COP 27: Urge cambiar la estrategia en la lucha contra el Cambio Climático

El pasado 6 de noviembre se inició en Egipto, la No. 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Con la participación de casi 200 países y hasta el 18 de noviembre, varios miles de participantes (presenciales y virtuales) estarán discutiendo la búsqueda de acuerdos para atender los cada vez más graves efectos negativos que produce el Cambio Climático. Algo agravado por la guerra y la crisis económica mundial. 

Con el contexto de que la temperatura de la atmósfera del planeta se ha incrementado en 1,2 grados respecto a los niveles preindustriales, con concentraciones de CO2 a 421,95 ppm (parte por millón) a abril del 2022 con una clara tendencia creciente y con la ausencia de tres de los países más contaminantes: China, Rusia y la India; la perspectiva de éxito de esta conferencia es similar a las de las 26 conferencias anteriores. Es decir: muchas conversaciones, muchas negociaciones y un éxito parcial (por no llamarle fracaso rotundo) que no se traduce en cambios verdaderamente efectivos. 

Ante esta situación se hace necesario plantear un urgente cambio de estrategia en la lucha contra el Cambio Climático. Cambio que debe empezar por comprender que la lucha no solo se limita al Cambio Climático, sino para todos los límites planetarios que tienen la Ecosfera terrestre en un severo estado de desequilibrio. Existen soluciones y se requieren de acuerdos globales, pero a diferencia de lo que hasta ahora se ha discutido y “hecho”, se ocupan acciones concretas de tipo local, pero ubicuas en todo el planeta. Analizamos aquí algunos lineamientos de este urgente cambio de estrategia.

Anomalías climáticas en incremento: una anomalía climática es una desviación del valor de un elemento del clima respecto a su valor normal.  Para identificarlas se reconocen las diferencias entre un evento climático en un determinado lugar y la condición promedio de ese factor respecto a la latitud y longitud geográfica de ese territorio. 

En otras palabras, las anomalías climáticas son los eventos extraordinarios, no esperados y desconocidos para los pobladores de determinado lugar del planeta.

En los últimos 10 años las anomalías climáticas se han incrementado en frecuencia y extensión. Hay muchos ejemplos de esas anomalías: grandes sequías en Europa y Sudamérica, olas de calor en el ártico, inundaciones extraordinarias en zonas áridas de Asia, cada vez más fuertes heladas en el hemisferio norte y más frecuencia de alternancia de grandes lluvias en los trópicos y sequías extremas. 

Cada año se rompen récords de temperaturas más elevadas o más bajas o de mayores lluvias en muchos lugares del mundo. Eso no es casual. Se vincula directamente con el aumento de la temperatura de la atmósfera planetaria y ésta, a su vez, al contenido de CO2 que también sigue en crecimiento. 

No se requiere se experto en cambio climático para saber que la situación está cambiando rápidamente y que está desmejorando año con año.

El 2030 es nuestro límite crítico: en el 2015 el Acuerdo París se propuso como objetivo primordial el tratar de fortalecer la respuesta mundial al cambio climático, limitando el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados, al tiempo que se continue con los esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados. 

Las actuales proyecciones de aumento de la temperatura es que esta alcanzará el límite 1,5 grados muy cerca del 2030 que, originalmente, se pensó ocurriría en el 2050. Este límite de 1,5 grados se considera un límite crítico, de no retorno, que tendrá severas consecuencias ambientales en todo el planeta. 

Consecuencias como por ejemplo la pérdida de los arrecifes coralinos de todo el mundo, el incremento en la pérdida de bosques y ecosistemas, las sequías y la desertificación con la consecuente pérdida de suelos, el deshielo de las capas polares y el incremento del nivel del mar, además de un aumento de las anomalías climáticas. Desde el punto de visto humano esto se traduce en pobreza, enfermedades, hambre y migración, entre otras calamidades.

El 2030 no solo representa un límite crítico en materia de Cambio Climático, sino también en otros temas ambientales vinculados (límites planetarios), como pérdida en la biodiversidad terrestre y marina, la pérdida de calidad ambiental por contaminación, la disminución significativa de los reservorios de agua dulce y toda la cadena de impactos que se generan de estos eventos y entre los que destacan la disminución en la producción agroalimentaria y el desarrollo de zoonosis que pueden derivar en nuevas pandemias.

Estrategia de descarbonización: los objetivos planteados por el Acuerdo de París del 2015 (que empezó a regir desde el 2020) ahora, en el 2022, a la luz de la realidad que afrontamos, resultan tímidos y muy laxos, basados en la buena voluntad de los países en aplicar acciones concretas, fundamentadas principalmente en la descarbonización de las economías. Algo que, evidentemente, no está lográndose de forma objetiva, todo lo contrario, parece que, a pesar de tantas conversaciones y negociaciones, seguimos avanzando en sentido contrario. 

Los datos de la ONU de octubre del 2021 señalaban que las emisiones de CO2, por sí solas, alcanzaban las 33 gigatoneladas en 2021 (una gigatonelada equivale a mil millones de toneladas). Cuando se consideran todos los demás GEI (gases de efecto invernadero como el metano, óxido nitroso y fluorocarbonos), las emisiones anuales son cercanas a los 60 GtCO2e (gigatoneladas de CO2 equivalente). 

Por lo tanto, para tener la oportunidad de alcanzar el objetivo de 1,5°C, se deben reducir casi a la mitad las emisiones de GEI. Para el objetivo de 2°C, la necesidad adicional es menor: una caída en las emisiones anuales de 13 GtCO2e para 2030. Estos objetivos no se están logrando con la descarbonización, la tendencia global, es contraria, pues se están dando incrementos en la producción de gases de efecto invernadero.

Incluso en Europa, que ha sido baluarte en la lucha contra el Cambio Climático, se empiezan a levantar voces cada vez más fuertes que cuestionan decisiones dirigidas a la reducción de emisiones. En medio de una economía de guerra, cuando hay carencias de energía, algunos lineamientos originales parecen poco lógicos y alimentan las opiniones de que se trata más de temas ideológicos y de negocio para algunos que un verdadero conjunto de acciones efectivas. Algo que a la luz de los avances obtenidos sigue generando muchas dudas.

