Desproteger el ambiente y la vida no es la correcta alternativa para agilizar el desarrollo del país

La evaluación de impacto ambiental (EIA) es un instrumento de gestión ambiental preventivo. Su objetivo fundamental es integrar la dimensión del medio ambiente en el diseño de un proyecto a fin de que este alcance una condición de equilibrio generando el mínimo impacto.

En Costa Rica, diversas entidades como la Sala Constitucional y la Procuraduría General de la República han señalado que la EIA es el principal instrumento que permite tutelar el derecho de todo ciudadano a disfrutar de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.

Breve historia: la EIA se originó en los Estados Unidos de América desde finales de la década de los 60. Su función principal es la de servir como instrumento económico, pues la realización de una efectiva EIA evita que se den sobrecostos en los proyectos cuando surgen problemas técnicos (ambientales) no previstos en las fases de pre y factibilidad. No en vano se señala que es ocho veces más caro corregir que prevenir. De allí la gran utilidad y funcionalidad de la EIA.

Como producto de los Acuerdos de Río de 1992, la EIA fue adoptada por la mayoría de los países del mundo como una forma proactiva para que los proyectos de desarrollo se ejecutaran de forma armoniosa con el ambiente. En Costa Rica, aunque ya algunos proyectos realizaban EIA, como la minería, desde 1982, con la aprobación de la Ley Orgánica del Ambiente en 1995 la EIA se generalizó para todos los proyectos, obras o actividades.

Desde que salió el primer reglamento de EIA en enero de 1997 se empezaron a dar problemas con ciertos sectores productivos (principalmente el sector construcción e inmobiliario), pues se consideró que era un trámite (y gasto) nuevo para la inversión.

Esto, a pesar de que solo los proyectos de más de 10 mil metros cuadrados tenían que hacer trámite de EIA ante la SETENA.
En febrero 2002 la Sala Constitucional suspendió la aplicación de ese reglamento, pues interpretó que el artículo 17 de la Ley Orgánica del Ambiente no permitía el establecimiento de umbrales o límites que establecieran cuales proyectos debían hacer EIA y cuáles no.

Comisión Mixta: entre el 2002 y el 2007 se conformó una Comisión Mixta de amplia participación (instituciones, academia, cámaras del sector productivo, consultores, colegios profesionales, organizaciones ambientales, principalmente) que estableció el Reglamento General de EIA que rige en Costa Rica, así como el conjunto de instrumentos y procedimientos técnicos que norman el tema. En dicho reglamento se oficializó dicha Comisión Mixta como un ente asesor de la SETENA en la modernización y mejora de esos instrumentos técnicos de EIA.

Después del 2007 se dejó de convocar a la Comisión Mixta y el conflicto contra la EIA se reestableció. Ya para el 2010 los sectores productivos habían elaborado su propuesta de nuevo (sustituto) reglamento de EIA en la que se volvían a establecer umbrales. El planteamiento siempre ha sido que la mayoría de los proyectos, particularmente del sector de construcción e inmobiliario, no tengan que cumplir con el trámite de EIA. La principal justificación es el tiempo que tarda el proceso, pero la solución que se plantea es que los proyectos sean eximidos del trámite de EIA y, prácticamente se puedan localizar en cualquier lugar independientemente de la condición de fragilidad ambiental del terreno.

RECSA:
 Durante casi 10 años, la versión de reglamento sustituto de EIA, del sector productivo, llamado RECSA, se mantuvo como propuesta dizque, para modernizar y agilizar el trámite de EIA ante la SETENA.

En el 2018 la administración Solís lo dejó firmado y listo para ser publicado. Empero, cuando se revisó la propuesta de forma pública surgieron muchas dudas y observaciones. La actual administración le pidió, entonces, al mismo sector productivo que le “mejorara”. Así surgen el RECSA y el MECSA.

A finales del 2020 la Comisión Mixta revisó la propuesta final del RECSA y su manual (MECSA) y concluyó que ambos instrumentos no eran viables como herramienta para sustituir el Reglamento general de EIA del 2004 y los instrumentos de su manual técnico de EIA aún vigentes. Algunos consideraron que con eso había finalizado el conflicto, en particular por el hecho de que el trámite de proyectos ante la SETENA se había puesto al día en el cumplimiento de plazos.

Incomprensible nueva propuesta: no obstante, la historia no había terminado, durante el año 2021 y sin la participación de la Comisión Mixta ni de la Comisión Plenaria de la SETENA, un “anónimo y pequeño” equipo técnico de esa Secretaría elaboró una nueva propuesta de Reglamento general de EIA para sustituir el del 2004.

La revisión por parte del autor de esa propuesta lleva a la conclusión de que se trata de una herramienta aún más incompleta e inconsistente que el mismo RECSA. No por casualidad, los sectores productivos lo apoyan tan entusiastamente.

El autor realizó en el mes de octubre del 2021 un documento de 10 páginas con observaciones sobre la propuesta de ese reglamento en revisión. Ahora, nuevamente hay una versión de propuesta de reglamento de EIA en revisión. Se aclara que la propuesta no cambió mucho respecto a la versión del mes de octubre y, por tanto, las observaciones previamente realizadas siguen válidas.
Son muchas las inconsistencias que se detectan, empero hay algunas que resultan esenciales para comprender la gravedad que puede representar la oficialización de esa propuesta de reglamento de EIA.

Grave planteamiento: en contraposición a lo establecido por la Sala Constitucional desde el 2002 se establecen nuevamente los umbrales, dejando una muy larga lista de proyectos, obras o actividades eximidos del trámite de EIA. Esto se realiza sin ninguna justificación técnica sólida.

Por otro lado, para la gran mayoría de proyectos, se establece un formulario de clasificación (SIA) que tiene dos grandes errores de fondo.

Uno de ellos es que trata de valorar la condición de significancia del impacto del proyecto, sin considerar las características de ambientales del terreno donde se va a localizar. Debido a que el país no cuenta con ordenamiento y planificación ambiental del territorio (salvo algunas excepciones), esa información debe ser obtenida para cada proyecto. Se trata de las características geológicas, hidrogeológicas, de susceptibilidad a las amenazas naturales, aspectos arqueológicos, geotécnicos, hidrológicos, de riesgo antrópico y biológicos (cuando apliquen). Esta información es vital para mejorar el diseño del proyecto, de lo contrario el mismo puede resultar inconsistente y podría producir daños al ambiente y a la vida.

