producción alimentaria

La grave situación del ambiente nos debe llevar a cambiar las prioridades

La conmemoración del Dia Mundial del Ambiente 2021 en estos aciagos tiempos de pandemia mundial debe llevarnos a la reflexión. Ignorar la situación del ambiente planetario no nos llevará a encontrar las soluciones. El conocimiento detallado de ese “estado de situación” debemos verlo como un reto para afrontar los problemas y para cambiar las prioridades de los problemas humanos hacia los problemas más globales que implican salvar la vida de la Ecosfera terrestre.

Una estrategia bien planteada puede, incluso, llevarnos a transformar la economía y a encontrar soluciones a los grandes problemas humanos, como la salud, la sustentabilidad, el progreso real y el empleo.

Situación: durante los últimos 40 años la población de la humanidad casi que se duplicó de 4,5 a 7,8 miles de millones de personas. Esta situación y, particularmente, el grado de consumo de los países ricos, genera una fuerte y creciente presión hacia la Ecosfera terrestre y su equilibrio.

Datos de enero del 2020 señalan que la “producción de alimentos a nivel mundial solo alcanza para alimentar el 44 % de la población”. El resto de alimentos se produce a costa de los límites planetarios según un análisis del sistema agrícola global, realizado por científicos del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), en Alemania. Según el estudio, se asigna demasiada tierra para cultivos y ganado, se fertiliza demasiado y se consume mucha agua en irrigación.

En materia de explotación de los océanos, según la FAO, desde 1950 hasta el 2020 la captura de especies marinas se quintuplicó, pasando de 20 millones de toneladas a cerca de 100 millones de toneladas por año. La pesca biológica no sostenible se ha incrementado en las últimas décadas y muestra una tendencia preocupante al punto de que se considera que los océanos están sobreexplotados y cerca de su límite crítico. También preocupa la acuicultura ambientalmente no sustentable, que es la más abundante. Se suma la contaminación por químicos, micro plásticos y las afectaciones por efectos de cambio climático. Los arrecifes de coral están en proceso de extinción en casi todo el planeta.

La salud de la Ecosfera terrestre es tan importante para evitar las zoonosis que son las fuentes de pandemias humanas, como lo es para la misma economía: el 55 % del PIB mundial depende de los servicios de los ecosistemas, según datos del Grupo Swiss Re Institute. Alimentos, seguridad del agua, calidad del aire, entre otros, son los principales factores que mantienen la salud de las comunidades y la estabilidad de las economías. Y las estamos comprometiendo cada día, dado que no las estamos gestionando eficientemente.

El Índice Planeta Vivo (IPV) indica que las poblaciones mundiales de especies de vertebrados han disminuido una media del 68% desde los años setenta. Las principales causas son la agricultura insostenible, la deforestación y el tráfico ilegal de especies. La pérdida de biodiversidad en ecosistemas de agua dulce es mucho mayor: el IPV ha disminuido un promedio del 84%. En Latinoamérica y Caribe la situación es especialmente alarmante, ya que se ha producido un descenso medio del 94% de las poblaciones analizadas. Según las estimaciones, las tasas de extinción actuales son aproximadamente mil veces más altas que antes de que aparecieran los humanos.

Las selvas tropicales están disminuyendo rápidamente en todo el mundo. La Amazonía es un claro ejemplo de ello. En 2019, el Amazonas perdió más de 1,7 millones de hectáreas de bosque primario, según datos producidos por el sistema de monitoreo de la Universidad de Maryland y publicados por Global Forest Watch. Más que la deforestación, el efecto más grave que ocurre en la selva, es la degradación del bosque, que se genera como producto de los eventos climáticos, como las sequías y también por la acción humana, como las quemas o la tala ilegal de madera, con lo cual se arrebata a las selvas sus funciones vitales. Considerando la tala y la degradación de los bosques, más del 50 % del Amazonas ya no cumple sus servicios ambientales al clima de la región.

El suelo es un recurso natural no renovable del que depende la vida en nuestro planeta. Representa una fuente de alimento, fibras textiles y madera; es la red más amplia de purificación e infiltración del agua superficial hacia los acuíferos y un hábitat en el que proliferan los microorganismos que mantienen en funcionamiento los ciclos biogénicos que permiten mantener la vida. Casi 2 tercios del suelo fértil de nuestro planeta se ha desertificado o está en proceso de desertificación. Las causas subyacentes de la degradación del suelo son los estilos de vida de alto consumo en las economías más desarrolladas, combinados con el aumento del consumo en las economías emergentes y en vías de desarrollo. Tras analizar 870 millones de hectáreas de ecosistemas en todo el mundo que se han convertido en tierras de cultivo, se concluyó que si se logran restaurar el 15% de estas tierras se evitaría el 60 % de las extinciones.

Los humedales son las áreas del planeta más afectadas por la degradación del suelo: el 87 por ciento se ha perdido en todo el mundo en los últimos 300 años. Desde el año 1900 se ha perdido el 54 por ciento.