Por otro lado, el hecho de que los tres países (China, Rusia y la India) que producen mayor cantidad de emisiones (40 % del total) no formen parte de la estrategia de reducción de emisiones, tampoco ayuda a dar más confianza y seguridad en el camino que se sigue.

Cambios estratégicos: la reducción de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero es muy importante, pero no debe ser la única medida en la lucha contra el cambio climático. Se requieren implementar y reforzar otras medidas concretas y efectivas que permitan que los países que hasta ahora no se han integrado, se incentiven a hacerlo. 

Esas medidas deben llevar a que el trabajo se haga de forma local, a escala de los gobiernos locales de cada país del mundo y con la participación efectiva de su población. Además, las medidas a implementar deben ser multiobjetivo, es decir que además de capturar carbono y ralentizar los efectos del cambio climático, sirvan para restaurar suelos, bosques y recuperar la biodiversidad que se está perdiendo aceleradamente junto con la calidad ambiental de la Ecosfera terrestre. También deben promover el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de esos gobiernos locales.

La agricultura y la ganadería convencionales deben cambiar hacia la producción regenerativa que contribuya también a restaurar suelos y ecosistemas y a disminuir la contaminación del suelo y de las aguas superficiales y subterráneas, así como de los océanos.

La protección de los bosques tropicales y boreales existentes es muy importante. Pero para evitar llegar al límite de 1,5 grados, se requiere desarrollar desde ahora y hasta el 2030 al menos 250 millones de hectáreas de bosques tropicales en América Latina, África, Asia y Oceanía.

El financiamiento de estos nuevos bosques debe provenir de la producción y consumo de hidrocarburos y otros combustibles fósiles de forma tal que por cada tonelada de CO2 que se utilice, se garantice que se financiarán, por lo menos, dos toneladas de CO2 almacenado en bosques existentes y en nuevos bosques y suelos regenerativos.

Esta inversión es prioritaria no solo en la lucha contra el cambio climático, sino contra todos los límites planetarios cuyo punto de inflexión está cerca y que, juntos, contribuyen al desequilibrio de la Ecosfera terrestre. Además, como hemos señalado, la inversión en bosques, suelos y biodiversidad en países tropicales (la gran mayoría países pobres) ayudará a resolver problemas sociales y educativos en esta región, incluyendo temas muy sensibles como la migración hacia los países de primer mundo.

También, como hemos señalado ya, la selección de los territorios para el desarrollo de nuevos bosques tropicales y para la agricultura y la ganadería regenerativa tiene que hacerse con un efectivo y eficiente criterio técnico establecido mediante el ordenamiento y la planificación territorial. 

Se debe garantizar que, a pesar del trabajo por restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre y luchar contra el Cambio Climático, el progreso humano debe continuar, pero de una forma sustentable, no contaminante, basado en una economía circular que garantice crecimiento y desarrollo socioeconómico de los países. Los problemas ambientales actuales tienen que corregirse.

Cuando hacemos los números para la implementación de esta estrategia complementaria vemos que, si son posibles siempre que se logre un acuerdo real, efectivo y obligatorio entre los países, en particular los del primer mundo. Lo llamativo de todo esto es que la inversión necesaria es menor a la que se hace en gastos militares.

Sabemos que el camino no es fácil, y por eso, se requiere un esfuerzo extraordinario. Dentro de este esfuerzo es vital que le demos una gran importancia al tiempo. No es posible que sigamos dejar pasar el tiempo como si no estuviéramos en una auténtica emergencia planetaria. 

Debemos empezar lo antes posible y por eso, la COP requiere ser profundamente reestructurada hacia un nuevo acuerdo global para restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre y para ralentizar los efectos del Cambio Climático. Requerimos de acciones concretas y efectivas dentro de un nuevo derrotero global.

El autor es geólogo ambiental, especialista en ordenamiento y planificación del territorio, gestión del riesgo y evaluación ambiental, con más de 25 años de experiencia. Durante los últimos 15 años se ha especializado en el trabajo por la restauración del equilibrio de la Ecosfera terrestre y la lucha contra el Cambio Climático.

a.astorga.g@gmail.com

El riesgo de construir en el pie de monte del Valle Central de Costa Rica

Octubre 30, 2022 11:32 am

Desde hace más de 12 años se inició lo que hemos llamado un desequilibrado “pulso” entre los sectores inmobiliarios y constructivos del país, con algunos técnicos que tratamos que las áreas que se dediquen a construcción, sean sitios seguros y resilientes. Este pulso llevó a que, en el 2010, finalmente no se aprobara el Plan regional PRUGAM 2008 – 2030 y en su lugar, se trabajara con planes regionales diametralmente opuestos como el POTGAM y el Plan GAM 2013 – 2030, el cual fue declarado, recientemente, como inconstitucional por la Sala IV.

Este pulso aún no ha terminado. Mientras tanto, durante todo este tiempo, el desarrollo de construcciones de diverso tipo en las laderas de las montañas del Valle Central, ha continuado. Cada vez hay más y nuevas construcciones en lugares cada vez más altos, en las montañas del sur (Precordillera de Talamanca) y del norte (cordillera volcánica central).

Y no se trata de construcciones en precario, los cuales existen, sino también de construcciones de gran inversión cuya adquisición les cuesta a los compradores hipotecas de muchas decenas o cientos de miles de dólares con plazos de decenas de años. Se trata de deudas de toda una vida que se adquieren con la confianza de que la obra es “segura” que es “para siempre”. Algo que no es necesariamente cierto.

Por consideración a todas estas personas que han adquirido lotes y construcciones en todas estas zonas, se hace necesario explicar el riesgo que se adquiere por irse a vivir al pie de monte del Valle Central. Un asunto técnico que requiere una explicación llana que esperamos también sea de provecho para los ingenieros civiles y arquitectos que son los profesionales responsables de las construcciones en estas zonas de ladera.

Abanicos aluviales: se trata de cuerpos sedimentarios que se desarrollan en el pie de monte como producto de la acumulación de los materiales geológicos que se erosionan en la parte alta de la montaña y se acumulan en los sitios de cambio de pendiente. Tienen superficies de varios kilómetros cuadrados y se caracterizan porque presentan una pendiente menos pronunciada que las laderas rocosas de las montañas que los bordean.