Dichos estudios son realizados en la actualidad por empresas consultoras ambientales o profesionales independientes. Con el nuevo reglamento, como se explica a continuación, la casi totalidad de los proyectos ya no requerirá de este tipo de estudios técnicos. Prácticamente ya no se ocuparán consultores ambientales en EIA, salvo para llenar el formulario de SIA.

El otro error de fondo es que el puntaje establecido como límite para no pedir instrumentos de EIA más detallados, tiene un valor subjetivo que haría que el casi 100 % de los proyectos obtengan un SIA bajo y, por tanto, queden eximidos de presentar otros estudios técnicos de EIA. Los únicos que tendrían que hacerlo, son aquellos que son exigidos por leyes específicas y que son los menos, como el caso de la minería.

Si el RECSA propuesto por al sector productivo se consideró que desprotegía el ambiente y era regresivo respecto a la normativa ambiental vigente en materia de EIA, la nueva propuesta de reglamento de EIA elaborada por la SETENA, lo es aún más.

La mayor justificación que se esgrime para impulsar esa propuesta de nuevo reglamento de EIA es que hay que agilizar el proceso de trámite ante la SETENA. No obstante, eso no se puede hacer sacrificando el ambiente y, sobretodo, poniendo en riesgo la vida de las personas, debido que el factor de la susceptibilidad del terreno a las amenazas naturales prácticamente dejaría de ser analizado como parte de la EIA.

Inconsistencia del MINAE: hemos señalado que la EIA es necesaria para tutelar el derecho a un ambiente sano y equilibrado. Estamos de acuerdo de que se debe realizar en un plazo razonable y corto, pero no sacrificar como instrumento de gestión ambiental preventiva como se pretende hacer con la nueva propuesta de reglamento de EIA.

Se trata de un tema muy grave de desprotección del ambiente que lejos de ayudar a resolver los problemas ambientales que ya tiene el país, lo va a agravar aún más. Algo que resulta incoherente respecto al desempeño de la jerarca del MINAE que ahora nos anuncian que dejará ese cargo para asumir un puesto en la ONU en un tema vinculado a la protección del ambiente. Algo que nos recuerda el viejo adagio popular de: “candil en la calle y oscuridad en la casa”.

Existen verdaderas y mucho más eficientes alternativas para agilizar la EIA e impulsar el desarrollo sustentable del país. Como hemos dicho, es posible reducir los plazos de trámite de EIA y otros trámites de años a semanas, pero con criterio científico y garantizando el cumplimiento de la legislación vigente y del artículo 50 constitucional (ver: www.allan-astorga.com).

Finalmente, no es comprensible el porqué la actual administración de gobierno desea dejar esta incoherente y absolutamente regresiva propuesta de reglamento de EIA, junto con el reglamento sustitutivo para introducir la variable ambiental en los planes reguladores (propulsado por el MIVAH), como una fatídica herencia al nuevo gobierno, sobretodo, si no se va a tratar de otro gobierno del PAC. Lo coherente sería que sea la nueva administración de gobierno la que tome decisiones en ese tema y así se evite generar confusión y problemas de judicialización de temas ambientales tan sensibles y estratégicos para nuestro país.

Efecto acumulativo y progreso humano sustentable

Para la mayoría de los seres humanos el llamado efecto acumulativo, es desconocido o, en su defecto, es ignorado por no resultar, en principio, de trascendencia para lo que es el transcurrir de nuestras vidas. Sin embargo, tiene una enorme importancia, no solo en la calidad de nuestras vidas, sino, también, en nuestro futuro, ya sea colectivo o individual. Tratamos aquí este trascendental tema ambiental y lo vinculamos a otro tema de igual importancia: el progreso humano verdaderamente sustentable, algo que, aunque para algunos no es posible, en realidad si se puede alcanzar.

Efecto acumulativo: un popular y conocido ejemplo del efecto acumulativo es el de la gotita de agua que cae sobre una roca. Una sola gota chocando contra una dura roca no logra hacer casi nada. Sin embargo, cuando le sumamos el tiempo, la gota chochando durante años contra la roca, forma una cavidad y puede llegar a romper la roca por completo.

Así, podemos decir que el efecto acumulativo es la acción de un agente a través del tiempo y que, por la suma de sus efectos, puede generar un cambio significativo en el medio donde actúa.
Y eso es precisamente lo que tiene a la Ecosfera terrestre afectada por los efectos acumulativos que ha provocado el ser humano en poco más de 210 años desde que inició la era industrial y sus efectos empezaron a ser más significativos.

Crecimiento acumulativo: en el año 1810, aproximadamente, la humanidad tenía una población cercana los mil millones de habitantes. El 95 % de esa población era muy pobre y el promedio de vida era bajo (de 30 a 40 años), sin embargo, los efectos ambientales de la humanidad en la Ecosfera terrestre eran poco significativos.

Sin embargo, con el inicio y desarrollo de la industrialización la situación cambió rápidamente. Con el quemado de los combustibles fósiles se empezó a incrementar de forma artificial (humana) el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera y así empezó a incrementarse la temperatura de ésta. Se inicia así, de forma acumulativa, el calentamiento global y el Cambio Climático y sus efectos.

De forma paralela al desarrollo industrial y a la disminución de la pobreza, se desarrolló la tecnología, la ciencia y el comercio. Además de que empezó a subir el promedio de vida de los seres humanos, su población se empezó a incrementar de forma exponencial. En dos siglos se paso de mil a casi ocho mil millones.

El ser humano se extendió, gradualmente, por toda la Ecosfera terrestre. Aró y labró cada vez más la tierra, deforestó bosques, puso minas, usó cada vez más agua, inventó y desarrolló de forma exponencial los agroquímicos para la producción de alimentos, aumentó su capacidad de extracción de los recursos marinos, principalmente la pesca cada vez más creciente. Las ciudades crecieron al rápido ritmo del crecimiento de la población.