Los bosques boreales (Taiga) también presentan un estado deterioro acelerado, por factores humanos (contaminación, incendios), con tasas similares a las de los bosques tropicales como la Amazonía.

Dentro de los suelos congelados (permafrost), que ocupan cerca de un cuarto de la superficie de la Tierra continental, se encuentran grandes cantidades de CO2 y metano que, debido al calentamiento global, se están derritiendo y devolviendo esos gases de efecto invernadero hacia la atmósfera, acelerando aún más el cambio climático.

Cambio de prioridades: como hemos mencionado previamente (www.allan-astorga.com), el cambio climático no es el único verdadero problema. El problema ambiental real es el daño que se le ha infringido a la vida de la Ecosfera terrestre y, a la cual estamos vinculados de forma vital e inexorablemente.

No cobrar conciencia de ese problema multidimensional y global y creer que con tomar medidas como la descarbonización de la economía o ampliar la cantidad de áreas silvestres protegidas, es suficiente, estamos muy equivocados. A este respecto, parece que los “problemas humanos” en los que estamos sumergidos profundamente, no nos permiten ver la perspectiva real de las cosas y por eso, nuestras prioridades están muy confundidas. Incluso, un tema como el de la pandemia por el Sars Cov 2 parece tener una explicación ambiental clara, pues mientras la salud de la vida de la Ecosfera terrestre esté dañada, la salud de la misma humanidad también lo estará. En esto, no hay lugar a dudas.

Aunque las medidas que se están tomando para enfrentar el cambio climático, en general, son acertadas, no son para nada suficientes, cuando de atender la salud de la vida de la Ecosfera terrestre se trata. Se requieren medidas más intensas, sistemáticas y locales, pero de alcance global.

Medidas ambientales estratégicas: un tema fundamental para mejorar la salud de la Ecosfera terrestre parte por el hecho de revertir la situación ambiental de las regiones tropicales. Es vital lograr tres objetivos.

El primero es recuperar y rehabilitar bosques tropicales y sus ecosistemas a fin de salvar y recuperar la biodiversidad y revertir la ecuación lo referente a la captura de carbono. En este punto es vital que los países ricos y de mayor consumo de recursos, comprendan el valor ecosistémico real que tiene cada hectárea de bosque tropical conservado o recuperado. Solo así será posible que se de inversión en este objetivo estratégico y con ello, se abran muchos nuevos puestos de trabajo para la población humana de los países tropicales que se deben convertir en recuperadores de bosques y biodiversidad.

El segundo objetivo vital consiste en el impulso a la agricultura y ganadería regenerativa como una alternativa ambientalmente sustentable de la agricultura y ganadería convencionales. Por las condiciones de suelo de las regiones tropicales esta acción es vital en las mismas. Primero, debería desarrollarse en terrenos ociosos para que no compita con los sistemas productivos convencionales, sino que los complemente. Tampoco debe competir con la recuperación de bosques y ecosistemas. Desde el punto de vista de sustentabilidad, es la mejor alternativa para la mejora de suelos y la producción de alimentos vegetales y animales que, gradualmente, deben ir sustituyendo los alimentos que tienen un alto costo ambiental y que son consumidos, principalmente, por los países más ricos. Esta actividad también produce una gran cantidad de puestos de trabajo para los países.

El tercer objetivo y de igual importancia que los anteriores, comprende la recuperación y uso sustentable de los océanos, particularmente en las regionales costeras. Es vital recuperar la biodiversidad de los ecosistemas marinos, regular y controlar la pesca y reducir a cero la contaminación que se produce desde los continentes y por las mismas embarcaciones, principalmente por residuos sólidos y sustancias químicas. También es fundamental dar sustentabilidad ambiental a la acuacultura para que deje de ser una fuente de contaminación y de otros serios problemas ambientales.

Aunque hay más medidas que deben ser aplicadas, las mencionadas son estratégicas y vitales para la supervivencia de la vida de la Ecosfera terrestre y de la humanidad. En la práctica, la forma de alcanzar esos objetivos es por medio de un correcto y eficiente ordenamiento ambiental del territorio y por una avanzada planificación territorial que logre un equilibrio real en el uso del espacio geográfico. Ello, aunado a una efectiva gestión ambiental de las actividades humanas contaminantes. Como hemos dicho, es una tarea global, pero que debe realizarse a la escala de los municipios de todo el mundo. Al respecto, no hay fórmulas mágicas de solución.

Aunque el tiempo se agota y corre en nuestra contra, todavía existe la posibilidad de hacer mucho. Los cambios necesarios solo pueden ser logrados si realmente se realiza un cambio en las prioridades y nos enfocamos en atender los problemas ambientales, además de los problemas humanos. No ver la perspectiva y no actuar, o actuar tardíamente, tendría consecuencias muy negativas para todos.