Precisamente esa característica de relativa menor pendiente y el hecho de que presenten vistas importantes al valle, hace que los terrenos de los abanicos aluviales sean atractivos para el desarrollo inmobiliario y de construcciones.

En países tropicales como Costa Rica, tenemos dos tipos de abanicos aluviales. Los primeros, de tipo “torrencial” son lo que se observan al sur del Valle Central, como en Aserrí, Desamparados y Alajuelita. Están controlados por el desarrollo de lluvias intensas en la parte alta de la cuenca hidrográfica que producen crecidas de los ríos y arrastre de materiales rocosos que se acumulan en los cauces de los ríos de los abanicos aluviales y sus zonas aledañas. Cuando el nivel relativo del mar está en ascenso, como ocurre en la actualidad, estos abanicos se desarrollan más rápidamente dado que los sedimentos que provienen de la montaña se acumulan sobre el abanico existente.

El segundo tipo de abanico, se refiere a los abanicos de origen volcánico, como el que se encuentra bajo la Ciudad de Cartago y que se desarrolla principalmente, cuando el volcán Irazú está activo. El evento del flujo del río Reventado en 1964 es un ejemplo de la construcción de este abanico. Aunque estos flujos también se pueden producir como producto de la erosión del estratovolcán, ya sea por lluvias intensas, un terremoto o una combinación de los dos fenómenos.

Dada la abundancia de zonas de montaña que tiene el país y la cantidad de lluvias que se dan, existen muchos abanicos aluviales. En muchos casos, hay ciudades completas construidas sobre estos abanicos, y no solo en el Valle Central, sino también afuera de la GAM, como en el caso de Turrialba, San Isidro de Pérez Zeledón y Ciudad Quesada, entre otras.

Riesgo de las construcciones: los abanicos aluviales están caracterizados por la presencia de muchos cauces de ríos que bajan desde las montañas. Con la presencia de lluvias intensas, estos ríos son muy susceptibles a la inundación fluvial, al desarrollo de procesos muy erosivos y al paso de grandes torrentes con flujos de sedimentos que descienden hacia las partes bajas de los abanicos. Incluso esos cauces fluviales pueden tener cambios muy significativos en caso de que la cantidad de agua de lluvia sea muy alta.

La naturaleza siempre nos advierte del peligro. En el caso de los abanicos aluviales la presencia de grandes rocas de varias toneladas dispersas en el área del abanico y cerca de los cauces de los ríos, son un aviso de la energía que puede alcanzar un evento de erosión en un abanico.

Siendo así, todo el terreno de un abanico es una zona muy susceptible a la erosión y a la movilización de los materiales. Situación que se puede dar durante periodos de lluvias intensas como recientemente hemos visto que sucedió al sur del Valle Central, pero también por sismos fuertes o la combinación de los dos eventos (terremoto con suelos muy saturados).

El hecho de que se construya una casa cumpliendo el código sísmico sobre un abanico aluvial no significa que la casa sea completamente segura y resiliente. Aunque la construcción sea sismo resistente, sigue siendo susceptible a ser dañada por una fuerte inundación o en su defecto, un proceso de erosión importante, como un deslizamiento.

Por esta razón, las construcciones desarrolladas sobre los abanicos aluviales se encuentran en condición de riesgo y son susceptibles a ser dañadas por eventos de desastre.

Situación en el Valle Central de Costa Rica: para todos los que vivimos en la Gran Área Metropolitana (GAM) es evidente la cantidad de construcciones que se han desarrollado tanto en las laderas del sur como del norte del Valle Central. Cada vez son más. Con lo cual cada vez se hace más numerosa la cantidad de construcciones que se encuentran en alto y muy alto riesgo a los desastres.

Durante la noche, el paisaje nocturno del pie de monte del sur del Valle Central deja ver la forma de los abanicos aluviales puesta de manifiesto por las luces de las casas y que muestran con claridad la forma de abanico, en lugares como al sur de Desamparados, Alajuelita, Escazú y Santa Ana.

La condición de riesgo de estas construcciones se incrementa por el hecho de que tanto al norte como al sur del Valle Central se presentan extensas fallas geológicas activas capaces de producir fuertes eventos sísmicos locales.

Acciones a desarrollar: la cantidad de construcciones en situación de muy alto riesgo es abundante. Son tantas que los planes de reubicación no podrían ser desarrollados para cubrir la totalidad de las residencias involucradas. De allí que otras medidas son necesarias.

Como hemos indicado, se hace indispensable que las ciudades y los cantones citados cuenten con planes de ordenamiento territorial con la variable ambiental integrada y que, como parte de estos instrumentos, se genere una zonificación de uso del suelo que evite que nuevas construcciones se localicen en zonas de muy alto riesgo.

Para las construcciones existentes, es muy importante realizar toda una gestión de aumento de la resiliencia humana, por medio de educación para convivir con el riesgo y desarrollo de planes de emergencia locales; así como de resiliencia de infraestructura, con reforzamiento estructural cuando sea posible, así como la adquisición de seguros paramétricos contra desastres.

Es indispensable tomar estas y otros medidas, como la Ley de Resiliencia contra desastres que hemos propuesto y explicado previamente (http://www.allan-astorga.com/allan-astorga/2021/7/28/ley-de-resiliencia-contra-desastres), en el menor plazo posible. Ignorar la información técnica que sustenta el análisis de riesgo y no tomar medidas prontas, solo llevará a que las condiciones de riesgo se incrementen y que la población expuesta sea cada vez mayor, con las graves consecuencias que ello podría tener. Tienen la palabra nuestras autoridades.

Fuente de la imagen: https://geolodiaavila.com/2020/03/21/el-abanico-aluvial-de-candeleda-la-huella-de-una-montana-vaciada/

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El camino para salvar la Biodiversidad y detener la extinción masiva de especies

En esta tercera entrega de los artículos de SALVETERRA estaremos desarrollando el tema del estado biodiversidad en el planeta y la extinción masiva de especies en que nos encontramos sumergidos.

