Evaluación Ambiental Estratégica

¿Qué es y por qué la Evaluación Ambiental Estratégica es la palanca que necesita el país para impulsar su desarrollo sustentable?

Diciembre 23, 2022 4:20 am

Para casi todos es claro que la coyuntura actual por la que pasa nuestro país es de una severa  crisis económica. Crisis  derivada de más de dos años de Pandemia mundial y casi un año de una guerra en Ucrania que, aunque lejana, tiene efectos económicos directos en una economía como la de Costa Rica. Es claro también, que el país requiere de un impulso al desarrollo sustentable que permita hacer crecer su economía con el ingreso de fondos sanos.

El año 2023 se visualiza como un año donde debemos lograr un cambio real y significativo. No hay muchas alternativas que realmente tengan un efecto directo en la mejora de nuestro modelo de desarrollo socioeconómico. Ante esto, debemos echar mano de las mejores herramientas técnicas y científicas para avanzar.

Una de estas herramientas comprende la denominada Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) que no es otra cosa que promover la planificación estratégica ambientalmente sustentable al desarrollo del país. Por eso, analizamos el tema en este artículo con propuestas concretas para que el país pueda implementar esta herramienta de agilización del desarrollo sustentable en el menor plazo posible.

Recuento histórico: la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) surgió hace 50 años junto con la evaluación de impacto ambiental (EIA). La diferencia entre ambas es que la EIA se concentra en proyectos, mientras que la EAE en políticas, planes y programas, entendidos los planes y programas como conjuntos de proyectos de desarrollo.

En la mayoría de los países desarrollados la EAE fue desarrollada desde muy temprano con las diferentes variantes nacionales. Con la EAE se implementa, de forma paralela la planificación del desarrollo a mediano y largo plazo.

En algunos países asiáticos, muy exitosos en desarrollo económico, como China y Corea del sur, desde hace casi 20 años, la EAE forma parte intrínseca del modelo de desarrollo como un instrumento muy útil para la agilización de proyectos.  Es una forma muy inteligente de armonizar la planificación con el desarrollo económico, algo que marca una fuerte diferencia con un país como el nuestro. Aunque esto no significa que no se puede corregir.

En Costa Rica la EAE no forma parte explícita de la Ley Orgánica del Ambiente, la cual se refiere de forma amplia a la EIA de actividades, obras y proyectos. Leyes ambientales como la de Panamá y El Salvador si integran el instrumento, más sin embargo, lastimosamente no ha sido potenciado debidamente.

La Resolución 2002-01220 de la Sala Constitucional, por un mandato constitucional llevó a introducir la herramienta de la EAE en el Decreto ejecutivo No. 31849 (Reglamento general de procedimientos de EIA) que se publicó junio del 2004. En el Capítulo VII de este reglamento se establecen los principios y lineamientos de la aplicación de la EAE en el país, tanto para el ordenamiento y planificación territorial, como para políticas, planes y programas.

Desde mayo del 2006 se estableció el decreto ejecutivo No. 32967 con el cual promulgó la normativa para aplicar la EAE al ordenamiento territorial.

La EAE aplicada a políticas, planes y programas, increíblemente, todavía no ha sido reglamentada. Esto a pesar de que, desde hace más de cinco años, la Contraloría General de la República ordenó que se normara su aplicación. El pretexto de la administración Solís para no hacerlo fue que se ocupa crear una nueva entidad y nombrar nuevo personal. Algo sumamente contradictorio dado que, en la SETENA, desde hace más de 10 años existe un Departamento técnico de EAE. Con la administración Alvarado tampoco se dio ningún avance.

Utilidad de la EAE para países como Costa Rica:  la EAE tiene una enorme utilidad para los países en vías de desarrollo. En primer lugar, es una forma gradual de introducir la planificación estratégica, de mediano y largo plazo, al modelo de desarrollo económico. Con eso, empezamos a corregir errores históricos que nos tienen estancados en materia de planificación.

Aunque la EIA es importante para el control y equilibrio ambiental de los proyectos, la EAE es igual o más importante si se considera que con ella es posible alinear y acelerar el desarrollo sustentable de un país.