Todo esto, dentro de un marco de efecto imperceptible, gradual, aparentemente lento, pero absolutamente acumulativo. Cada efecto negativo sumándose a los anteriores. Ello, en medio de unas premisas culturales absolutamente equivocadas, como que los recursos de la naturaleza eran inagotables y prácticamente infinitos. Muy pocos seres humanos pudieron percibir que eso no era correcto. Pocos fueron los que dieron la alerta y menos fueron escuchados.

La misma economía se desarrolló sobre esas premisas de recursos inagotables y con su crecimiento, aumentó la presión hacia la Ecosfera terrestre. Se convirtió en una acción depredadora, dado que no se adaptó a planificar estratégicamente el uso de los recursos de una forma sustentable. Hasta hace pocos años es que se ha empezado a tratar de buscar un cambio, pero es muy lento y todavía prevalece la idea de que los recursos de nuestro planeta pueden sostener el crecimiento humano sin considerar sus limitaciones.

Deterioro creciente: durante los últimos cuarenta años la velocidad del deterioro de la Ecosfera terrestre se ha acelerado. Es una característica natural y lógica del efecto acumulativo, pues conforme se incremente el número de agentes de impacto, la suma de sus acciones se incrementa y, por tanto, los resultados de la misma se aceleran.

En artículos previos hemos señalado todas las consecuencias que ha producido el crecimiento exponencial de la población humana y de su economía durante el Antropoceno y, particularmente, durante las últimas cuatro décadas (ver: www.allan-astorga.com). Los indicadores de salud de la Ecosfera terrestre ya se encuentran en la zona de riesgo y siguen avanzando hacia las zonas de peligro.

Un importante grupo de científicos que apoyan a la ONU han señalado que en lo referente al tema del Cambio Climático nos encontramos cerca del punto de inflexión (o no de no retorno) y que no se encuentra en el 2050, sino mucho más cerca, alrededor del 2030. Algo que acaba de ser confirmado por los estudios de la NASA.

Con los otros límites planetarios la situación es bastante similar. Estamos inmersos dentro de la más grande extinción masiva de especies. Cada vez hay menos insectos y aves. Todos lo notamos, aunque no lo vemos con la perspectiva que realmente tiene. La biodiversidad disminuye rápidamente. Nuestros bosques tropicales y boreales y los suelos se están degradando rápidamente. Los océanos están agotados y sobreexplotados. El agua es cada vez más escaza y pronto se convertirá en una fuente de conflicto entre las poblaciones humanas.

El efecto acumulativo de las actividades humanas es claro y nos ha llevado a una enorme crisis de la Ecosfera terrestre y a estar muy cerca de los límites de la resiliencia de la naturaleza. Crisis que, por un efecto exponencial, no logramos notar lo suficiente para que tomemos conciencia de su gravedad.

Por un asunto inercial, de más de dos siglos, seguimos creyendo que lo que está pasando no es tan grave. El aire se respira bien, el agua está limpia, los alimentos están disponibles y el cielo y las montañas están azules. Estamos convencidos de que eso siempre ha sido así y que así seguirá por siempre. Más, sin embargo, no es así, conforme nos acerquemos a las zonas de peligro de los límites planetarios, las cosas van a cambiar y el proceso de deterioro seguirá la tendencia del efecto exponencial. Algo que está muy cerca (pocos años de distancia) y que una vez que se alcance, tendría consecuencias muy negativas.

Progreso humano: como hemos señalado en nuestros escritos previos, todavía hay una oportunidad de cambio. Todavía hay una cada vez más estrecha ventana de posibilidad de tomar acciones concretas para ralentizar los efectos y revertir la situación. Hemos planteado ya las soluciones.

Hemos señalado que el cambio que se requiere también tiene la enorme importancia de no solo revertir el deterioro, sino también, darle sustentabilidad a la existencia humana y de su progreso. Todo esto es posible si corregimos el error que se cometió y se sigue cometiendo desde el inicio de la era industrial: no considerar el ordenamiento ambiental ni la planificación territorial estratégica del uso de la Ecosfera terrestre. La descarbonización, el reciclado, el ahorro de recursos, son importantes, pero no suficientes.

Estamos a tiempo de implementar acciones correctivas, locales, pero ubicuas y de alcance global. Estamos en la obligación de hacerlo, no solo por nosotros y nuestros hijos, niños y jóvenes, sino, también, por las generaciones futuras.

Insumos útiles para nuestra decisión electoral

Un buen e importante número de compatriotas estamos preocupados por quién debería ser el líder de la nueva administración de gobierno 2022 – 2026. Para muchos de nosotros hay algo claro: no podemos darnos el lujo de votar por un “nuevo experimento” para ver qué pasa. Sería muy difícil que nuestro país pudiera soportar más letargo e indecisión en la toma de decisiones estratégicas con una verdadera visión de desarrollo sustentable y progreso humano.

Es claro que no soy politólogo o político, todo lo contrario, soy un ciudadano y científico muy preocupado por la grave crisis de la Ecosfera terrestre planetaria y que, como muchos, hace lo mejor que puede por defender y proteger la naturaleza y el ambiente, sin perder la perspectiva de que se debe realizar dentro de un marco equilibrado de sustentabilidad con el progreso humano.
Dentro de este contexto, y como parte de mis razonamientos en la búsqueda de cuál sería nuestra mejor alternativa a elegir como presidente, se me ha ocurrido recordar y contar mi experiencia como secretario general de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA) de hace 25 años.

Asumí como secretario general de la SETENA, no por un favor o elección político-administrativa, simplemente fue por ser un técnico que, para ese entonces, tenía 4 años de experiencia en evaluación de impacto ambiental (EIA) y que había sido el presidente de la Comisión de EIA anterior a la SETENA. Tomé el cargo, en enero de 1997, siendo muy joven para la responsabilidad que implicaba y, además, prácticamente el mismo día que se publicaba el primer reglamento de EIA que se promulgaba en el marco de la ley orgánica del ambiente del año 1995.

Durante el año 1997 se dieron una serie de circunstancias importantes cuyo contexto, en el momento, no comprendí bien, pero que tendrían transcendencia para el futuro del país y su modelo de desarrollo.