A pesar de ser una información que provoca preocupación, hay una luz de esperanza en la medida de que todavía es posible producir una reversión de la situación y mejorar las condiciones de restauración y recuperación de la vida en el planeta.
Estado de la biodiversidad: el informe Planeta Vivo es la publicación insignia del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), que se actualiza cada dos años. Se trata de un completo estudio de las tendencias de la biodiversidad mundial y la salud del planeta. El último es del año 2022.

El informe Planeta Vivo 2022 proporciona la evidencia científica para respaldar lo que la naturaleza ha estado demostrando repetidamente: la actividad humana insostenible está deteriorando rápidamente los sistemas naturales del planeta y que son lo que sustentan la vida en la Tierra.

Así, se revela una disminución promedio del 69 % en poblaciones de especies desde 1970 hasta ahora. La vida en el planeta Tierra está desapareciendo rápidamente, incluyendo la extinción de especies y una notable disminución de la biodiversidad.

La situación de los continentes, también se refleja en los océanos donde la población marina se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años a causa de la sobrepesca y la contaminación. Se trata de un asunto muy grave.

Es importante aclarar que la pérdida de biodiversidad en el planeta no es lo mismo que el Cambio Climático. Son dos temas diferentes, pero que pueden estar relacionados. Se trata de dos fuentes de crisis que tienen que ser atendidas de forma separada, aunque en algunos casos, pueden tener soluciones parciales comunes.

Causas de la pérdida de biodiversidad: el 75% de la superficie terrestre libre de hielo ha sido modificada por los seres humanos. Los últimos lugares vírgenes se concentran en apenas unos pocos países: Rusia, Canadá, Brasil y Australia.
Lugares que son vulnerables a efectos del Cambio Climático como las severas sequías y los incendios forestales que les pueden provocar graves daños irreversibles.

La principal causa de la pérdida de la biodiversidad es el cambio de uso del suelo. La deforestación de los bosques para instalar zonas de ganadería o de cultivo, o para desarrollo de nuevas zonas urbanas, son las principales fuentes de deterioro. Con el crecimiento de la población humana se incrementa la presión hacia los ecosistemas y con ello, su desequilibrio, fragmentación y desaparición.

El informe señala que América Latina registra el mayor descenso regional de la abundancia de población media (94 %), mientras que, respecto a especies, las poblaciones de aguas dulce muestran un mayor descenso general a escala mundial (83 %).

Las seis principales amenazas a la biodiversidad corresponden con la agricultura, la sobreexplotación marina, tala de árboles, contaminación, especies invasoras y cambio climático.

Extinción de especies: el declive es una evidencia clara del daño que los seres humanos están causando en la naturaleza, afirmó Andrew Terry, director de conservación de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), que señala: “Si no cambia nada, estas poblaciones salvajes sin duda seguirán cayendo, empujando especies hacia la extinción y amenazando la integridad de ecosistemas de los que dependemos”.

Los científicos creen que la Tierra se dirige hacia un “evento de extinción masiva”, el sexto (o séptimo) en los últimos 500 millones de años. “Ahora tenemos pruebas abrumadoras de que estamos perdiendo especies a una velocidad alarmante”, le dijo a la BBC el profesor Alexandre Antonelli, director de ciencia en el jardín botánico de Londres, Kew Gardens.

La última vez que tuvimos una situación similar fue hace unos 66 millones de años, y fue causada por un asteroide que golpeó la Tierra, dijo, aunque esta vez, “los humanos son los únicos culpables”. Según las estimaciones, las tasas de extinción actuales son aproximadamente 1.000 veces más altas que antes de que aparecieran los humanos.

Desde 2001, Indonesia ha perdido millones de hectáreas de selva tropical prístina. Las pérdidas disminuyeron en 2018 alrededor de un 40% gracias a una legislación gubernamental más estricta y un período de lluvias que limitó los incendios forestales, sin embargo, las plantaciones de aceite de palma han erosionado gradualmente los hábitats restantes de las poblaciones de orangutanes en peligro de extinción.

Los organismos del suelo, muchas especies de plantas y los insectos, también están disminuyendo, lo que pone en riesgo la continuidad de muchos procesos de los que todos dependemos. La desaparición de organismos del suelo afecta los ciclos de nutrientes, lo que a su vez puede disminuir la producción vegetal y si algunos insectos se extinguen, muchas plantas perderían la capacidad de reproducirse.

El énfasis que hace el informe en estos otros conjuntos de seres vivos es uno de sus aspectos más importantes. Al depender de suelos saludables, irrigación, organismos polinizadores y control biológico de plagas, la producción mundial de alimentos puede colapsar en la medida que los ecosistemas dejen de ser resilientes a consecuencia de prácticas agropecuarias inadecuadas.

En la selva amazónica, en cada hectárea de bosque natural se presentan cerca de 450 especies de árboles y cerca de 14 mil árboles. Cuando los árboles están cerca de los ríos, una gran cantidad de peces obtienen su alimentación de lo que cae desde lo alto. Inclusive tiene relación con el suelo, donde habitan hongos, microorganismos y neófitos que morirían sin su presencia. La fauna asociada, que consume flores, frutos y hojas, también depende del árbol. En la naturaleza todo está conectado.

La opinión del autor de la fuente citada concluye: “El resultado de estos modelos es contundente y esperanzador. Es urgente asumir, a toda costa, la tarea colectiva de frenar y revertir la trayectoria descendente de estos indicadores durante los próximos diez años, de forma tal que, para finales del siglo, se encuentren en franca recuperación. Si queremos asegurar una segunda oportunidad sobre la Tierra para la especie humana, debemos iniciarla de inmediato”.

Urgencia de aplicar soluciones efectivas: como hemos mencionado antes, el deterioro sistemático de los ecosistemas y la biodiversidad se ha dado de forma acumulativa por más de dos siglos. Acumulativa y ubicua (en todo el planeta) de manera que no podemos esperar que sea por la adquisición de una política global que se logre una solución efectiva. Se requiere de la participación de todos y cada uno de los habitantes del planeta cumpliendo una resolución del consejo de seguridad de la ONU.

