la Ecosfera terrestre se encuentra severamente dañada: bosques tropicales y boreales, suelos, acuíferos, arrecifes, biomas continentales y marinos. Muchas especies se extinguen cada día: insectos, aves, reptiles, mamíferos, peces, anfibios. La biodiversidad se ha reducido 60 % desde 1980 hasta hoy. Algo muy grave, pues la vida de los seres humanos, depende de la salud de los ecosistemas. La actual pandemia por Sars Cov 2, así lo ha demostrado. De allí que hablemos de Crisis Ecosférica y no solo de Cambio Climático, pues como hemos señalado, es un grave error solo concentrarse en este último tema.

Como hemos indicado, los daños a la Ecosfera terrestre se han acelerado de forma exponencial durante los últimos dos siglos, de forma paralela con el acelerado crecimiento de la población humana y, en particular, con su nivel de consumo, basado en una economía altamente depredadora de la naturaleza que parte de la premisa de que los recursos de la naturaleza “son suficientes”. Algo absolutamente inconsistente con la realidad de que solo contamos con un planeta Tierra.

Comprender la realidad: aunque los problemas humanos nos absorben el ahora y el futuro y nos parecen ser la totalidad de nuestro mundo humano, tenemos la responsabilidad de comprender que los problemas planetarios son igual o más importantes y que deben ser entendidos.

Esa atención no solo debemos aplicarla por un asunto de benevolencia, todo lo contrario, urge atenderla en la medida de que de eso depende nuestra propia subsistencia. Solo una Naturaleza en equilibrio y sana, puede garantizar el progreso humano y de su economía. Es absolutamente vital comprender eso y tomar medidas efectivas para cambiar el equivocado rumbo que llevan nuestras acciones.

Mirar hacia el lado o ignorar la existencia de una crisis de la vida de la Ecosfera Terrestre solo puede agravar más la situación y, aunque, queda algo de tiempo, apenas y alcanza para empezar a implementar medidas correctivas verdaderamente efectivas.

Estrategia: bajo el contexto señalado, hablar en este momento de “cuidad y respetar la Naturaleza o el Ambiente”, como si con eso ya estuviéramos atendiendo el tema de la Crisis de la Ecosfera Terrestre, no es para nada objetivo. Ya eso no basta. Se ocupa hacer mucho más.

El daño afligido a la Ecosfera terrestre por los seres humanos ha sido local, puntual, ubicuo y, sobretodo, acumulativo. Por esa razón, la única forma de corregir y volver a desarrollar una condición de equilibrio tiene, indefectiblemente, que seguir el camino contrario. Es decir, actuar de forma local y puntual, pero de forma simultánea en todo el planeta. No existen fórmulas mágicas como sembrar miles de millones de árboles. El problema es mucho más complejo. Se requiere restaurar ecosistemas y biodiversidad, en continentes y mares, con especial atención en las regiones tropicales cuya biodiversidad es muy alta y es clave en la estructura de la vida en el planeta.

La vida de la Ecosfera terrestre es resiliente y podrá superar el daño causado por la civilización humana durante los últimos dos siglos. De eso no hay duda por el hecho de que esa vida ha superado muchas extinciones masivas, incluso globales. El problema es que esa recuperación natural de la vida es lenta y tarda al menos miles o decenas de miles de años. Tiempo que la humanidad no tiene. De allí que nuestra principal tarea, como humanidad, debería ser el trabajar intensamente en recuperar el equilibrio de la Ecosfera Terrestre, incluyendo la adaptación y la lucha contra el Cambio Climático. Esto es vital para darle sustentabilidad ambiental a la economía y a la productividad que son estratégicos para sostener la población humana que crece, cada día, con 200 mil habitantes nuevos.

La tarea y la responsabilidad que tenemos es clara: recuperar la biodiversidad de nuestro planeta. Solo así podremos garantizar nuestra propia existencia como humanidad. Yo no se trata de solo respetar y cuidar el ambiente. Eso ya no es suficiente.

Todos podemos hacer algo y esta es una buena noticia. Es algo que debería permitir recuperar la esperanza. Por encima de los agobiantes problemas humanos, debemos poner nuestros esfuerzos en los problemas planetarios, para así motivar nuestra existencia dentro de un objetivo concreto. Es el camino a seguir.

Nuestra herencia colectiva al tico 5 millones

Se ha hecho noticia que en el transcurso del mes de septiembre nacerá el costarricense cinco millones. Algo que debería llevarnos a la reflexión, sobre lo que, a esa persona, a los niños y jóvenes de hoy, y a todos lo que nacerán en el futuro, les vamos a dejar de herencia colectiva para que su calidad de vida sea satisfactoria. 

Aunque nuestra perspectiva tiene un sesgo ambiental, creemos que podemos hacer algún aporte a esta reflexión, dado que, desde este punto de vista, es posible derivar algunas conclusiones importantes.

Cambio de rumbo: al realizar una reflexión profunda sobre los problemas ambientales que afectan a nuestro mundo, en particular a la deteriorada Ecosfera terrestre y considerando lo que hemos hecho en nuestro país en este tema, llegamos a la triste y seria conclusión de que vamos por un rumbo equivocado. Muy equivocado.