Tramitomanía y planificación territorial: la primera de esas circunstancias tenía que ver con un tema del que hemos escrito previamente y que tiene con ver con la tramitomanía y el exceso de trámites. La salida del reglamento de EIA en enero del 1997 inició una discusión que aún no termina. Como hemos señalado, ya para ese momento, el inventario de requisitos a cumplir para el desarrollo de una empresa grande, era de aproximadamente 180. Algo que, hoy 25 años después, es de más de 300 y que lleva una cantidad de tiempo al menos tres veces mayor que lo que se necesitaba en el año 1997. Durante ese mismo periodo la cantidad de instituciones públicas prácticamente se duplicó, lo cual explica, el crecimiento de requisitos y el importante crecimiento en la cantidad de funcionarios públicos. Cuando asumí la SETENA la cantidad de funcionarios no llegaba a 15, hoy tiene cerca de 100. Esto, pese a que la cantidad de trámites de EIA por año no ha cambiado mucho.

Es claro que el exceso de trámites es sumamente grave y es un mal que carcome las entrañas del país, que auspicia el cáncer de la corrupción y que lo tiene totalmente frenado en todo lo que tiene que ver con el impulso al desarrollo e inversión de proyectos sustentables. Por eso, desde el mismo mes de enero de 1997 se empezó a discutir el tema de la “desregulación” o la mejora regulatoria para impulsar la inversión y el desarrollo. Desde la SETENA, durante ese mismo año, pude desarrollar la primera fase de lo que fue el Índice de Fragilidad Ambiental (IFA) y el ordenamiento del sistema de procedimientos cuyo manual se publicó en la Gaceta en noviembre de 1997. El cambio de gobierno en 1998 no nos dio tiempo de continuar con nuestro planteamiento de integrar el ordenamiento y la planificación territorial como base para agilizar todo el sistema de trámites. Algo que, hasta ahora, no ha sido posible retomarlo, pues la casi totalidad de las administraciones ulteriores o no lo comprendieron o no tuvieron el mínimo interés en trabajar en esa dirección.

Crucitas y la sanción a la actividad minera de exploración: tal vez para pocos es conocido que, en el año 1997, la SETENA procedió a sancionar la actividad de exploración minera metálica que realizaba la empresa minera canadiense en Crucitas. Esto, como consecuencia de que la unidad de control y seguimiento ambiental de dicha Secretaría Técnica había detectado una serie de incumplimientos a los compromisos ambientales adquiridos en el estudio de impacto ambiental de la fase exploratoria.

La ley orgánica del ambiente establece que la SETENA en una entidad de desconcentración máxima, es decir, que tiene autonomía técnica en la toma de decisiones. Y eso fue lo que se hizo con este caso de Crucitas. Puedo dar fe de que la decisión que se tomó fue propia de la SETENA, sin consultas ni solicitud de autorizaciones ante otras autoridades del Poder Ejecutivo. Todo lo contrario, una vez que se tomó la decisión, se contó con todo el apoyo de las autoridades del gobierno.

Algunos podrían decir que es lo normal, no obstante, visto en perspectiva y conociendo la ulterior historia de la SETENA, es un punto importante de señalar y de recalcar. Se debe recordar que ya, para ese entonces, se conocía que Crucitas estaba visualizado como el proyecto de explotación minera a cielo abierto más grande de Centroamérica. Lo especial en este caso era que la administración de gobierno mostró un gran respeto por la posición técnica y ambiental de la SETENA y nunca interfirió a favor de la actividad minera metálica. Algo que vale la pena anotar.

Intel y la propuesta de modelo de desarrollo para el país: de forma contemporánea y circunstancial, mientras la SETENA gestionaba una sanción a la minería metálica de Crucitas, también tramitaba la evaluación de impacto ambiental de Intel en Costa Rica. Cabe señalar que ese trámite ambiental de Intel no fue sencillo ni simple. Se presentaron muchas oposiciones y dudas, en particular en el cantón de Belén, donde finalmente se instaló la planta.

Debido al desconocimiento técnico de lo que se iba a hacer, se interpretaba que se trataba de una industria peligrosa y contaminante que iba a dañar las nacientes de agua cercanas. Se decía que en la producción de los componentes electrónicos se manejaban muchas sustancias peligrosas y que se iban a producir emisiones, vertidos y residuos muy tóxicos. Fue un proceso de EIA con participación social que desembocó en la creación de una Comisión Mixta de control y seguimiento de la actividad industrial de Intel en Costa Rica. La primera que funcionó con total éxito y que permitió a la comunidad reconocer qué era lo que hacía Intel.

En este punto, también vale la pena anotar que siempre hubo un gran respeto de parte de las autoridades del poder ejecutivo respecto a la autonomía técnica de la SETENA. Nunca se dio presión de ningún tipo y siempre se respetaron los procedimientos que se establecieron.

El proceso no fue fácil, pero al final, la SETENA otorgó la Viabilidad Ambiental al proyecto de Intel en Costa Rica. Algo que simbolizó un hito para el país, no solo por el proyecto que implicaba una inversión aproximada de $ 500 millones y la apertura de poco más de dos mil empleos directos, sino porque significaba introducir al país en el camino de la industria de la alta tecnología. Algo que, con los años, significó un muy importante avance y crecimiento para Costa Rica.

Estos dos temas, el de Crucitas e Intel, tienen un significado histórico especial, pues sin saberlo, marcaban un derrotero muy significativo para nuestro país. Formamos parte de esa historia sin tener claro ese significado. E insisto en anotar algo que para mi fue muy importante, el hecho de que la administración de gobierno de ese entonces siempre respetó la posición técnica de la SETENA y, además, tuvo una gran visión al impulsar el camino del país hacia la alta tecnología y no hacia la actividad minera metálica. De alguna forma, desde 1997 el país tomó un rumbo hacia el desarrollo sustentable y fijó un derrotero que todavía perdura y que, ahora más que nunca, urge retomar.

Visión ambiental actual: otro elemento que resulta de gran relevancia para el autor es el hecho de que quien llegue a Casa Presidencial este año, tiene que cumplir un requisito indispensable en materia ambiental: tener clara, muy clara, la situación ambiental global y no solo la de Costa Rica. Hemos escrito mucho al respecto (ver:www.allan-astorga.com) en especial sobre la crisis de la Ecosfera Terrestre y sobre la grave coyuntura en que nos encontramos a escala planetaria.