Como hemos señalado también, los bosques tropicales son los biomas más biodiversos y ricos en biodiversidad del planeta. De allí que el paso estratégico en la reversión de la pérdida de biodiversidad es la protección de lo que todavía queda y la restauración de nuevos bosques tropicales en todo el mundo. Estimamos que deben ser al menos 250 millones de hectáreas en América Latina, África y el sureste de Asia, principalmente.

Se trata de una tarea que requiere revertir el uso del suelo, de zonas de agricultura y pastos hacia bosques tropicales. Esto, dentro de un esquema de ordenamiento y planificación territorial que zonifique el territorio para que, a pesar de esa transformación todavía siga habiendo campos de cultivo y ganadería para alimentar a la población humana. Se trata de poner orden donde durante siglos ha permanecido el desorden. Es nuestro único camino.

En SALVETERRA® hemos desarrollado la metodología para promover ordenamiento y planificación territorial sistemático que permita recuperar la biodiversidad y luchar contra el cambio climático, mientras se establecen zonas de producción agroalimentaria regenerativa y de desarrollo urbano sustentable para garantizar el progreso humano. La tarea no es sencilla, pero es posible. Se requiere aplicar con la participación de todos los ciudadanos y gobiernos locales del mundo en el menor plazo posible.

Nuestros estudios de más de 20 años nos muestran que si es posible. Lo que ocupamos es empezar a implementar las acciones correctivas ya, sin postergaciones. Soluciones que requieren de una visión global, pero de acciones locales y sistemáticas. Un verdadero cambio de paradigma.

El deterioro de la biodiversidad, al igual que el cambio climático, no respeta fronteras. De igual forma las medidas correctivas deben ser homogéneas y estandarizadas. Por eso es tan importante que todos cobremos conciencia de la importancia de actuar con visión planetaria y superar la miope visión local.
(allan@salveterra.life)

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La falta de criterios científicos lleva a que el Estado se convierta en confiscatorio y prohibidor del uso del suelo

Retomamos el tema de algunos artículos previos cuyo objetivo es mostrar los defectos de gestión en que ha involucionado el estado costarricense y la propuesta de soluciones técnicas a muchos de esos “nudos de ilógica administrativa”.

Durante las últimas dos administraciones del Partido Acción Ciudadana (PAC) se generó o modificó normativa técnica (decretos, resoluciones, directrices, memorándums, lineamientos administrativos, etc.) que produjo que el estado costarricense se convirtiera en más confiscatorio y prohibidor del uso del suelo, sin contar con reales y efectivos fundamentos científicos. Algo que afecta a miles de miles de propietarios de terrenos, muchos de los cuales están a la espera de extensos procesos judiciales que les resuelva un problema cuya existencia no tiene lógica técnica y que recarga aún más al ya saturado poder judicial.

Estos problemas técnicos se complican aún más cuando entidades no técnicas (en el tema) como: el Tribunal Ambiental Administrativo, el Tribunal Contencioso Administrativo, la Procuraduría General de la República, la Contraloría General de la República y hasta la misma Sala Constitucional terminan generando disposiciones que, aunque tratan de hacer justicia, sin el debido fundamento técnico y científico, al final, más bien profundizan la complejidad de esos nudos de ilógica administrativa.

Este problema, califica como muy grave cuando descubrimos que genera una gran inseguridad jurídica para el administrado. Y es aún más grave, cuando desestimula la inversión y el desarrollo que tanto ocupa el país e incluso, favorece la corrupción. Lo ilustraremos con un tema muy importante para el país como lo es el de los radios y áreas de protección de los manantiales.

Manantiales, nacientes y brotes de agua subsuperficial: los manantiales representan la salida, en superficie, de agua subterránea desde un acuífero. Generalmente ocurren en cambios de relieve topográfico donde el nivel freático intercepta el relieve superficial del terreno.

El término naciente es sinónimo de un manantial y no deben ser confundidos como si fueran dos elementos diferentes. La ley de aguas de 1942 usa el término de manantial. La ley forestal habla de los dos términos, manantiales y nacientes, pero como sinónimos. Un manantial puede ser intermitente (se seca durante un periodo de tiempo al año) o permanente.

Los manantiales pueden tener caudales muy variables desde menos de un litro por segundo (muy bajo caudal) hasta cientos de litros por segundo (muy alto caudal). Pueden provenir de acuíferos freáticos o no confinados, es decir que están conectados con la superficie del suelo o, de acuíferos confinados, es decir, mantos de aguas subterráneas que están separados (y protegidos) de la superficie del suelo por una capa de roca impermeable.

Los brotes de agua subsuperficial son salidas de agua que saturan la zona de infiltración (suelo o corteza de meteorización) que sobreyace un acuífero y que se presentan en los cambios de topografía. Son temporales y su permanencia depende de la condición saturación del suelo y del volumen de agua subsuperficial que se encuentra almacenada y que descarga en esas salidas de agua. Un brote de agua no es lo mismo que un manantial. Este aspecto es muy importante.

Gestión de las aguas subterráneas: la hidrogeología es la rama de la Geología que estudia y gestiona las aguas subterráneas y los acuíferos. Esto es así, porque se requiere conocer a fondo la naturaleza y las características de las rocas y formaciones geológicas que son las que albergan las aguas del subsuelo. La ley orgánica del Colegio de Geólogos de Costa Rica (1973) y su reglamento dejan claro esta responsabilidad como parte de las funciones de un geólogo.

Los geólogos por medio del estudio de las rocas de la parte superior de la corteza terrestre y de sus propiedades, con el uso de métodos de observación directa e indirecta, pueden elaborar modelos hidrogeológicos tridimensionales que permiten interpretar la existencia de acuíferos y sus propiedades, así como el sentido del movimiento del agua subterránea. De esa forma, pueden explicar la existencia de manantiales en los accidentes geomorfológicos y hasta predecir la salida de aguas subterráneas en un pozo y su eventual caudal de explotación para su aprovechamiento.

Es de gran relevancia que la caracterización de un manantial lleve consigo una base de información científica hidrogeológica como el acuífero del que proviene, su naturaleza (confinado o no confinado) y el sentido del movimiento del agua subterránea. Además, es muy importante que se diferencie un verdadero manantial de un flujo subsuperficial para que no se generen injusticias al momento de establecer medidas ambientales de protección para esas salidas de agua.