Son muchos los hechos que nos pueden comprobar que vamos en dirección contraria y ya los hemos mencionado con cierta insistencia (ver: www.allan-astorga.com), no obstante, de todos ellos, podemos derivar un factor común denominador: la absoluta y completa falta de planificación, a la que también hemos llamado “desplanificación” y que, igualmente, siguiendo el refrán popular, podríamos referir como “poner la carreta por delante de los bueyes”. Una costumbre muy seriamente arraigada en nuestra cultura desplanificada.

Cuando analizados todos esos temas en que hemos cometido errores sustanciales que nos conducen a proyectos muy caros y que, a su vez, implican un gran sacrificio ambiental, vemos que el elemento fundamental ha sido la falta de planificación estratégica. Como hemos mencionado hasta la insistencia, esta forma de hacer las cosas es lo que nos tiene, como país, en una condición de crisis en muchos campos, que no solo se limitan al tema ambiental.

Por eso, al analizar la herencia que le vamos a dejar a nuestros niños y jóvenes y a las generaciones futuras, la conclusión a que llegamos es que es urgente hacer un profundo cambio de rumbo, y enderezar nuestro modelo de desarrollo hacia un sistema sustentado en la planificación estratégica. 

Nos urge organizar todas nuestras actividades dentro de un marco de planificación con visión de país y no limitado a una visión de corto plazo, como la que se establece cuando se realiza un “Plan Nacional de Desarrollo”.

Instrumentos: es claro que no basta con solo mencionar el problema y señalar que hay que realizar un cambio de rumbo. Necesitamos establecer las acciones necesarias para concretar ese redireccionamiento. Y para ello, no necesitamos “inventar el agua tibia”, pues ya hay muchos ejemplos en el mundo que nos muestran qué camino debemos seguir y cómo podemos ir corrigiendo, desde la raíz, la urgente necesidad de establecer soluciones graduales que nos permitan enderezar el camino. 

Uno de esos instrumentos, lo hemos mencionado reiteradamente, tiene que ver con la forma en que tomamos las decisiones estratégicas en nuestro país. Se trata de implementar la denominada Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) fundamentada en tres principios fundamentales: Transparencia, Información y Participación. En términos simples, significa abrir los espacios de discusión y análisis de decisiones estratégicas sobre el desarrollo del país en diversos campos, a la sociedad representada por sus diferentes sectores. Agregaríamos, además, que, bajo un norte común, es la visión país. 

Hasta ahora la práctica común de tomar decisiones estratégicas, en casi todos los campos, es todo lo contrario, pues por lo general, dichas decisiones se toman por un grupo de técnicos o políticos (o ambos) “muy cerrado” y con una visión estrecha, de corto plazo, dirigida a “solucionar” un tema coyuntural. 

De esa forma, el “país avanza” en apariencia, pero en la realidad lo que sucede es que retrocede o se entraba, haciendo que cada vez sea más difícil que los problemas, incluso los más simples, se puedan solucionar.

Es hora de cambiar el modelo de toma de decisiones estratégicas sobre el desarrollo de nuestro país. Es hora de abrir espacios de diálogo abierto a todos los sectores, para que toda la sociedad, debidamente representada, pueda discutir de forma activa y proactiva los problemas y buscar soluciones equilibradas y balanceadas a los mismos.

Luz: somos optimistas al ver que ya tenemos “una luz al final del túnel”. Desde junio del 2017, la Contraloría General de la República le ordenó el Poder Ejecutivo que para este año 2018 debería establecer la normativa para realizar la EAE de políticas, planes y programas (de desarrollo) dentro del marco regulatorio establecido desde el año 2004 por el Reglamento General de Evaluación de Impacto Ambiental vigente en nuestro país.

Aunque se trata de solo el principio, tenemos la positiva esperanza de que nuestras autoridades de gobierno puedan establecer “reglas del juego” claras y objetivas, que permitan a nuestra sociedad tomar las riendas de su futuro y, con visión de país, corregir el rumbo y dejar una mejor herencia colectiva a nuestros niños, jóvenes y las generaciones futuras que todavía aún no han nacido.

Como hemos mencionado, la Mesa de Diálogo establecida en el 2017 para analizar la seria problemática del régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la CCSS es un buen ejemplo a seguir para la EAE del desarrollo del país. 

Tenemos que tener claro que solo con diálogo abierto y transparente, entre todos los sectores, será posible encontrar las soluciones a los grandes problemas y retos que tenemos que afrontar no solo en la actualidad, sino en nuestro futuro. Por eso nos urge el cambio, pues es la única vía segura para dejar una buena herencia colectiva a las generaciones que nos sucederán.