Es vital que el nuevo presidente de Costa Rica, de un país líder en el mundo en materia de protección del ambiente y de la búsqueda de la sustentabilidad, no solo conozca de la situación, sino que juegue un papel mucho más importante en la propuesta de soluciones concretas a la crisis ambiental global. Soluciones que, por añadidura, acarrearán al país grandes beneficios, no solo en materia de turismo sino, también, en otros ámbitos económicos y de progreso humano. Nuestro país tiene mucho que aportar en este tema, empero se hace necesario contar con un líder de verdadera visión global y no un administrador que solo quiera apagar incendios.

Decisión estratégica: en los próximos días los costarricenses debemos tomar una decisión muy importante. Debemos escoger entre un abultado número de candidatos al nuevo presidente del país en medio de, posiblemente, la peor coyuntura ambiental y socioeconómica que ha pasado, no solo el país, sino el mundo entero.

Como hemos dicho, no podemos ni debemos experimentar. Requerimos de un líder con experiencia, conocimiento, visión y con la humildad suficiente para reconocer sus limitaciones y apoyarse en un equipo sólido que permita que podamos salir del enorme atolladero en que nos encontramos y que podamos progresar hacia un desarrollo verdaderamente sustentable.

Cada uno de nosotros debe meditar muy bien su voto. En mi caso, he decidido aportar el presente insumo como un elemento a tomar en cuenta y considerarlo como parte de ese proceso reflexivo. Nuestro país merece un futuro de real progreso humano y ambiental

Corrupción e inteligencia artificial

A propósito de las noticias sobre los numerosos casos de corrupción dadas a conocer, en los últimos meses, por el Organismo de Investigación Judicial y la prensa, se hace necesario retomar el tema planteado por el escritor y periodista Andrés Oppenheimer en su libro: “¡Sálvese quien pueda!”, en el que se profundiza la discusión sobre un importante estudio de la Universidad de Oxford sobre el pronóstico de que, para esta década, casi el 50 % de los empleos corren el riesgo de ser desplazados por inteligencia artificial.

Conforme se profundizan los datos de la investigación del OIJ queda más claro que el origen de la gran mayoría de los casos de corrupción denunciados, tienen que ver con el tema de permisos y autorizaciones por parte de entidades del gobierno central y los gobiernos locales. Sistema de permisos que está directamente vinculado a la existencia de una compleja y tortuosa tramitomanía que hace que un proyecto de inversión y desarrollo deba esperar periodos de años (cuatro en promedio) para poder ser ejecutado.

Círculo vicioso: para quienes tienen la experiencia de gestionar proyectos de inversión y desarrollo o, incluso, pequeños emprendimientos, por mencionar un ejemplo, sabrán la compleja y numerosa cantidad de trámites que se tienen que cumplir ante las diversas instituciones del gobierno central y las municipalidades. Con el agravante, como hemos mencionado previamente (ver: www.allan-astorga.com) de que ese sistema de permisos se encuentra “ordenado” en serie y no en paralelo. Es decir, que, para ingresar una solicitud de permiso dado, de previo se tienen que cumplir otros permisos ante otras instituciones.

Por otro lado, cuando se revisa el detalle del trámite a cumplir, se descubre que el mismo, en realidad no representa un solo trámite, sino que este a su vez se subdivide en una serie de sub-requisitos y sub-trámites que convierten la gestión de un permiso, autorización o visto bueno, en un verdadero viacrucis de tramitomanía.
En este aspecto, las municipalidades no se diferencian mucho del gobierno central. Se dividen en oficinas, unidades y departamentos que pocas veces están interconectados y piden requisitos de forma separada. Las “ventanillas únicas” no son para nada comunes.

Se pueden citar muchos ejemplos de este tipo de trámites. Algunos de ellos son: la disponibilidad de agua para un proyecto, la viabilidad ambiental ante la SETENA, los alineamientos, el acceso a otros servicios, los visados de planos, las autorizaciones para los sistemas de tratamiento de aguas residuales, entre otros. La mayoría de estos trámites tardan meses que se pueden convertir en años cuando surgen inconvenientes técnicos no previstos y de tipo puntual.
Debido a esa disposición, en serie, de los permisos y trámites, completar la totalidad de la tramitomanía hace que la sumatoria de tiempo sea de años, a veces, muchos años.

Un dato útil dado por la Cámara Costarricense de la Construcción hace varios años, señalaba que, cada mes de atraso, para un proyecto de inversión de un millón de dólares, representaba una “pérdida” mensual de cerca de $15.000 dólares. Si este dato es correcto, empezamos a comprender como se empiezan a dar las condiciones que propician que se busquen “otras alternativas” para acelerar el trámite de una gestión.

Debemos recordar que, como la mayoría de los trámites de permisos se encuentran en serie, cada uno de ellos es vital para el avance de la gestión. Siendo así, el funcionario que tramita el permiso adquiere un poder muy grande, pues sobre él recae la “responsabilidad” de “aprobar” o “rechazar” un proyecto de inversión importante. Es claro que este hecho es un caldo de cultivo perfecto para que el sistema humano de autorizaciones sea altamente vulnerable a una descomposición y finalmente se corrompa.

Cabe aclarar que, desde este punto de vista, se entiende la razón por la cual los sectores productivos planteen soluciones radicales como la eliminación o reducción al mínimo de trámites ambientales como los que se realizan ante la SETENA. Es comprensible, empero, no es de recibo en la medida de que desproteger el ambiente tampoco es una solución lógica o racional. La solución debe ser otra.

Como podemos ver, se trata de un círculo completo que favorece que se den irregularidades, que tiene la característica que, conforme pasa el tiempo y más compleja es la tramitomanía, más tiempo requieren los proyectos para cumplir con todos los trámites de permisos y, por tanto, más caldo de cultivo hay para que se busque la forma de “agilizar” y “acortar” los tiempos totales.

Fracaso de la desregulación: el tema de desregulación se empezó a discutir desde hace casi 25 años, coincidiendo con la publicación del primer reglamento de evaluación de impacto ambiental después de haber sido promulga la Ley Orgánica del Ambiente.