Radios y áreas de protección de manantiales: los radios de protección de los manantiales representan un área de forma circular en cuyo centro se ubica un manantial. Fueron establecidos por la ley de aguas de 1942 como una forma de proteger la salida de agua. Según la legislación vigente, para un manantial permanente no captado para abastecimiento de agua a las comunidades, el radio es de 100 metros. Si el manantial está captado para ese fin es de 200 metros y si es un manantial intermitente el radio se establece en 60 metros.

El establecimiento de los radios de protección se hace como una medida precautoria y representa una medida práctica y lógica en ausencia de estudios hidrogeológicos. Por así decirlo, usa una tecnología de hace más 100 años. Es muy importante señalar que el radio de protección en realidad no es lo mismo que el área de protección. Solo pueden considerarse equivalentes, mientras no existan estudios hidrogeológicos que precisen con exactitud cual es el área de protección efectiva o de captura del manantial.

Este último aspecto es de gran relevancia práctica para quienes tienen una propiedad privada dada la naturaleza confiscatoria y prohibitiva que tiene la definición de un área de protección como sinónimo de radio de protección de un manantial.

Dado que el área de un circulo corresponde con el número “π” (aprox. 3.14) por el radio al cuadrado, la cantidad de metros cuadrados que se pueden incluir dentro de un área (o radio) de protección es significativa: a) 11.304 m2 para nacientes intermitentes, b) 31,400 m2 para nacientes no captadas y c) 125.600 m2 para nacientes captadas para agua potable. Si consideramos precios de $10 / m2 para esos terrenos, nos podemos dar cuenta que los resultados económicos de estas áreas de protección son muy importantes.

Restricciones al uso del suelo: dentro de las áreas de protección las restricciones son muy significativas, prácticamente no se puede efectuar ninguna actividad productiva salvo la reforestación y restauración de un bosque. Se debe aclarar que la reciente modificación a la ley forestal (2022) solo permite el desarrollo de actividades de bajo impacto ambiental (turísticas) para las zonas de protección de ríos, quebradas y arroyos, no así para las áreas de protección de manantiales.

En la práctica, es claro que las zonas de protección de manantiales no califican como urbanizables, pero tampoco califican como no urbanizables donde se podrían desarrollar actividades agrícolas y agropecuarias. Pese a esto, no son áreas sujetas a que el Estado las indemnice, de manera que siguen siendo privadas, pero casi sin ninguna posibilidad de uso. Algo que parece contravenir el artículo 45 constitucional.

Debido a que Costa Rica, como país tropical geológicamente joven y volcánico, es muy rico en acuíferos y aguas subterráneas, presenta una gran cantidad de manantiales y, también, de brotes de agua subsuperficial. La confusión de este último concepto con los manantiales y la ya gran cantidad de estos que se dan en nuestro territorio, hacen que fincas enteras puedan estar incluidas dentro de los radios de protección quedando absolutamente limitadas para su uso urbano o no urbano.

Esta situación ocurre en miles o decenas de miles de fincas en el país, incluso dentro de la Gran Area Metropolitana y dentro de zonas urbanas. Muchos propietarios no conocen del problema hasta que tratan de gestionar un uso del suelo en la Municipalidad y descubren la situación de su finca. Como se puede ver, esta realidad genera un significativo problema de valor para el terreno y su uso para el desarrollo productivo del país.

Existe una solución técnica lógica y científica: como explicamos antes, la realización de un estudio hidrogeológico local para un manantial puede permitir el uso de técnicas científicas modernas (del siglo XXI) para definir las áreas de protección de un manantial basado en el área de recarga inmediata o área de captura efectiva, también denominada “tubo de flujo” del manantial.

La definición científica de este elemento puede reducir el radio de protección hasta en un 80 % permitiendo “liberar”, con el debido fundamento técnico, el terreno para su uso sustentable como suelo urbanizable o no urbanizable de conformidad con la planificación territorial regional o local.

El área de protección del manantial así definida puede ser zonificada según la condición de riesgo de contaminación y dentro de la misma se establecen lineamientos de protección del acuífero y del manantial que alimenta.

En el caso de brotes de agua subsuperficial no es necesario generar radios ni áreas de protección siempre que su definición se haya realizado con el debido criterio hidrogeológico. Este aspecto es de particular importancia en los territorios bajos en zonas de alta precipitación pluvial pues es frecuente que se confunda con manantiales y generen restricciones innecesarias (e injustas) al uso del suelo.

Confusa gestión del suelo en el país: como indicamos antes, las últimas administraciones de gobierno dejaron como herencia una muy seria y confusa gestión del suelo en el país. Mencionaremos dos casos muy evidentes.

En primer lugar, el “Protocolo del INVU para el otorgamiento de alineamientos de las áreas de protección según la Ley Forestal N° 7575”. Este protocolo de enero del 2020 tiene muy serios yerros, pues separa la definición de manantiales de nacientes y define a estas últimas como equivalentes a los brotes de agua subsuperficial.

Así, lejos de tecnificarse y hacer más científica la gestión, se complica y enmaraña con el agravante de que genera muy serias injusticias a los propietarios de terrenos.

Por otro lado, el Sistema Nacional de Información para la Gestión Integrada del Recurso Hídrico (SINIGIRH) de la Dirección de Agua del MINAE estableció una base de datos sobre diferente información hídrica del país. Se incluyen los radios de protección de las nacientes y manantiales, tanto captados para agua potable como los no captados.

Esta información se considera útil, aunque tiene limitantes que deberían ser explicadas al usuario como, por ejemplo, los problemas de mezclas de escala que existen, los factores de imprecisión de algunas coordenadas, la incertidumbre de algunos datos y en particular, el hecho de que los radios protección pueden ser modificados por áreas de protección con el desarrollo de un estudio hidrogeológico local.

Este hecho, alimenta el problema técnico señalado para el INVU y lleva a que se consolide un error técnico de interpretación del artículo 33 de la ley forestal, en particular, el ignorar el inciso “d” del mismo y solo considerar de forma estricta el inciso “a”. Algo que contradice en todos los extremos lo establecido en el artículo 16 de la ley de administración pública que en su artículo 16 señala que “en ningún caso podrá dictarse actos contrarios a reglas unívocas de la ciencia o de la técnica, o a principios elementales de justicia, lógica o conveniencia”.