Las verdaderas tareas ambientales de la UCR

A propósito de la “forma” de conmemorar el Dia Mundial del Ambiente (5 de junio) en la UCR, y de alguna serie de objeciones que se plantearon a ese “acto simbólico”, respecto a su verdadera efectividad en “hacer conciencia” ambiental a la comunidad universitaria y al público en general, se hace obligatorio plantear, de forma proactiva, algunos puntos concretos sobre “qué puede hacer la UCR por el ambiente”. Veamos:

1.     Quebrada Los Negritos: es una absoluta vergüenza que este curso de agua contaminado atraviese el Campus y que, por tantos años, todavía la UCR no haya hecho nada. Es claro que no toda la contaminación proviene de la UCR, pero, como parte de una acción conjunta con la Municipalidad y otras instituciones, desde hace tiempo, debería estar en ejecución un plan de saneamiento ambiental.

2.     Más árboles y zonas verdes, y menos construcciones horizontales. Lo planteamos hace algún tiempo a propósito del tema de la construcción de la Facultad de Odontología en la Finca Tres (“La UCR debe dar el mejor ejemplo”, Página Abierta del Diario Extra, 14/02/2017). No se trata de un “lujo”, es una necesidad ambiental urgente. Los estudios hidrogeológicos que hemos realizado para Montes de Oca muestran que todo el cantón es un área de recarga acuífera y que bajo el mismo se encuentran al menos dos acuíferos importantes. En los distritos de Mercedes, Sabanilla y San Pedro el modelo de construcciones horizontales, con muy pocas áreas verdes, y este ha sido el modelo urbano incorrecto. La impermeabilización de los terrenos genera un muy serio desbalance hídrico en materia de aguas subterráneas y un exceso de aguas de escorrentía que saturan las quebradas y aumentan la amenaza a inundaciones. En esto, como lo hemos reiterado, se debe dar ejemplo y no lo contrario, como hace la UCR. Debe tenerse un plan ambiental de desarrollo urbano para todas las propiedades y debe mantenerse una línea clara: la sustentabilidad ambiental y no la consecución de nuevas construcciones antiecológicas y no sostenibles ambientalmente. Se requiere todo un plan de renovación urbana ambientalmente sustentable, extensivo a todo el cantón de Montes de Oca.

3.     Menos papel y más uso del sistema digital: aunque hay que reconocer que se ha hecho un esfuerzo, todavía se siguen gastando miles de resmas de papel por año. Doce resmas representan un árbol (cultivado o no), por lo que la UCR implica el sacrificio de muchos árboles anualmente. Todavía muchas circulares, oficios y memorándums se entregan en papel; esto sin contar las tintas y la energía que se consume. La UCR debe dar ejemplo con el más bajo consumo de papel posible y en la máxima tecnificación digital.

4.     Huella de carbono y Carbono Neutralidad: nuestra alma máter debe ser líder en esta materia. Nuestras instalaciones producen emisiones que no son compensadas. Seguimos contribuyendo con la contaminación atmosférica y con el Cambio Climático. Debemos y podemos tomar medidas con el uso de paneles solares y el uso de biodiesel y otros biocombustibles en los medios de trasporte de la UCR, la cual debería plantearse la meta de Carbono Neutralidad en el menor plazo posible.

5.     Y la más importante: crear una verdadera y efectiva tarea de extensión social haciendo conciencia ambiental sobre la aplicación de las verdaderas medidas que se requieren para enfrentar los retos que afronta nuestra Ecosfera terrestre, particularmente en Centroamérica y Costa Rica. Ordenamiento Ambiental del Territorio, Planificación Estratégica y estrictas acciones en la prevención, corrección y control de la contaminación en todas sus manifestaciones son las claves de esa gestión ambiental verdadera. Como hemos dicho, revalorar, reutilizar, reciclar residuos y ahorrar energía y agua ayudan, pero no son suficientes. Son más un placebo para no sentirnos mal con nosotros mismos y la sociedad.

6.     Ser mucho más proactivos y autocríticos en defensa del ambiente. La UCR, como miembro del Conare y por medio de esta, en la Comisión Plenaria de la Setena, no puede seguir siendo cómplice de que se siga haciendo una ineficiente EIA (evaluación de impacto ambiental) en el país y alcahuetear que, en vez de avanzar, retrocedamos. Lo mismo en EAE (evaluación ambiental estratégica) tanto de políticas, planes y programas, como en materia de Ordenamiento Ambiental del Territorio, donde ProDUS-UCR se ha convertido en su peor enemigo, arrastrando consigo, por muchos años, a varias municipalidades que han invertido cientos de millones en planes reguladores que tienen años de esperar y que tienen poca expectativa de ver la luz algún día. ¿Se habrá transformado la UCR en una “estafadora” de municipios en materia de planes reguladores? El tiempo o las demandas nos lo dirán.

Muchas comunidades añoran la época en la que el Consejo Universitario creaba comisiones para examinar megaproyectos sumamente cuestionables como el proyecto minero Crucitas, el PH Diquís o el acueducto Coco-Ocotal en Sardinal. Otros megaproyectos han visto el día, tan cuestionables como los anteriores, sin que el Consejo Universitario considere en lo más mínimo necesario alzar la voz.

Probablemente, hay mucho más que decir. Estoy seguro de que, con la riqueza intelectual que tenemos en la UCR, habrá más propuestas. Aquí presentamos algunas de las más urgentes. Tienen la palabra nuestras autoridades y comunidad universitarias.