Todas las administraciones de gobierno, durante estas últimas dos décadas y media, han realizado esfuerzos por desregular y simplificar los trámites de permisos para proyectos de inversión y desarrollo. Incluso en el 2002 se promovió una ley para proteger al administrado del exceso de trámites del Estado, la cual se ha reformado dos veces. Se creo una Dirección de Mejora Regulatoria en el seno del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) y se desarrolló un requisito de que cada reglamento que estableciera nuevas exigencias a los proyectos de inversión y desarrollo, debía realizar una evaluación de costo beneficio que el MEIC debía aprobar.

Pese a todos estos esfuerzos, la cantidad de trámites principales o primarios, se han incrementado. Cuando Intel inició las gestiones, en 1996, para instalar su planta en el cantón de Belén el inventario realizado por los personeros de esa corporación identificó que se debían cumplir un total de 180 trámites para poder empezar a ejecutar la construcción del proyecto (una inversión de cerca de $ 500 millones de una industria inocua desde el punto de vista ambiental y altamente positiva desde el punto de vista social).

En la actualidad esos trámites llegan a 300 en lo que respecta a estos trámites primarios. Si se contabilizan los trámites secundarios y terciarios, la cantidad puede superar los 500, algo absolutamente incomprensible para un país que desea desarrollar su economía.

A criterio del autor, uno de los principales elementos que lleva a que esa cantidad de trámites se haya incrementado, lejos de reducirse, tiene que ver con varios hechos como son: a) que se han promulgado nuevas leyes que establecen nuevos requisitos sin contemplar por si mismos un sistema de integración y simplificación desde el origen, b) que esas mismas leyes han creado nuevas instituciones y entidades que tienen que tramitar los permisos y autorizaciones haciendo que esta gestión sea su principal “razón de ser”, c) que no exista interacción entre los diversos sistemas de permisos, funcionando cada cual, como una “isla” donde se desarrolla un “feudo” en el que los funcionarios que allí laboran, no conocen con detalle la totalidad de otros trámites que tienen que cumplirse, llegando a considerar que el que él realiza es el más importante.

A estos elementos, se suma otro que tiene una gran relevancia. Se refiere al hecho de que, la gran mayoría de los esfuerzos realizados para simplificar trámites, parten de la base de que la “agilización” tiene que ser realizada junto con los funcionarios que gestionan los permisos y la verificación de los trámites. Así, por lo general, al “simplificar” o “eliminar” un trámite, se crean dos o tres subtrámites que los sustituyen. Como se ve, bajo este esquema es casi imposible que el sistema llegue a simplificarse de forma efectiva. Por el contrario, el círculo vicioso se hace cada vez más grande.

Solución: a pesar de todo ese panorama negativo, hay buenas noticias. Resulta que el autor, junto con un equipo multidisciplinario de amplia experiencia, hemos identificado la gran mayoría de los requisitos existentes para proyectos de inversión y desarrollo, así como emprendimientos.

La buena noticia es que la inmensa mayoría de esos requerimientos no se encuentran en leyes, cuya modificación no es sencilla, sino en otro tipo de instrumentos: decretos ejecutivos, acuerdos de juntas directivas, resoluciones administrativas, oficios, memorándums y similares.

Pero no solo los hemos identificado, sino que los hemos analizado en detalle, por sí mismos y respecto a otros requerimientos. Los hallazgos han sido muy interesantes e importantes.

La enorme mayoría de los requisitos establece un lineamiento que, en muchos casos es algo confuso y deja un espacio discrecional para que el funcionario que lo atienda tome la decisión. Elemento que, precisamente es lo que hace que dichos funcionarios se empoderen y tomen control de la decisión, no solo del trámite específico, sino del futuro del proyecto. Como hemos dicho, esto produce una enorme vulnerabilidad para que el sistema de corrompa.

Empero, existe una vía de solución que, no solo disminuiría o eliminaría por completo esa vulnerabilidad a la corrupción, sino que permitiría solucionar de raíz el agotador y viejo problema de la tramitomanía. Se trata de aplicar la inteligencia artificial en un sistema automatizado e integrado de permisos y autorizaciones al que llamamos Permiso Integral Ambiental automatizado (PIA, ver:www.allan-astorga.com:¿Hacia dónde fluye Costa Rica?).

Como señalamos anteriormente, la gran mayoría de requisitos y trámites pueden ser adaptados, modernizados, mejorados y simplificados en razón de que no se encuentran en leyes, sino en otros instrumentos. Además, pueden ser integrados y transformados en un sistema de algoritmos avanzado para que la mayoría de los trámites de gestione de forma automatizada por medio de inteligencia artificial (IA). Sobre esta base, y la aplicación de dos elementos claves: a) el uso de la zonificación ambiental, de escala detallada, generada en el país para planes reguladores desde hace 15 años y b) del Principio de Responsabilidad de los profesionales a cargo de un proyecto para resolver problemas puntuales; se puede lograr un cambio radical en la Tramitomanía anquilosante que agobia a nuestro país.

Perspectiva: como hemos indicado previamente, esta tarea de sustituir el trámite humano por el de la Inteligencia Artificial avanzada y automatizada es una tarea estratégica que debe realizar el país lo antes posible. No hacerlo, no solo significaría seguir alentando, de forma indirecta a que se sigan dando casos de corrupción, sino que también significa atrasar aún más el necesario salto al desarrollo sustentable que la nuestra nación requiere. No es posible ni aceptable que una sana inversión de desarrollo requiera años de trámite, cuando con un sistema automatizado pueda ser resuelto en pocas semanas.

La actual y sumamente grave coyuntura económica en que se encuentra nuestro país, por la crisis fiscal previa a la Pandemia y por las consecuencias de esta extensa Pandemia, ameritan a que se tomen soluciones extraordinarias que permitan sacar al país adelante. La PIA automatizada es un paso estratégico en esa dirección que no debemos postergar independientemente del candidato que gane las elecciones del 2022.

A la pregunta de qué hacer con los funcionarios públicos que serían sustituidos por la IA, la respuesta depende de las autoridades de gobierno. A criterio del autor, no debería ser pretexto para producir despidos, pues lejos de ayudar a estabilizar el país, agravaría la situación. Sin embargo, se requieren hacer ajustes para que estos funcionarios pasen a realizar nuevas tareas dentro de la administración que realiza el Estado, como por ejemplo la verificación del proceso con los proyectos ya en ejecución y siempre, bajo un sistema claramente ordenado y transparente. También, en el tema de la lucha contra el Cambio Climático y la búsqueda del equilibrio de la Ecosfera terrestre, surgirán nuevas actividades donde muchos de esos funcionarios podrían ser de gran utilidad.