Necesaria voluntad política para poner en orden el desorden: tal y como hemos señalado en otros artículos sobre el tema, en materia de aguas subterráneas es vital y urgente generar un reglamento general de uso, manejo y protección del recurso hídrico subterráneo.

Solo así se podrá poner orden a temas como el de la Matriz del SENARA, la diferencia entre los radios y las áreas de protección de los manantiales, los brotes de aguas subterráneas e incluso al equivocado protocolo del INVU para la delimitación de áreas de protección, las reglas técnicas de la base de cartografía hídrica, la categorización de los manantiales y sus acuíferos y las áreas de recarga acuífera, entre otros. Temas de gran relevancia que no han sido objeto de una definición científica y el establecimiento básico de reglas técnicas para su correcta gestión. A este respecto, esperar que se genere una nueva ley de aguas ha sido un error que lleva ya más de 20 años de espera.

En la actualidad, solo en el tema de gestión hídrica, con particular énfasis en las aguas subterráneas, existe una voluminosa normativa sobre dictámenes técnicos, reglamentos parciales, oficios, resoluciones y hasta memorándums de lineamientos sin que exista una ordenada y clara reglamentación. Todo lo contrario, es obsoleta, contradictoria y hasta “caprichosa”. Mientras esta situación siga existiendo sin considerar lo establecido por la ley 8220 (Ley de Protección al Ciudadano del Exceso de Requisitos y Trámites Administrativos) y su reglamento, el país seguirá sumergido en una maraña de normativa confusa, contradictoria y lo más grave, que provoca graves injusticias a sus ciudadanos, sin contar el daño que se hace al desarrollo sustentable del país.

Por esta razón es indispensable que el MINAE, como ente rector en el tema de recursos hídricos del país tome la coordinación de las soluciones más urgentes, incluyendo dentro de éstas, la de promover la urgente corrección, del referido protocolo del INVU sobre áreas de protección. Es justo y urgente.

La Ecosfera terrestre, que nos da comer, tiene un límite que estamos cerca de alcanzar

La capacidad de la Ecosfera terrestre, tanto continental como marina, tiene un límite crítico para abastecer los requerimientos de una población humana en crecimiento exponencial. La presión de las actividades humanas hacia los diversos recursos naturales se ha incrementado significativamente, en particular, durante los últimos 40 años en que la población de la humanidad se aumentó de 4,5 a 7,9 miles de millones de personas.

La afectación producida por las actividades productivas humanas ha sido muy intensa, debido a la aplicación de una economía depredadora del ambiente y que, en general, no ha sido, ni es socio-ambientalmente sustentable. Uno de las consecuencias más significativas, es el impacto en la fuente de alimentos para la humanidad, lo cual requiere que se le dé la mayor atención por su gran importancia.
En las últimas décadas nuestro planeta se ha hecho pequeño para la humanidad. La Ecosfera terrestre es la parte de nuestra nave espacial planetaria donde se producen los alimentos que sostienen a la toda la población mundial.

El problema es que ese “invernadero planetario -continental y marino-“ tiene una capacidad máxima de producción y en muchos aspectos ya la estamos alcanzando. Necesitamos reconocer el problema para plantear verdaderas y consistentes soluciones.

Datos de la ONU: la Organización de la Naciones Unidas (ONU), nos informa que “tras décadas de constante declive, el hambre en el mundo ha ido aumentando lentamente desde el 2015”. De acuerdo con este informe (https://www.un.org/es/sections/issues-depth/food/index.html), en el 2018 se estimaba que 821 millones de personas se iban a la cama con el estómago vacío.

Desde el 2004, según la ONU, el aumento de producción de alimentos no pudo mantenerse al mismo nivel en el que crecía la demanda, por lo que los precios de la mayoría de los cereales comenzaron a subir. Se indica además que: la crisis económica mundial de 2008 y 2009 minó la seguridad alimentaria de muchos países.

El hambre ha aumentado en muchos de los países donde la economía se ha desacelerado o contraído, principalmente en los estados de ingresos medios, tal y como muestra el Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019. Uno de cada 10 seres humanos padece malnutrición o hambre en el mundo. De acuerdo con la ONU, es el principal riesgo a la salud de las personas, más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas.

Acceso a los alimentos: referente al acceso insuficiente a la comida nutritiva, la cifra es todavía más alarmante, según la ONU. El dato es de 2 mil millones de personas, localizados mayoritariamente, en países en vías de desarrollo, pero también representan un 8 % de la población de norte América y Europa, donde, paradójicamente, se desperdician como desechos gran cantidad de alimentos. África es la región más crítica, ya que casi el 20 % de sus habitantes se encuentra ”bajo el yugo del hambre y la malnutrición”.

Datos del 2020 señalan que la “producción de alimentos a nivel mundial solo alcanza para alimentar el 44 % de la población” (https://www.posibl.com/es/news/sociedad/la-produccion-de-alimentos-a-nivel-mundial-solo-alcanza-para-alimentar-al-44- de-la-poblacion-17685511). El resto de alimentos se produce a costa de los límites planetarios según un análisis del sistema agrícola global, realizado por científicos del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), en Alemania.

Según el estudio, se asigna demasiada tierra para cultivos y ganado, se fertiliza demasiado y se irriga también en demasía. A modo de ejemplo, la cantidad de agua (en litros) que se requiere para producir un kilogramo de banano es de 800, de papas es de 287, de maíz es de 1.000 y de carne es de 15.000 (fuente: https://www.gaceta.unam.mx/la-produccion-de-alimentos-el-mayor-desafio-en-el-mundo/)

Medidas a tomar: el estudio citado señala que todavía existen vías para solucionar la situación y producir alimentos de forma más sustentable. Por ejemplo, en África subsahariana, se sugiere que una gestión más eficiente del agua y los nutrientes podría mejorar considerablemente los rendimientos agrícolas.

