Minería química y colonialismo del siglo XXI

Pese a las diferentes opiniones, es claro y existe cierto consenso de que la actividad minera que extrae metales preciosos del suelo y subsuelo, con el uso de sustancias químicas, como el cianuro, es una actividad de alto impacto ambiental.

Esta actividad, desde que inicia su construcción produce severos impactos en el ambiente. Muchos de esos impactos son irreversibles. Durante su operación, la actividad representa un riesgo muy alto para el ambiente dado que implica el uso de varias sustancias químicas peligrosas. Incluso después de que la mina ha terminado, la actividad sigue siendo de alto riesgo por los efectos de contaminación que sus residuos y los efectos de su operación ha dejado tras de sí.

Medidas ambientales. En los países desarrollados donde se practica la minería de este tipo, se han impuesto una serie de medidas ambientales, jurídicas, técnicas y económicas, con dos objetivos, uno para que solo sean las empresas más responsables las que realicen esta actividad y dos, para que las que lo realicen cumplan estrictas regulaciones, so pena de sufrir severas sanciones por su incumplimiento. A pesar de esto, en algunos casos, los problemas ambientales suceden.

Por su parte, en los países en vías de desarrollo, caracterizados por andar a la zaga, respecto a los países desarrollados, se dispone de leyes, regulaciones y normas para muchas actividades productivas, incluyendo la minería química, que comparativamente resultan muy atrasadas y vulnerables.

Un ejemplo sencillo de esto, lo representa, para el caso de Costa Rica, el canon de minería, que es, por así decirlo, el impuesto directo que paga la minería al Estado por permitirle (concesionarle) la extracción de los recursos minerales del suelo y subsuelo del territorio costarricense que, dicho sea de paso, pertenece a las generaciones presentes y futuras y no a las empresas mineras.

En el caso de nuestro país, es de solo un 2 %. Es decir que, si extraigo 100 onzas de oro por medio de una minería química de alto riesgo ambiental, ¡solo tengo que pagar por eso, el equivalente a 2 onzas de oro! Cabe destacar que en algunos países desarrollados ese impuesto es mucho mayor, del orden del 10% hasta el 20 % (EE. UU. y Canadá), que, sumados a otros impuestos locales y nacionales, hacen que esas actividades paguen impuestos superiores al 40%.

Es como en la época inicial de la Colonia: los conquistadores daban espejitos y baratijas a cambio del oro de nuestros aborígenes. Hoy, cinco siglos después, aún se sigue haciendo eso, solo que con instrumentos algo más sofisticados.

Costo elevado. En vez de las modernas armas con que el conquistador amenazaba, hoy en día se acude a demandas con arbitrajes internacionales, con el costo que podría tener para el país el pago de elevados honorarios para abogados internacionales, así como el costo del proceso y que se corre el riesgo de tener que indemnizar a las empresas mineras.

No obstante, se debe tomar en cuenta que las empresas mineras que se aventuran a llegar a estos territorios, cuales conquistadores del siglo XXI, lo hacen conocedoras de que los países donde se están introduciendo, presentan una selva completa de confusa y a veces contradictoria legislación ambiental. Que al igual que el ambiente que los caracteriza, es frágil y llena de diversidad.

Ante tal maraña, y la discusión de qué es lo correcto y qué no lo es, queda en el aire la pregunta de si nuestro país tropical, verde, exuberante y rico en recursos hídricos, está, en este momento, verdaderamente preparado para realizar una actividad tan riesgosa e impactante al ambiente como la minería química. La decisión depende de nosotros mismos.

Agua: Tesoro mal administrado

El agua subterránea contenida en los acuíferos del país es un verdadero tesoro natural que tiene Costa Rica, pero como no se ve a simple vista se presta para que muchos inventen todo tipo de historias y se cometan errores en su manejo y protección.

Para citar un caso, el tamaño de la superficie de la subcuenca del río Birris es de 50 kilómetros cuadrados. Sobre ella se producen hortalizas, leche, energía hidroeléctrica, viven cerca de 20 mil personas y tiene un paisaje volcánico tropical de altura que encantaría a cualquier turista.

Además, posee al menos dos acuíferos volcánicos y en ella se infiltran poco más de 38 millones de metros cúbicos de agua llovida por año.

Por si eso fuera poco posee más de 120 manantiales, que generan alrededor de 31 mil millones de litros de agua por año. Cantidad que supera incluso el número de botellas de agua de 1 litro que se consumen en los Estados Unidos de América, durante un año.

Sin embargo, esta abundancia de agua se enturbia con el manejo que se ha venido dando de ella. Una reciente investigación de postgrado en la Universidad de Costa Rica demostró que hay gran contaminación y deterioro ambiental de la subcuenca del río Birris por el uso del suelo, principalmente en lo agrícola y agropecuario, con el uso de agroquímicos y plaguicidas y donde el tema de las aguas subterráneas no se ha tomado en cuenta. Inclusive, casi la totalidad de los manantiales mencionados se encuentran dentro de las zonas de sobreuso o de desequilibrio ambiental
Esto, definitivamente, prende una luz de alerta.

En otras palabras, no tiene fundamento el argumento de que en el futuro nos vamos a quedar sin agua porque se la van a embotellar y llevar. Agua hay, y en abundancia, lo que se requiere son recursos y tecnología para manejarla y administrarla debidamente. Que todos colaboremos en su conservación.

Es muy importante recalcar que las acciones a tomar son de índole técnico. Ante todo se requiere de una moderna Ley de Recursos Hídricos, que realmente considere el correcto manejo, aprovechamiento racional y protección de las aguas subterráneas como uno de los ejes primordiales a atender. Caso contrario, como podría suceder con la aprobación del Proyecto de Ley dictaminado por la Comisión de Ambiente de la Asamblea Legislativa en abril del 2005, estaríamos perdiendo una importante oportunidad para mejorar. Nuestros diputados tienen la palabra.