Finalmente, y a modo de recomendación muy respetuosa a los señores diputados de la Asamblea Legislativa, les pedimos que tramiten la propuesta de Ley para la implementación de la PIA automatizada y de adaptación a la Crisis Climática y la crisis socioeconómica generada por la Pandemia. Esto, como parte de las sesiones ordinarias de previo al mes de mayo del 2022. Es una ley que conviene a todos y no solo a un partido político. Con ello le estarían dando una enorme oportunidad al país para garantizar su desarrollo sustentable.

Límites planetarios y progreso humano

Recientemente, en Netflix se ha puesto a disposición del público un documental muy importante: “Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta”. El documental resume los principales resultados obtenidos por el profesor sueco Johan Rockström, director adjunto del Instituto Potsdam en Alemania para la Investigación del Impacto Climático, así como de un extenso grupo de colaboradores. Los datos científicos presentados son de una enorme relevancia para todos los seres humanos y, en general, para la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. De allí que, tratando de mantener los datos aportados de la manera más pura, procuramos hacer una síntesis de los resultados y un análisis de los mismos desde nuestra perspectiva. Esto, con un objetivo meramente educativo, divulgativo y formativo.

Holoceno: se trata de un periodo geológico que se inició hace aproximadamente 10 mil años antes del presente. Es un periodo interglaciar que se inició desde el final de la última gran glaciación que tardó aproximadamente 8 mil años. Tiene una característica especial, pues fue un periodo establece, con variaciones de temperatura de más – menos un grado Celsius. Esto permitió el desarrollo de la agricultura en todo el planeta y con ello, el desarrollo de las diferentes civilizaciones. Durante todo este tiempo la humanidad floreció y se desarrolló, siempre con una población cuyo efecto ambiental neto en la Ecosfera terrestre fue de baja significancia. Hay concordancia científica de que el Holoceno finaliza cerca del año 1.800 DC, cuando comienza el Antropoceno.

Antropoceno: se denomina a este periodo, el tiempo de poco más de dos siglos en que la humanidad ha generado efectos muy significativos en la Ecosfera terrestre, caracterizada en muchos casos por el desarrollo de un efecto exponencial: crecimiento de población humana y su consumo, quema de combustibles fósiles y aumento de CO2 en la atmósfera, extinción de especies y degradación de biomas, ecosistemas y suelos, entre otros recursos.

Los estudios de Rockström y sus colaboradores han identificado nueve límites planetarios que permiten medir el grado de afectación que ha producido la humanidad en la Naturaleza hasta llevarla a un estado crítico. Como parte de esos indicadores de impacto, se han establecido tres zonas: segura (verde), de peligro (naranja) y de riesgo (roja). El estudio trató de fundamentar la cuantificación de los límites críticos (inferior y superior) en esos indicadores, aunque en algunos no fue posible todavía.

Temperatura: este factor es muy importante, tanto para la atmósfera como para los océanos. Desde el año 1.800 se ha incrementado, en promedio, 1,2° Celsius, de allí que se hable de un calentamiento global y de un cambio climático que se pone de manifiesto de muchas formas que ya casi todos conocemos: huracanes, tormentas, más lluvias, inundaciones y deslaves o, en su defecto, sequías extremas y grandes incendios. Los casquetes polares de agua dulce, particularmente de Groenlandia y la Antártica son claves para la estabilidad de la temperatura. Sin embargo, el aumento de temperatura está llevando, desde hace varias décadas a la fusión de sus hielos. Algo que, también, produce un ascenso relativo del nivel del mar. Se ha establecido un limite inferior de 350 partes por millón (ppm) de CO2 para entrar en la zona de peligro. Ese límite lo alcanzamos en el año 1988. En mayo del 2021 alcanzamos la cifra de 417 ppm. El límite para la zona de riesgo es de 450 ppm que, muy probablemente, se alcanzaría alrededor del 2030. A partir de ese límite, podríamos entrar en un punto de no retorno, respecto a los principales efectos del Cambio Climático. Algo que debería preocuparnos desde ahora.

Biomas: se trata de las grandes biozonas en que se divide la Ecosfera terrestre dado que tienen un clima común, así como flora y fauna. Uno de los biomas más importantes, son los bosques tropicales como el de la Amazonia. Los efectos del cambio climático han hecho que la estación seca en la Amazonia se incremente 6 días por década. Si la estación seca llegara a alcanzar una duración 4 meses, se cambiaría el bioma de bosque tropical por el de la sabana. Ya se ha perdido el 20 % de los bosques tropicales de la Amazonía. En el mundo, se ha perdido el 40 % de todos los bosques. Se considera el límite inferior como el 25 %, por lo que ya estamos en la zona de peligro y acercándonos a la zona de riesgo.

Biodiversidad: un millón de los ocho millones de especies conocidas se encuentran en peligro de extinción. Nos encontramos dentro de un periodo de Gran Extinción Masiva de especies. En los últimos 50 años acabamos con el 68 % de las poblaciones mundiales de especies silvestres. Los insectos, incluyendo las abejas y otros polinizadores están disminuyendo notablemente, con el agravante de que cerca del 60 % de los productos agrícolas que consumimos requieren de esos polinizadores. No es sencillo poner un límite debido a la cantidad de especies involucradas y sus características. No obstante, está claro que ya nos encontramos en la zona de peligro.

Agua: el acceso al agua dulce y potable se considera un indicador muy importante. Los estudios muestran que, en la actualidad, cada ser humano consume al día 3 mil litros de agua, 2.500 de los cuales se usan para la producción de alimentos por medio de la agricultura. El estudio valoró todas las cuencas hidrográficas y el abastecimiento de las poblaciones humanas. Se considera que, aunque ya hay lugares del mundo con problemas de acceso al agua, todavía nos encontramos en una zona segura.