La EAE permite que las diversas políticas que se impulsen en el país se desarrollen dentro de un marco participativo equilibrado, con información y transparencia. Además, se asegura su consistencia, para  que no se den contradicciones entre las diversas políticas de estado.

Con la EAE de planes y programas, se puede evitar que los proyectos individuales tengan que desarrollar EIA engorrosas e individuales, con trámites extensos para obtener los permisos ambientales para su desarrollo. Al respecto, hemos señalado que con el uso de la zonificación ambiental que tiene aprobado el país, es posible establecer un sistema de Permiso Integral Ambiental automatizado que disminuiría de 4 años promedio a 4 semanas, el trámite ambiental integral de proyectos de desarrollo en gran parte del país.

Y no se trata de que los proyectos se salten el cumplimiento del proceso de EIA, sino que, con el debido fundamento técnico y científico, establecido por medio de la EAE, se fijen lineamientos operativos de funcionamiento dentro de un marco normativo ambiental genérico para la actividad.

Así, por ejemplo, un Plan o Programa de desarrollo de infraestructura en salud, educación, en desarrollo vial, en turismo, entre otros, con una efectiva EAE podrá evitar que los proyectos de centros de salud o de educación tengan que hacer EIA individuales, con lo cual es posible acortar todos los procesos administrativos y tiempos para la ejecución de obra. El proceso de EIA, se debería limitar a que un consultor ambiental responsable regente la aplicación de medidas ambientales derivadas de la EAE o de una guía ambiental de buenas prácticas para la actividad.

Temores y razones para su no implementación todavía: no resulta comprensible la razón por la cual un país como Costa Rica no haya desarrollado aún la EAE de políticas, planes y programas. Podría decirse que se debe a la falta de conocimiento de lo que significa la EAE o, en su defecto, a la existencia de un temor por la aplicación de principios tales como el de participación, información y transparencia en el desarrollo de políticas de estado en temas estratégicos.

Sea la que sea la razón por la cual no se ha implementado, la realidad es que se trata de un instrumento que, indefectiblemente, tiene que ser desarrollado como parte de la gestión del Estado. Conforme más tarde lo hagamos, más tarde enrumbaremos al país hacia un modelo de desarrollo más fuerte y sustentable.

En el contexto global en que nos encontramos, con una situación de desequilibrio ambiental grave y de una Crisis Climática, es claro que existe una seria responsabilidad en la implementación de instrumentos estratégicos para el desarrollo sustentable del país, como la EAE. Postergar o ignorar la implementación de la EAE solo acarrearía atrasos innecesarios en la modernización del modelo de desarrollo de Costa Rica.

Acciones estratégicas a tomar a corto plazo: en primer lugar urge normar la EAE de políticas, planes y programas tal  y como lo solicitó la Contraloría General en el año 2017. Ya existe un borrador y en esto, las autoridades pueden contar con nuestro total apoyo. No hace falta crear una institución pública nueva pues ya se cuenta con el Departamento de EAE en la SETENA, el cual podría reforzarse con el apoyo de algunos pocos funcionarios del Ministerio de Planificación.  A partir de este núcleo de arranque es posible iniciar la implementación de la EAE en el país.

Dado que el impulso al desarrollo económico del país es una prioridad, es claro que las primeras tareas a impulsar por medio de la EAE, debería ser la creación del Permiso Integral Ambiental para proyectos, así como la realización de EAE a planes y programas con grupos de proyectos en temas clave como en infraestructura vial, educación, salud, turismo y desarrollo inmobiliario en zonas costeras.  Más tarde podrán empezar a revisarse otros temas como políticas de desarrollo promovidas por el Estado.

En medio de la situación coyuntural en que nos encontramos, se hace urgente impulsar instrumentos técnicos que garanticen la sostenibilidad en la protección del ambiente, así como el impulso a un desarrollo económico acelerado. Se trata de un tema importante que esperamos que las autoridades públicas asuman en el menor plazo posible.

a.astorga.g@gmail.com

No es el qué hacer,sino el cómo hacerlo

Como preludio antes de la puesta en escena final, en estos tiempos preelectorales, los costarricenses empezamos a enterarnos por diversos medios, cual lluvia de información, de las propuestas que hacen los políticos que quieren obtener el poder, según ellos, para “arreglar las cosas” de este, nuestro bastante golpeado país. Subrayo la palabra “golpeado” porque no se puede llegar a otra conclusión, después de leer y releer el reciente informe del Estado de la Nación.