Otra de las recomendaciones de los expertos es la reconstrucción de las granjas utilizadas actualmente. La idea es ceder tierras en aquellos territorios donde más del 5 % de las especies están amenazadas. En aquellos bosques tropicales donde más del 85 % de sus árboles han sido talados, la tarea es reforestar. Se debe reducir la extracción de agua dulce utilizada para riego al igual que debe disminuirse el uso del nitrógeno para fertilizar terrenos cercanos a aguas superficiales, para evitar contaminación.

Y, agregan, en lugares donde estos límites no se exceden pueden expandirse granjas de cultivo. El estudio concluye que, las acciones a tomar, en este tema, potenciarían la producción actual a 7.8 mil millones de personas, una cifra cercana al total de la población mundial en este momento. De hecho, bajar el desperdicio de alimentos y depurar las porciones de carne en las dietas globales a una o dos, aumentaría las reservas agrícolas hasta 10,2 mil millones, un poco más de la población global proyectada para los próximos 30 años.

En el caso de Costa Rica y otros países tropicales con suelos muy fértiles y que no se están usando para la producción de alimentos, el paso hacia una producción agrícola y agropecuaria regenerativa que evite la emisión de gases de efecto invernadero y más bien estimule el desarrollo de sumideros de carbono, resultaría en una actividad económica de gran potencial.

En síntesis, los patrones actuales de producción de alimentos en biomas terrestres no son ambientalmente sustentables, con lo cual se está incrementando seriamente la afectación de la Ecosfera terrestre. Además de ello, los alimentos que se producen son cada vez más costosos y no alcanzan para toda la población mundial. Pese a ello, existen posibles soluciones, pero se requieren acciones rápidas y urgentes en materia de realizar cambios en agricultura y la ganadería de forma tal que se dejen de afectar los límites planetarios para la producción de alimentos. Además, se hace indispensable producir alimentos más sanos y nutritivos, que garanticen una “seguridad alimentaria sustentable”.

Alimentos pesqueros: en materia de la producción de alimentos pesqueros (marinos y dulceacuícolas) la situación mundial muestra tendencias que preocupan. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), desde 1950 hasta el 2020 la captura de especies marinas se quintuplicó, pasando de 20 millones de toneladas anuales a cerca de 100 millones de toneladas por año.

Por su parte, desde 1970 la acuicultura continental y marina se incrementó desde casi cero a 80 millones de toneladas por año. Esto, posiblemente hizo que los efectos de la sobreexplotación de especies no hayan sido tan intenso, aunque se ha duplicado desde la década de los años 70. Pese a eso, la tendencia de la pesca biológica no sostenible se ha incrementado en las últimas décadas y muestra una tendencia preocupante. También preocupa la acuicultura ambientalmente no sustentable.

Los estudios biológicos sobre las poblaciones marinas del planeta arrojan un indicador muy preocupante: la población total de vida marina se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años, y su reducción sigue en aumento.

A lo anterior se suma la afectación que tienen las aguas continentales y, particularmente marinas, por contaminación por químicos, microplásticos y, además, las afectaciones por efectos de Cambio Climático que llevan a considerar que, también en este tema nos estamos moviendo hacia un punto de No Retorno. Situación que implicaría que los mares dejen de producir alimento (en las próximas décadas) para una población humana cada vez más creciente.

Perspectiva de situación y soluciones: para los habitantes de un país tropical y fértil como Costa Rica, la idea de que la producción de alimentos en el mundo está disminuyendo resulta más bien rara. Los mercados y supermercados ofrecen una abundante variedad, tanto de vegetales como de cereales, granos y diferentes tipos de carne y pescado, aunque con precios cada vez más altos.

Algo similar sucede en los comercios de alimentos de los países industrializados y económicamente ricos. Situación que hace, como la disposición de aire para respirar y agua para tomar, nos hace tener la sensación de que no está pasando nada, lo cual no es la realidad. Más esa situación de oferta de alimentos no es la situación de todo el mundo.

La verdad es que en el planeta la producción de alimentos continentales y pesqueros está en descenso y que su costo ambiental de producción es cada vez más alto. Durante décadas esa producción ha traído consigo una mayor presión sobre los recursos naturales como el suelo y el agua, y provocado una significativa y creciente contaminación ambiental, incluyendo los océanos.

Toda esa realidad no puede ser ignorada, pues dejar que las tendencias que se han dado en los últimos años, sigan su camino, solo nos llevará a un escenario de mayor deterioro ambiental, costos cada vez más altos y en determinado momento, escasez. Es decir, con una población mundial con menor acceso a una alimentación apropiada. Algo que resultará, inexorablemente, en un problema social, de salud y ambiental para la humanidad.

Y como hemos indicado antes, si existe solución concreta a estos problemas, pero requiere ser implementada y actuar lo antes posible. Parte de esa solución consiste en aportar información ambiental inteligente a los gobiernos locales para ordenar y planificar el uso de sus territorios de forma sustentable. No todos los espacios geográficos son aptos para la producción agrícola y agropecuaria, como tampoco lo son para el desarrollo urbano.

Resulta de gran importancia, por medio de la planificación ambiental del territorio (de escala detallada), establecer las zonas de producción agrícola y agropecuaria principalmente regenerativa y ordenar la producción sustentable de alimentos vegetales y de proteínas animales.

En este tema, los países tropicales como Costa Rica, con suelos fértiles y con muy alta disposición hídrica tienen un potencial productivo muy alto. Algo que aportaría mucho a su desarrollo socioeconómico sostenible, ante un mundo con cada vez menos oferta de productos alimenticios verdaderamente ecológicos y sustentables. Las soluciones son viables y posibles, pero se ocupa empezar a actuar pronto y a escala local (municipal).

A este respecto, como ciudadanos de un cantón, todos tenemos el derecho de preguntar: ¿dispone nuestro municipio de un plan de ordenamiento territorial debidamente sustentado en información ambiental detallada?, ¿se han planificado ya los territorios para producción agrícola y agropecuaria regenerativa?, ¿se ha organizado la forma de corregir la contaminación ambiental que se está produciendo en el cantón?, ¿se ha iniciado un plan de recuperación y de restauración del equilibrio ambiental del territorio? Como se puede ver, hay mucho que podemos hacer. Solo debemos tener la voluntad de hacerlo.