Nutrientes: se vincula al uso de fertilizantes en los suelos y a su acarreo hacia los océanos. Se refleja principalmente por el incremento de nitrógeno y fósforo en los océanos, muchos de los cuales presentan “zonas muertas” con ausencia de organismos, debido la eutroficación (falta de oxígeno). Durante las últimas décadas, con el incremento de la población humana y la presión hacia la producción de alimentos, la contaminación de los mares se ha incrementado notablemente, habiendo pasado ya, el límite inferior, por lo que nos encontramos en una zona de peligro.

Acidificación de los océanos: en las últimas décadas los océanos del mundo se han hecho 26 % más ácidos. Esto, debido a la contaminación producida desde los continentes. Se trata de un asunto grave, pues muchos de los organismos marinos, desde el plancton hasta los corales, pasando por las conchas de bivalvos, gasterópodos y otras muchas especies tienen exoesqueletos carbonatados que son muy susceptibles a las aguas oceánicas ácidas. En el pasado, la acidificación de los océanos produjo grandes extinciones masivas de especies. Pese a eso, se considera que todavía nos encontramos en una zona segura, aunque el blanqueamiento de las grandes barreras coralinas del mundo nos parece indicar que estamos cerca de entrar en la zona de peligro.

Otros contaminantes: se trata de una serie de nuevas entidades producidas por los seres humanos que producen una fuerte contaminación de los océanos y también de los cuerpos de agua continentales, incluyendo el suelo y los acuíferos. Se incluyen los plásticos, los contaminantes persistentes y los metales pesados, entre otros. Los límites no están cuantificados, por lo que no está claro si estamos todavía en la zona segura o de peligro.

Aerosoles: son partículas, muy pequeñas, sólidas o líquidas suspendidas en un gas como el aire. Pueden ser de origen natural, como las cenizas volcánicas o el polvo del desierto o de tipo antrópico, como el producido por las quemas de vegetación y, principalmente, la quema de combustibles fósiles que aporta el 75 % de los aerosoles que contaminan la atmósfera. Producen un efecto de oscurecimiento y por tanto de enfriamiento de la atmósfera, pudiendo “tapar” hasta el 40 % del calentamiento global, lo cual, lejos de ser positivo, resulta altamente negativo pues evita conocer la situación real. Esta contaminación que afecta principalmente las grandes urbes del planeta es la responsable directa de la muerte de 7,5 millones de personas por año. De allí que, aunque no está cuantificado, para algunos científicos significa que estamos en una zona de peligro.

Ozono: se trata de una capa de la atmósfera superior que funciona como un filtro natural de los rayos ultravioletas que produce el sol. En los años 80 se abrió un agujero que se expandió mucho y alcanzó grandes zonas de la Antártica y del hemisferio sur. Es un muy buen ejemplo de cómo de si es posible revertir los límites con un esfuerzo colectivo de la humanidad. Se pasó de una zona de riesgo a una zona segura.

Estos son los nueve indicadores ambientales clave del planeta. Es posible que existan algunos adicionales, como por ejemplo la degradación de los suelos (desertificación) y la sobreexplotación pesquera de los océanos; no obstante, esos indicadores dan una mucho más clara imagen de la situación de desequilibrio de la Ecosfera terrestre que solamente considerar el tema del Cambio Climático como se hace frecuente y erróneamente.

Tendencia: las evidencias del desequilibrio de la Ecosfera terrestre se evidencian cada vez con mayor frecuencia: desastres climáticos, catastróficos incendios forestales, extensas sequías, extinción de especies, reducción de ecosistemas, blanqueo de corales y muerte de arrecifes coralinos, entre otros.

El mayor problema que hay con los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre identificados por el Dr. Rockström y su equipo de colaboradores es que, exceptuando el caso del Ozono, muestran una tendencia de movimiento hacia las zonas de peligro o a las zonas de riesgo. Nos estamos acercando a los límites de no retorno. Esto, acentuado durante al menos los últimos 40 años, desde 1980, aproximadamente.

La tendencia que se tiene requiere de un cambio rápido. Tanto es así, que el Profesor Rockström la compara con una situación grave de seguridad mundial, similar a la situación de la potencial caída de un gran meteorito (de nivel de extinción) en la Tierra. Señala que si esa fuera la causa de la crisis, se encenderían todas las alarmas y la humanidad se avocaría a poner todos sus esfuerzos por eliminar ese peligro. Sin embargo, en el caso del desequilibrio ecosférico la situación no se toma así, porque las consecuencias no se ven “tan pronto” y por eso, no se consideran “tan graves”; aunque si es verdaderamente grave y urgente.

Soluciones: coincidimos plenamente con Rockström cuando señala que el principio de solución a este grave problema en que se encuentra nuestra especie humana es un tema prioritario para ser discutido por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Se requiere de decisiones estratégicas que lleven a acciones de carácter vinculante y de alcance global. Decisiones rápidas, eficientes y efectivas.

En primer lugar, se requiere una reducción del contenido de CO2 en la atmósfera. Por un lado, con una reducción exponencial de las emisiones por quemado de combustibles fósiles. Por otro, por medio de la captura de CO2 basado en el desarrollo de nuevos bosques, tal y como hemos planteado (ver: www.allan-astorga.com), referente al desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos bosques y suelos tropicales (en esta década) que, además, permitirán recuperar, al menos en parte, la biodiversidad. Esta es una tarea fundamental y vital que requiere ser implementada de manera urgente. Cada día cuenta.

Otra solución comprende la disposición de la humanidad de cambiar nuestra alimentación hacia alimentos más naturales, preferentemente aquellos cuya producción sea regenerativa y, además, que no generen contaminación.

Desde nuestro punto de vista, seguimos señalando que, debido a que el desequilibrio a la Ecosfera terrestre se ha generado de forma puntual, acumulativa y ubicua; la meta de equilibrarla nuevamente debe partir de acciones locales, multiplicativas y globales basada en ordenamiento y planificación estratégica del territorio. Los estudios realizados por más de 20 años nos muestran que este es el correcto camino debido a que permite desarrollar progreso humano sustentable, basado cada vez más en una economía circular y sostenible, junto con la reducción de los límites planetarios, la restauración del sistema en zonas seguras y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Solo tenemos una oportunidad y debemos aprovecharla lo antes posible.