Hay una realidad que es irrefutable, la pobreza sigue estancada, casi sin disminuir, el número de pobres ya supera el millón de habitantes. El porcentaje de familias pobres prácticamente no cambia desde los últimos 20 años, con un agravante que no dejan ver los porcentajes, y es que nunca en la historia de nuestro país habíamos tenido a tantas familias sumidas en la pobreza. Esto a pesar de que durante las últimas décadas esos políticos nos afirman, cada cuatro años, que la atención de la pobreza será su prioridad y que tienen la fórmula para iniciar su solución.

Y lo peor de todo es que con ese pretexto, prácticamente nos han dicho que hay que “hacer un sacrificio”, en particular en el campo ambiental, debido a que se ocupa “desarrollo” para abrir empleos y así vencer la pobreza. Pero sin contestarnos por qué cantones que reciben una gran inversión extranjera (Guanacaste, por ejemplo) siguen con índices de desigualdad y pobreza; o por qué cantones donde se expande la piña por doquier seguimos con pobreza y más pobreza.

Con esa dizque justificación en la mano, se han tomado unilateralmente decisiones estratégicas que finalmente se las han impuesto a la sociedad como la eventual solución.

Así, mientras los índices ambientales siguen decayendo, y nuestra huella ecológica sigue incrementándose, bajo el pretexto de progreso y desarrollo, los índices de desarrollo humano siguen bajos y cayendo, lo que lleva solo a una conclusión: ese progreso y desarrollo parece haberse concentrado solamente en una parte de la sociedad, en un pequeño sector privilegiado, que está cómodo con que esa situación siga y permanezca por la mayor cantidad de tiempo posible.

Error. Dentro de este marco, que se activa cada cuatro años, surgen ahora propuestas para “arreglar las cosas”. Propuestas que dicen ser la gran solución para llevar al país hacia el desarrollo. Pero que tienen todas, sin importar la orientación política, el mismo común denominador: y es que la propuesta de solución ya viene “cocinada”, viene elaborada, según dicen, solo para implementarla.

Y este es precisamente el mismo error que se ha repetido numerosas veces en el pasado y que, lejos de resolverse, parece que cada vez se incrementa más.

El problema no está en el qué se debe hacer para progresar y desarrollar el país, la clave está en el cómo, y ese cómo no puede ser impuesto por el mismo sector que se ve privilegiado de la situación que impera. Esta es, posiblemente, la principal razón de que la situación a la larga no mejore.

La solución, para un país como el nuestro, en donde el Ejército se abolió hace más de 60 años para invertir en educación y salud, que tiene una buena parte de la sociedad preparada, está en la apertura a la participación de esa sociedad en la búsqueda e implementación activa de soluciones a sus grandes problemas nacionales.

No se trata de una participación difusa, como las que están de moda, a modo de encuesta, en la que se le pide a la gente que dé ideas para que luego alguien, o un grupo, las resuma en una propuesta. Es una participación más activa y concreta.

Participación. Se requiere una participación social representativa de los diferentes sectores de la sociedad, inclusiva, con los sectores productivos, ambientales, sociales, académicos, discutiendo alternativas de solución y generando propuestas concretas que sirvan de base para la toma de decisiones estratégicas.

No es un tema nuevo, como lo hemos dicho antes, ya en los países desarrollados se implementa desde hace décadas. La Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), entendida como la introducción de la dimensión ambiental (y social) en la planificación estratégica, es un muy buen ejemplo de ello.

En un país como el nuestro, donde se dejó de hacer planificación de mediano y largo plazo hace mucho tiempo, comenzar por este paso es fundamental para direccionar correctamente su desarrollo.

La sociedad costarricense ha avanzado y se encuentra preparada para participar de forma directa y activa en el diseño de las soluciones a sus problemas nacionales.

El hecho de que durante los últimos años se hayan incrementado de forma muy significativa las protestas sociales, así como el protagonismo de las universidades públicas en apoyar las reivindicaciones sociales, es una clara evidencia de ello.

La sociedad clama y reclama por participar. Los universitarios (y el país en general) no entienden que las decisiones políticas se tomen sin ningún criterio técnico, o con una tecnicidad de dudosa procedencia incapaz de resistir a un debate público: la tónica de nuestras autoridades en estos últimos años ha sido el de rehuir sistemáticamente el debate, y esto sí es indignante.

Nuestra sociedad ya no es un ente pasivo, que espera a que surja un líder que le dé soluciones. Eso es parte del pasado. Nuestra sociedad organizada es la que debe definir el rumbo y establecer las acciones concretas que nos encaminen al desarrollo.

Los líderes políticos que entiendan esto y que se conviertan en facilitadores auténticos de este proceso, serán los que verdaderamente tendrán derecho a dirigir la administración pública.

Ojalá que ya estemos a las puertas de este cambio. Las generaciones futuras no entenderían, ni perdonarían, que les hayamos heredado un país hecho añicos. Hoy, más que nunca, nuestro país urge y merece un cambio en ese sentido.

Plan nacional de energía: Urge evaluación ambiental estratégica

La evaluación ambiental estratégica (EAE) es una variante de la evaluación de impacto ambiental que se aplica a políticas, planes  y programas de desarrollo, es decir, a decisiones estratégicas de determinados sectores productivos del quehacer nacional. Su objetivo es considerar el tema ambiental (incluyendo la componente social) en la planificación estratégica de un determinado sector, de previo a la toma de una decisión fundamental de desarrollo como, por ejemplo, la adopción por parte del Estado de un plan nacional de energía.

Los pilares fundamentales de la EAE son la participación, transparencia y la información. Sus lineamientos básicos de ejecución comprenden un diagnóstico del sector, el análisis de alternativas, identificación de impactos y medidas estratégicas, así como la definición de los principios, premisas, condicionantes y de lineamientos estratégicos a cumplir como parte de la decisión que se recomiende.

La EAE se aplica en los países desarrollados (Europa y EE.UU.) desde hace más de 30 años, y podemos adelantar desde ya que constituye la base de su desarrollo: se elabora, diseña, discute y se aprueba (en vez de decretar de manera inconsulta las cosas como nos ha sucedido en el pasado). Bien hecha comprende una herramienta de gran utilidad para agilizar el trámite ambiental de los proyectos específicos, es decir, el desarrollo sectorial de un país.

En Costa Rica la EAE se estableció desde el año 2004, mediante Decreto Ejecutivo 31849 – MINAE- SALUD-MOPT-MAG-MEIC, gracias a la Sala Constitucional, que amplío la visión de la evaluación de impacto ambiental dado en la Ley Orgánica del Ambiente, al ámbito de las decisiones estratégicas, particularmente de los planes de ordenamiento territorial.

En América Latina la EAE ha encontrado un duro camino debido a que la planificación estratégica (de mediano y largo plazo, principalmente) dejó de hacerse desde hace décadas. Costa Rica no ha escapado de esto, salvo muy contadas excepciones.

La gran limitante de este tipo de "planificación estratégica" es que se hace dentro de un ámbito “cerrado”, poco transparente, es decir, con solo los sectores (económicos) interesados y, en la mayoría de los casos, sin salir de la esfera política de una decisión predeterminada.

Este tipo de "planificación estratégica" de alguna manera ya viene dirigida a cumplir un objetivo predeterminado, en muchos casos por un ente financiero internacional, con la respectiva venia política del caso. Como dirían nuestros abuelos, se trata de un asunto que está “casi cocinado” desde el principio.

La EAE, por el contrario, hace que esa “cocción” se de con la participación de otros sectores de la sociedad, y en una cocina abierta, como en un viejo trapiche, y no detrás de unos muros cerrados a los que pocos, muy pocos, tienen acceso.

A diferencia de la EIA, la EAE no desarrolla necesariamente foros públicos abiertos y extensos, pero si abre la discusión de la decisión estratégica alrededor de mesas amplias, donde convergen representantes de diversos sectores directamente involucrados e interesados: organizaciones sociales, comunales y ambientales, ONG, academia, institucionales y de los sectores productivos, entre otros.

También, a diferencia de la EIA, la EAE puede ser desarrollada en poco tiempo (meses), en vez de años que puede tardar la primera.

El objetivo es claro, que la decisión estratégica que se analiza sea enriquecida con la opinión y visión de los diferentes sectores, de manera que logre convertirse en una propuesta que represente la visión más equilibrada posible de la sociedad, incluyendo los consensos y disensos.

La propuesta así elaborada se eleva a las instancias políticas para la decisión correspondiente. El proceso permite su revisión periódica, ajustándose a la dinámica de nuestro mundo moderno.

Plan Nacional de Energía: nuestro país cuenta con un plan para energía, pero este no ha sido objeto de una EAE. Las opiniones divergentes que hemos podido conocer durante los últimos años y meses son un claro ejemplo de que la decisión estratégica sobre ese importante plan no fue realizada dentro de un verdadero ámbito de análisis y discusión de alternativas viables.

Temas como el desarrollo o no de un megaproyecto como el Diquís no pueden limitarse únicamente a una consulta con las poblaciones indígenas y un proceso de EIA limitado territorialmente.  Requiere de un proceso más abierto de discusión, con reglas bien definidas, que contemple el modelo de desarrollo de la región sur del país, la estrategia pensada para el desarrollo de la Zona Sur, o la propuesta de la UNESCO de diseñar un parque de esferas como atractivo mundial. Lo mismo podríamos decir del proyecto de un Aeropuerto Internacional de Osa, que se ubicaría en una zona de gran atractivo pero de muy alta fragilidad como la del Sierpe.

El modelo energético del país también debe ser objeto de análisis. Por un lado, algunas autoridades de gobierno nos dicen que urge aprobar importantes proyectos como el de contingencia eléctrica. o de apertura de los parques nacionales para la producción de energía geotérmica, basados en el hecho de que “nos estamos quedando sin energía”, y en los que se abre la producción de energía a un mercado privado, cuyo objetivo primordial, aparte de la producción de ganancias rápidas, no está claro para muchos.

Por otro lado, se levantan voces técnicas que sostienen que no hay motivos reales para hacer sonar las alarmas, y que lo que se ocupa, más bien, es abrir espacios de análisis más amplios. Incluso, algunas otras voces plantean que replanteemos el modelo de producción de energía y redirijamos el sistema hacia estrategias ambientalmente más sostenibles.

Por su parte, y con justa razón, las cooperativas nos indican que no se valora su contribución al modelo energético actual, ni tampoco sus proyectos innovadores como el Parque Eólico desarrollado en la región de Los Santos.  Estas y muchas más voces apuntan a un mismo problema: la falta de diálogo participativo de los diversos sectores interesados.

Buscando soluciones: es claro que en el de energía, como en otros temas claves del país (infraestructura pública, desarrollo urbano, turismo, entre otros), hace falta que las decisiones estratégicas sean tomadas en un ámbito más abierto, transparente y participativo, como lo definen las reglas de la EAE.

Un país como Costa Rica que apostó por fortalecer la educación y la salud de su población, en vez de financiar un ejército, no puede esperar que 60 años después de esa decisión  siga teniendo una población pasiva, que no opina y que solo espera que sus dirigentes políticos de gobierno tomen las decisiones importantes.

Con creces los últimos años nos demuestran de lo que han sido capaces nuestros dirigentes a la hora de tomar decisiones: un burdo intento de beneficiar a ciertos sectores en detrimento del desarrollo de las comunidades. La vertiginosa caída de nuestro Índice de Desarrollo Humano (IDH) en los últimos 7 años es una muestra, entre muchas más, que evidencia que las ganancias generadas no significan desarrollo.

La crisis de indecisión de la que algunos políticos hablan, insinuándose ellos mismos como los “grandes solucionadores”, no surge por la falta de ideas de solución, por el contrario, surgen porque hay posiciones divergentes precisamente porque la sociedad ha avanzado, y ya no es un ente pasivo que no cuestiona la decisiones que se toman “entre muros”.

Seguir por ese camino, con políticos que se consideran ungidos para dirigir un país, y que creen contar con una población sumisa o “domesticada”, desinformada y pasiva, no es la ruta correcta.

Por el contrario, lo que se ocupa son alternativas que involucren a la sociedad en la creación de soluciones participativas para sus mayores problemas. La EAE, en este aspecto, ha demostrado que es una útil herramienta que el país debe aprovechar, y ello independientemente de nuestros políticos de turno.